Tras el paso del tiempo, hemos ido viendo como las relaciones entre las naciones, se han ido modificando a pasos agigantados, demostrando que las necesidades de algunos lleva a no esperar los tiempos de otros, desatando los tan variados conflictos que sacuden a nuestro mundo actual. En ese sentido, las relaciones entre las naciones han ido sufriendo las mutaciones dentro de cada una de sus sociedades, producto de las corrientes imperantes en cada momento de la historia.
En la década de los noventas y con el prologo de la caída de la Unión Soviética, pudimos ver como Estados Unidos y la Organización Atlántica (OTAN) pasaron a tomar al mundo, como un lugar libre de adversarios, tanto políticos como militares lo que conllevó a que las corporaciones, multinacionales empresarias de las más variadas ramas del comercio y la industria, tomaran ventaja de esta nueva situación para sacar las mejores utilidades sin pedir permiso a nadie.
Con esta Hegemonía unipolar, los Estados Unidos pudieron imponer una nueva doctrina en medio de lo que se conoció como la "Globalización" por medio de la cual, se intentó convencer al mundo entero de que, para la seguridad común se hacía necesario crear un "nuevo orden", con alcance mundial y por supuesto, dirigido desde Washington.
De esta manera, la Casa Blanca y sus estamentos políticos y militares, sujetaban -pretendieron hacerlo- sujetar la voluntad política de todos los estados soberanos, a lineamientos y pautas que habían sido preconcebidas mucho tiempo antes, en sus laboratorios de la ingeniería social y política que se resume en la denominación inglesa "THINK TANKS" o tanques de pensamiento, que no son más que organismos compuestos por académicos, profesores, analistas y expertos de varias ramas de la ciencia que proponen soluciones para las décadas e incluso centurias postreras.
La historia fue demostrando lo que significaba ese "Nuevo Orden Mundial" que tan solemnemente anunciaba el presidente estadounidense George W. Bush Padre, ante el Congreso estadounidense en 1991 tras el fin de la guerra del golfo Pérsico. Con la URSS venida abajo y una Rusa que recogía los pedazos de lo que había sido una potencia político-militar de singo comunista, La Casa Blanca tenía el horizonte libre y sin oponentes para comenzar a desarrollar con total comodidad las políticas intervencionistas más descaradas y agresivas que pudieron haberse visto desde la culminación de la segunda guerra mundial en 1945.
En este drama, Argentino no estuvo exceptuada. La ola neoliberal salida de partidos conservadores británicos como el que presidió Margaret Thacher en la década de los ochentas, se potenció brutalmente con la administración republicana del presidente Ronald Reagan que tendría contiunidad con la llegada de Bush que a las políticas del libre mercado y descontrol de las actividades financieras privadas, le agregó la agresividad exterior que irían paulatinamente en ascenso hasta nuestros días.
Argentina cayó en esos vapores neoliberales sin que hubiese en aquellos momentos, partido político, organización o grupo que se opusiera con seriedad y decisión a lo que el gobierno de Carlos Menem y Cia, estaban por concretar, nada más ni nada menos que la desestructuración del estado para entregarlo a los intereses privados que con el tiempo, demostraron ser tan o más ineficientes que los del estado.
A pesar de que se han implementado algunas medidas para buscar salir de esa dependencia en la cual se involucran los banqueros foráneos y sus comedidos locales, estamos muy lejos de que se pueda decir que el país tiene libertad para implementar sus propias políticas geoestrategicas (sean comerciales, políticas, financieras y militares). A pesar de las formas y de los discursos, los que manejan los hilos desde Washington, New York y Londres no ven ellos argumentos que despierten su preocupación ya que "solo es parte de una comedia".
Hoy por hoy, ya en la segunda década del siglo XXI, Argentina se encuentra inmersa en una confusa y muy peligrosa encrucijada en la cual, la política exterior y sus prioridades geolpolíticas no aparecen claras o más bien, no han querido ser planteadas con firmeza ya que los funcionarios meramente pasatistas en la administración nacional, no quieren comprometerse con los destinos de un país independiente que para tal, requiere de un arduo trabajo y lucha contra quienes no quieren un país fuerte y soberano.
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