JUNTOS
Y REVUELTOS
¿Cuáles son los puntos de discordia entre el presidente Javier Milei,
su hermana Karina y la vice presidenta Victoria Villarruel?
Por
Charles H. Slim
No hay dudas que los gobiernos presidencialistas son algo así como un matrimonio con lo cual la armonía es imprescindible, y sino veamos cómo funcionan cuando el presidente y su vice tienen discordias. Los desencuentros con el presidente Javier Milei no son algo nuevo para quienes le rodean y ya son varios los funcionarios que han sido removidos por su inestable carácter claramente influenciado por su hermana.
Pero en el caso argentino este presidencialismo es muy raro o mejor
dicho, nada usual. Un presidente que pone a su hermana como “secretaria” quien
posee un carácter dominante con tanto o más poder que él y a su vez tiene a una
vice mujer que es tan o más potente de carácter que aquella, no se podría
entender muy bien quien en realidad manda aquí. Esto y siguiendo con la
analogía, este poder ejecutivo “tripartita” se parece más bien a aún triángulo
amoroso peligrosamente tóxico.
Cada día que pasa van quedando más claras las diferencias que existen
en entre el presidente y su vice, y las cuales no son pocas. Tal vez, la visita
por separado que hicieron a la rural haya sido una de las últimas
demostraciones del distanciamiento que existe entre ambos.
Si han llegado juntos a la presidencia se puede decir que ha sido por
casualidad o, más precisamente por una cuestión de conveniencia. De por sí,
Javier Milei que surgió de los medios de entretenimiento y fue propulsado a la
política por ellos, más allá de sus exposiciones sobre economía en la
televisión, no tenía capital político propio, mucho menos su hermana a quien con
notoria marcialidad identifica bajo la denominación “el jefe”.
Por el contrario, la abogada Victoria Villarruel construyó sola y de su
propio esfuerzo un capital político por la senda del activismo mediante la
investigación y documentación sobre la totalidad de los hechos en la época de
los años de plomo que la intelectualidad maniquea y sesgada del
seudo-progresismo de alquiler -con gran penetración en los medios- ha
limitado en el período entre los años 1976 a 1983. Como abogada y para tal fin fundo
el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV) que
aborda la lucha armada de los setentas desde la perspectiva de quienes
combatieron la subversión.
La visita que se produjo al penal donde están detenidos varios
militares de aquella época también fue utilizado como otro factor de discordia.
Igualmente y pese a los intentos de chicanear ideológicamente a la vice
presidenta, no lograron hallar reacción alguna. En una sociedad tan ambivalente
y pendular como la argentina, esta actitud de ser consecuente entre lo que se
piensa y lo que se hace es mucho y mucho más siendo una mujer.
Pero las desavenencias no pasar por este tema. Hay sin dudas cuestiones
individuales de carácter y también de objetivos políticos.
Los desacuerdos se vieron apenas juraron en sus cargos el 10 de
diciembre pasado ya que, en una demostración de cómo se conduce el presidente,
había desplazado a Villarruel del área de defensa y la seguridad (temas que
ella maneja muy bien) de forma inconsulta y presurosa para colocar en esos
puestos a un ignoto como el actual ministro de defensa Luís Petri y en
seguridad interior a una representante de la rancia política que él suele
llamar la casta como es Patricia Bullrich.
A pesar de que la prensa local reduce sus conclusiones de forma
arbitraria y mayormente, confundiendo a quienes aún siguen escuchándoles, el
llamado “gobierno de Milei” no es un gobierno “libertario” (como le gusta
denominarse el mismo Milei) o una centroderecha como los liberales de los
medios porteños tratan de venderlo para no quedar mal con el “círculo rojo” que
es el poder detrás del poder formal en La Casa Rosada, en realidad es una
mezcla en la cual los intereses que cada uno representan no están tan
armoniosos como intentan disimular.
Javier Milei más allá de su declamación libertaria, es un presidente
que adscribe a una ideología contraria al nacionalismo católico de la
vicepresidente y que se centra -y sacando su profesada conversión interna- en
la militancia sionista que, es una ideología política (nacionalismo judío) plagada
de intereses conflictivos vinculados a una geopolítica muy bien determinada de
un estado ajeno (Israel). Es en este aspecto (y nada casual) que los contactos
externos que ha privilegiado Milei y su hermana van de la mano de sus acólitos
locales vinculados en especialmente con el mundo empresario varios de ellos con
nexos políticos que terminan en Tel Aviv y Nueva York.
Teniendo en consideración esto no debería sorprender el velado rechazo
de este sector (farisaico) que se oculta detrás de los Milei y que el
presidente hace expreso con sus desplantes, sus desautorizaciones o incluso
manifestaciones de no apoyo a posturas de su vice.
En este sentido, Villarruel a pesar de esta circunstancialidad que rodea
al primer mandatario, no ha acusado estar molesta o tomado medidas de
represalia por semejantes destratos, tal vez por ser consciente de la
fragilidad política de su sector y el grave momento en el que deben gobernar ha
sosegado su ánimo. Hay en este comportamiento una potencialidad de carácter que
la proyecta y muy bien para tareas ejecutivas.
Esta bifurcación ideológica que existe en el seno ejecutivo y que los
medios porteños y en general tapan, implica una tensión interna que va a ir
creciendo con el correr del tiempo y en particular, con ciertas políticas que
ya se estarían implementando para ingresar a la Argentina en asuntos que, bajo
el latiguillo de “volver al mundo” (un remake del latiguillo menemista “primer
mundo”), van a causar serios y graves problemas para la paz de los argentinos.
En referencia a esto último, la reconfiguración del área de
inteligencia con el asesoramiento y penetración directa de las agencias
angloestadounidenses y obviamente israelíes y, las tratativas entre el
Ministerio de Defensa con sus homólogos de estos mismos actores llaman a
prestar mucha atención de hacia dónde se estaría tratando llevar y en cuales
conflictos se las estaría tratando de involucrar a las Fuerzas Armadas. Sin
dudas que en el ideario de los Milei, una cooperación total e incondicional con
EEUU e Israel podría llevar a que tropas argentinas terminen comprometidas y peleando
sus guerras tal como ya lo vienen haciendo los estadounidenses desde hace
décadas.
Este intervencionismo que los Milei disfrazan con el discurso
libertario es totalmente contrario (o así parece) con el nacionalismo de Villarruel
que se enfoca más en el desarrollo interior y al mismo tiempo sin dejar de
estar conectados con el mundo, pero no bajo lealtades ideológicas y
geopolíticas ajenas al estado argentino sino, desde una posición propia y retomando
la tradición del respeto a las soberanías de cualquier estado.
El tiempo dirá cuánto puede aguantar esta junta tan disímil y poco conciliable.