miércoles, 31 de julio de 2024

 

JUNTOS

Y REVUELTOS

¿Cuáles son los puntos de discordia entre el presidente Javier Milei, su hermana Karina y la vice presidenta Victoria Villarruel?

 

Por Charles H. Slim   

No hay dudas que los gobiernos presidencialistas son algo así como un matrimonio con lo cual la armonía es imprescindible, y sino veamos cómo funcionan cuando el presidente y su vice tienen discordias. Los desencuentros con el presidente Javier Milei no son algo nuevo para quienes le rodean y ya son varios los funcionarios que han sido removidos por su inestable carácter claramente influenciado por su hermana.

Pero en el caso argentino este presidencialismo es muy raro o mejor dicho, nada usual. Un presidente que pone a su hermana como “secretaria” quien posee un carácter dominante con tanto o más poder que él y a su vez tiene a una vice mujer que es tan o más potente de carácter que aquella, no se podría entender muy bien quien en realidad manda aquí. Esto y siguiendo con la analogía, este poder ejecutivo “tripartita” se parece más bien a aún triángulo amoroso peligrosamente tóxico.

Cada día que pasa van quedando más claras las diferencias que existen en entre el presidente y su vice, y las cuales no son pocas. Tal vez, la visita por separado que hicieron a la rural haya sido una de las últimas demostraciones del distanciamiento que existe entre ambos.

Si han llegado juntos a la presidencia se puede decir que ha sido por casualidad o, más precisamente por una cuestión de conveniencia. De por sí, Javier Milei que surgió de los medios de entretenimiento y fue propulsado a la política por ellos, más allá de sus exposiciones sobre economía en la televisión, no tenía capital político propio, mucho menos su hermana a quien con notoria marcialidad identifica bajo la denominación “el jefe”.

Por el contrario, la abogada Victoria Villarruel construyó sola y de su propio esfuerzo un capital político por la senda del activismo mediante la investigación y documentación sobre la totalidad de los hechos en la época de los años de plomo que la intelectualidad maniquea y sesgada del seudo-progresismo de alquiler -con gran penetración en los medios- ha limitado en el período entre los años 1976 a 1983. Como abogada y para tal fin fundo el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV) que aborda la lucha armada de los setentas desde la perspectiva de quienes combatieron la subversión.

La visita que se produjo al penal donde están detenidos varios militares de aquella época también fue utilizado como otro factor de discordia. Igualmente y pese a los intentos de chicanear ideológicamente a la vice presidenta, no lograron hallar reacción alguna. En una sociedad tan ambivalente y pendular como la argentina, esta actitud de ser consecuente entre lo que se piensa y lo que se hace es mucho y mucho más siendo una mujer.

Pero las desavenencias no pasar por este tema. Hay sin dudas cuestiones individuales de carácter y también de objetivos políticos.

Los desacuerdos se vieron apenas juraron en sus cargos el 10 de diciembre pasado ya que, en una demostración de cómo se conduce el presidente, había desplazado a Villarruel del área de defensa y la seguridad (temas que ella maneja muy bien) de forma inconsulta y presurosa para colocar en esos puestos a un ignoto como el actual ministro de defensa Luís Petri y en seguridad interior a una representante de la rancia política que él suele llamar la casta como es Patricia Bullrich.

A pesar de que la prensa local reduce sus conclusiones de forma arbitraria y mayormente, confundiendo a quienes aún siguen escuchándoles, el llamado “gobierno de Milei” no es un gobierno “libertario” (como le gusta denominarse el mismo Milei) o una centroderecha como los liberales de los medios porteños tratan de venderlo para no quedar mal con el “círculo rojo” que es el poder detrás del poder formal en La Casa Rosada, en realidad es una mezcla en la cual los intereses que cada uno representan no están tan armoniosos como intentan disimular.

Javier Milei más allá de su declamación libertaria, es un presidente que adscribe a una ideología contraria al nacionalismo católico de la vicepresidente y que se centra -y sacando su profesada conversión interna- en la militancia sionista que, es una ideología política (nacionalismo judío) plagada de intereses conflictivos vinculados a una geopolítica muy bien determinada de un estado ajeno (Israel). Es en este aspecto (y nada casual) que los contactos externos que ha privilegiado Milei y su hermana van de la mano de sus acólitos locales vinculados en especialmente con el mundo empresario varios de ellos con nexos políticos que terminan en Tel Aviv y Nueva York.

Teniendo en consideración esto no debería sorprender el velado rechazo de este sector (farisaico) que se oculta detrás de los Milei y que el presidente hace expreso con sus desplantes, sus desautorizaciones o incluso manifestaciones de no apoyo a posturas de su vice.

En este sentido, Villarruel a pesar de esta circunstancialidad que rodea al primer mandatario, no ha acusado estar molesta o tomado medidas de represalia por semejantes destratos, tal vez por ser consciente de la fragilidad política de su sector y el grave momento en el que deben gobernar ha sosegado su ánimo. Hay en este comportamiento una potencialidad de carácter que la proyecta y muy bien para tareas ejecutivas.

Esta bifurcación ideológica que existe en el seno ejecutivo y que los medios porteños y en general tapan, implica una tensión interna que va a ir creciendo con el correr del tiempo y en particular, con ciertas políticas que ya se estarían implementando para ingresar a la Argentina en asuntos que, bajo el latiguillo de “volver al mundo” (un remake del latiguillo menemista “primer mundo”), van a causar serios y graves problemas para la paz de los argentinos.  

En referencia a esto último, la reconfiguración del área de inteligencia con el asesoramiento y penetración directa de las agencias angloestadounidenses y obviamente israelíes y, las tratativas entre el Ministerio de Defensa con sus homólogos de estos mismos actores llaman a prestar mucha atención de hacia dónde se estaría tratando llevar y en cuales conflictos se las estaría tratando de involucrar a las Fuerzas Armadas. Sin dudas que en el ideario de los Milei, una cooperación total e incondicional con EEUU e Israel podría llevar a que tropas argentinas terminen comprometidas y peleando sus guerras tal como ya lo vienen haciendo los estadounidenses desde hace décadas.

Este intervencionismo que los Milei disfrazan con el discurso libertario es totalmente contrario (o así parece) con el nacionalismo de Villarruel que se enfoca más en el desarrollo interior y al mismo tiempo sin dejar de estar conectados con el mundo, pero no bajo lealtades ideológicas y geopolíticas ajenas al estado argentino sino, desde una posición propia y retomando la tradición del respeto a las soberanías de cualquier estado.

El tiempo dirá cuánto puede aguantar esta junta tan disímil y poco conciliable.

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