INTERNACIONAL
“EL
MATE Y LA GUERRA EN SIRIA”
Una anécdota simpática de nuestra argentinidad en medio de tanta tribulación en uno de los lugares más calientes del planeta
Un mercenario del FSA tomando un mate |
Si hay uno de los ejemplos de lo pequeño que es el mundo y que
incumbe a una de las costumbres más entrañables de la cultura argentina, es sin dudas lo que me enteré el otro día
cuando me hallaba viendo reportes por las redes sociales en internet, sobre la
situación en Siria e Iraq. En un momento
cuando veía un video subido por uno de los grupos mercenarios que operan en
Siria, se veía como un grupo de ellos se acercaron sigilosamente a un pequeño
fortín armado con bolsas de arena y un techo con chapas y bolsas con arena para
sostenerlas. Al parecer, era un puesto de vigilancia del ejército árabe sirio
que había sido recientemente abandonado. Con mucha precaución dos barbudos
armados con sus AK-47 irrumpieron en el pequeño recinto y allí, encima de un pequeño
taburete de madera adornado con fino
polvillo había un “mate con su bombilla” junto a una pequeña jarra que hacía
como nuestra querida pava.
En
otros videos difundidos por los grupos mercenarios, se ha visto como en las
posiciones y trincheras de soldados sirios y de algunos grupos mercenarios, las
cámaras captaron rastros de paquetes de
yerba mate “Piporé” diseminados en algunos casos, entre los escombros y restos
de una edificación después de un bombardeo. Incluso se han hecho algunos informes
periodísticos en los que se afirma que los mercenarios que tratan de derrocar
al gobierno sirio, son grandes consumidores de mate.
Pero
la realidad supera a estas tendenciosas y lamentables muestras de parcialidad
informativa. No han sido los mercenarios de la CIA y del Mossad quienes han
traído el mate a Siria. En la región, la costumbre de consumir esta infusión ha
venido siendo adoptada paulatinamente en el tiempo, y se ha extendido desde la
península arábiga hasta Irán. Y es que en los países árabes e islámicos, el
consumo de alcohol o bebidas enervantes están vedadas, no solo por
prescripciones religiosas sino también,
como parte de las costumbres sociales que se remontan a milenios.
Una
de las bebidas que se han conocido en occidente y que son habituales en el
mundo árabe islámico es el té de menta, especialmente consumido en Marruecos y
Túnez. También está el café, como una de las bebidas que reemplazan al alcohol
y que tienen un extendido consumo en países como Iraq, Egipto y Turquía. En la última década, la costumbre del mate se
ha extendido también en estos países, especialmente en Iraq, donde pueden verse
mateando a kurdos del norte, a los sunitas de las tribus nómadas del desierto
de Al Anbar y a los chiitas del sur. Su consumo no solo ha sido adoptado por el
gusto a la tisana en sí, sino también,
por la perfecta complementación que ésta infusión tiene con las costumbres y
prácticas que el Islam denomina como “Halal” (licito)
Según
una anécdota de un ex soldado de Saddam Hussein que se hallaba destacado donde
tenían su posición en una fortificación en la frontera con Kuwait en la guerra
de 1991, al regresar a su hogar en Naseriyah, comentaba a sus hijos como en las
largas y frías noches que debían vigilar que no se colaran estadounidenses,
tomaban mate con café, una costumbre que había traído un camarada bagdadí que
antes de la guerra viajaba al Líbano en donde tenía una familia amiga que solía
compartir con él cuando iba, “ésta extraña forma de beber un té de hierbas”.
En
siria también ha venido siendo algo común, ver cómo tanto los soldados sirios
como milicianos de los grupos que ocupan el país, en sus descansos o incluso en
sus centros de operaciones, estén tomándose unos mates o incluso en la versión
fría paraguaya “Tereré”. Aunque el mate no distingue de climas, ahora en Siria
y la región están en pleno invierno, la estación más propicia para unos buenos
mates calientes.
No
es extraño ver incluso a los yemenitas mateando, especialmente a los guerrilleros “Huties” que
en plenas faenas de combate como se puede ver hoy por hoy ante la agresión
saudita. Incluso los mismos sauditas son otros quienes han adoptado al mate
como una infusión muy agradable y estimulante para compartir entre amigos o la
familia.
En
Siria y el Líbano, ha sido sin dudas la cercanía entre las familias de origen
sirio que habían emigrado hace ya más de cien años a la Argentina y que hoy son
argentinos con raíces árabes, quienes han llevado la costumbre sana de
compartir un ritual que sirve para aunar
y acercar a propios y extraños. Nosotros en Argentina es tan común que alguien
que va o llega a un lugar donde están mateando que sea convidado y de ese modo
se integre al lugar. Es una anécdota casi macabra que éste símbolo del culto a
la sociabilidad y la amistad que identifica a los pueblos del Cono sur del
continente americano, se vea en medio de las trincheras, en los esqueletos de
los edificios donde se atrincheran los tiradores e incluso en las posiciones de
artillería –de uno o del otro lado- de aquellas lejanas y milenarias
tierras que en medio de los
ensordecedores estruendos de los cañones, bombardeos aéreos y los
aterrorizantes camiones bomba que sin aviso borran una cuadra entera.
Tal
vez sería una buena iniciativa, que en los recintos donde se tratan los altos
asuntos como la Liga Árabe, en el CCG del Golfo Pérsico o incluso en las
conversaciones por la paz que se realizan ahora en Ginebra para que Siria pueda
volver a la paz, se ceben unos mates a los comensales y tal vez, de ese modo
puedan aflojarse y como en una rueda de amigos, encuentren la armonía que se
requiere en los espíritus inflamados de los altos jerarcas que manejan el
asunto.
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