viernes, 29 de enero de 2016

INTERNACIONAL


“EL MATE Y LA GUERRA EN SIRIA”

Una anécdota simpática de nuestra argentinidad en medio de tanta tribulación en uno de los lugares más calientes del planeta

Un mercenario del FSA tomando un mate

Si hay uno de los ejemplos de lo pequeño que es el mundo y que incumbe a una de las costumbres más entrañables de la cultura argentina,  es sin dudas lo que me enteré el otro día cuando me hallaba viendo reportes por las redes sociales en internet, sobre la situación en Siria e Iraq. En un  momento cuando veía un video subido por uno de los grupos mercenarios que operan en Siria, se veía como un grupo de ellos se acercaron sigilosamente a un pequeño fortín armado con bolsas de arena y un techo con chapas y bolsas con arena para sostenerlas. Al parecer, era un puesto de vigilancia del ejército árabe sirio que había sido recientemente abandonado. Con mucha precaución dos barbudos armados con sus AK-47 irrumpieron en el pequeño recinto y allí, encima de un pequeño taburete de madera adornado con  fino polvillo había un “mate con su bombilla” junto a una pequeña jarra que hacía como nuestra querida pava.  

En otros videos difundidos por los grupos mercenarios, se ha visto como en las posiciones y trincheras de soldados sirios y de algunos grupos mercenarios, las cámaras captaron  rastros de paquetes de yerba mate “Piporé” diseminados en algunos casos, entre los escombros y restos de una edificación después de un bombardeo.  Incluso se han hecho algunos informes periodísticos en los que se afirma que los mercenarios que tratan de derrocar al gobierno sirio, son grandes consumidores de mate.

Pero la realidad supera a estas tendenciosas y lamentables muestras de parcialidad informativa. No han sido los mercenarios de la CIA y del Mossad quienes han traído el mate a Siria. En la región, la costumbre de consumir esta infusión ha venido siendo adoptada paulatinamente en el tiempo, y se ha extendido desde la península arábiga hasta Irán. Y es que en los países árabes e islámicos, el consumo de alcohol o bebidas enervantes están vedadas, no solo por prescripciones religiosas sino también,  como parte de las costumbres sociales que se remontan a milenios.

Una de las bebidas que se han conocido en occidente y que son habituales en el mundo árabe islámico es el té de menta, especialmente consumido en Marruecos y Túnez. También está el café, como una de las bebidas que reemplazan al alcohol y que tienen un extendido consumo en países como Iraq, Egipto y Turquía.  En la última década, la costumbre del mate se ha extendido también en estos países, especialmente en Iraq, donde pueden verse mateando a kurdos del norte, a los sunitas de las tribus nómadas del desierto de Al Anbar y a los chiitas del sur. Su consumo no solo ha sido adoptado por el gusto a la tisana en sí,  sino también, por la perfecta complementación que ésta infusión tiene con las costumbres y prácticas que el Islam denomina como “Halal” (licito)

Según una anécdota de un ex soldado de Saddam Hussein que se hallaba destacado donde tenían su posición en una fortificación en la frontera con Kuwait en la guerra de 1991, al regresar a su hogar en Naseriyah, comentaba a sus hijos como en las largas y frías noches que debían vigilar que no se colaran estadounidenses, tomaban mate con café, una costumbre que había traído un camarada bagdadí que antes de la guerra viajaba al Líbano en donde tenía una familia amiga que solía compartir con él cuando iba, “ésta extraña forma de beber un té de hierbas”.  

En siria también ha venido siendo algo común, ver cómo tanto los soldados sirios como milicianos de los grupos que ocupan el país, en sus descansos o incluso en sus centros de operaciones, estén tomándose unos mates o incluso en la versión fría paraguaya “Tereré”. Aunque el mate no distingue de climas, ahora en Siria y la región están en pleno invierno, la estación más propicia para unos buenos mates calientes.

No es extraño ver incluso a los yemenitas mateando,  especialmente a los guerrilleros “Huties” que en plenas faenas de combate como se puede ver hoy por hoy ante la agresión saudita. Incluso los mismos sauditas son otros quienes han adoptado al mate como una infusión muy agradable y estimulante para compartir entre amigos o la familia.

En Siria y el Líbano, ha sido sin dudas la cercanía entre las familias de origen sirio que habían emigrado hace ya más de cien años a la Argentina y que hoy son argentinos con raíces árabes, quienes han llevado la costumbre sana de compartir  un ritual que sirve para aunar y acercar a propios y extraños. Nosotros en Argentina es tan común que alguien que va o llega a un lugar donde están mateando que sea convidado y de ese modo se integre al lugar. Es una anécdota casi macabra que éste símbolo del culto a la sociabilidad y la amistad que identifica a los pueblos del Cono sur del continente americano, se vea en medio de las trincheras, en los esqueletos de los edificios donde se atrincheran los tiradores e incluso en las posiciones de artillería –de uno o del otro lado- de aquellas lejanas y milenarias tierras que  en medio de los ensordecedores estruendos de los cañones, bombardeos aéreos y los aterrorizantes camiones bomba que sin aviso borran una cuadra entera.  


Tal vez sería una buena iniciativa, que en los recintos donde se tratan los altos asuntos como la Liga Árabe, en el CCG del Golfo Pérsico o incluso en las conversaciones por la paz que se realizan ahora en Ginebra para que Siria pueda volver a la paz, se ceben unos mates a los comensales y tal vez, de ese modo puedan aflojarse y como en una rueda de amigos, encuentren la armonía que se requiere en los espíritus inflamados de los altos jerarcas que manejan el asunto.

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