NACIONAL
“LA NOVELA DE LOS TRES FUGITIVOS”
Cómo los medios, periodistas y algunos funcionarios argentinos buscan maquillar ante la opinión pública una fuga insólita
Por Javier B. Dall
Sin dudas, en Argentina hay muchas cosas que deberán ser resueltas
si sus gobernantes pretender escalar al país a un sitial más reconocido en el
mundo. Y esto no quiere decir que no exista corrupción en otros países, incluso
en los más desarrollados como suelen ser los escandinavos pero es que al menos,
se lo combate seriamente.
Este
es el prólogo para la novela mediática que se ha tejido en rededor de la “fuga”
de los hermanos Cristian y Martín Lanatta, junto al socio Víctor Schillaci del
penal de General Alvear en la provincia de Buenos Aires que tomo álgida relevancia,
cuando tres hombres que viajaban en una flamante camioneta “Hilux” color gris,
fueron detenidos en un control de ruta y como respuesta abrieron fuego con
armas de guerra que el ejército envidiaría.
Demostrando
una verdadera impiedad y sangre fría, dos hombres descendieron por las puertas
de atrás de aquella camioneta y con evidente profesionalismo abrieron fuego en
una forma que solo profesionales lo harían. La escena fue tomada por una cámara
de vigilancia urbana y registro con claridad el momento del hecho. A pesar de
la pésima calidad de la imagen, los medios no dudaron –y en especial algunos
periodistas- en decir que se trataba de los “tres prófugos”, que
mágicamente, habían cambiado aquella misteriosa y costosa camioneta negra que
los esperaba a las afueras del penal, por éste flamante vehículo.
captura de cam-ruta 20 |
Igualmente
y pese a la borrosa calidad de la imagen, el ministro de Seguridad provincial
Cristián Ritondo afirmó que esos eran los tres prófugos. Pero a pesar de la contundente
aserción de las autoridades, muchas cosas seguían sin encajar. El actuar de
estos sujetos, no parecía ajustarse a las cualidades de los detenidos.
Su
reacción ante control policial y su posterior actuación habla más de hombres
con mucha experiencia con armas de guerra que la de los presuntos sicarios como
se los sindica. Realmente y acudiendo a
un razonamiento medio se puede oler algo raro en todo esto. Desde el inicio,
cualquiera se podría preguntar ¿Quiénes proveyeron los medios para sacarles del
presidio? O ¿Quién o quienes les esperaban a las afueras del penal? O, ¿quiénes
son los que dejaron el vehículo, teléfonos, las armas y el dinero para poder
moverse? Seguramente no cayeron del cielo ni menos aún, hayan sido provistos
por exóticos carteles de la droga.
Durante
horas, los medios noticiosos, los foros televisivos de charlatanes y opinologos
capitalinos llenaron las pantallas con versiones espectaculares y
especulaciones tan alucinantes como inverosímiles. Claramente, el objetivo era
decirle a la gran masa de borregos que se comen lo que éstos le dicen, que “la búsqueda
de fugitivos continuaba” mientras se mostraba una camioneta de la policía bloqueando
la ruta aledaña a los Ranchos.
Y si
a toda esta cadena de inconsecuencias agregábamos que, por algún extraño
misterio, los “supuestos prófugos” habían logrado saltar el cerco policial de
la zona donde habían sido presuntamente individualizados, apareció la “Hilux”
ardiendo con lo cual, todo posible vestigio de rastrear la identidad de los
verdaderos ocupantes de la misma, se habían perdido. Por la situación que se
encontraban estos, el incinerar la camioneta además de demostrar una técnica
eficaz para encubrir huellas, revela una incongruencia notable: Si ya conocen
sus identidades ¿para qué molestarse en quemar este vehículo?
No
sería nada extraño que estemos ante una operación montada desde sectores del
estado provincial, vinculados con estas mafias y tal vez, con una apoyatura que
trascienda las fronteras.
Siendo
directos y objetivos, estos tres prófugos no solo habrían sido forzados a salir
de aquel penal de máxima seguridad sino que además, apenas estuvieron fuera,
fueron eliminados y seguramente –y de acuerdo a como se den las circunstancias-
podrían no aparecer jamás o si la presión pública se vuelve insostenible,
lo harán pero sin vida.
Este
“extraño hecho” sirvió para acomodar la situación de estos tres presos, que
además de haber denunciado a importantes personeros de la política bonaerense,
se presentaban como potenciales e importantes testigos, ante los nuevos aire
políticos que están empujando la reapertura de investigaciones que la era K enterró
judicialmente bajo las argucias más diversas. Especialmente interesados por que
estos señores “desaparezcan” son los sucios y ramificados intereses del narcotráfico, que habían venido
fructificando durante la última “década ganada” para la cual, personajes como
el ex ministro Aníbal Fernández y un
entramado de otros ex funcionarios de épocas pretéritas de la gobernación
provincial, fueron -y siguen siendo- preponderantes
para su impunidad.
Sea
cual fuere el desenlace de este hecho, es una oportunidad y un caliente desafío
para que el gobierno ensaye sus políticas de seguridad en donde pueda
demostrar, que ha venido para combatir, tanto a nivel de seguridad como del
judicial, el cáncer de la corrupción.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario