INTERNACIONAL
“ARABIA SAUDITA
HACE ARDER EL GOLFO”
Cómo la ejecución de un clérigo saudita de la rama chiita, busca mantener e incluso aún, acrecentar la inestabilidad regional
EL mundo árabe-islámico no para sufrir las más execrables
y desvergonzadas afrentas contra la integridad de sus integrantes que cabe
recordar, también son seres humanos. La ejecución por parte de Arabia Saudita
del jeque chiita Nimr Baqir Al Nimr parece ser una provocación más del apostata
y colaborador gobierno de la Casa real Saud, inclinada de constante a los
intereses de Washington y Tel Aviv.
La ejecución de éste líder saudita de la rama chiita, ha
levantado una amplia condena no solo dentro del mismo reino sino también fronteras
afuera. Desde Bahrein a Yemen, Irán, Iraq, Pakistán, Sudán y demás países
del noreste de África, los musulmanes chiitas
en especial y los musulmanes en general han levantado la voz de condena con éste
régimen cruel que además de éstas prácticas arbitrarias e injustas, colabora
con los poderes occidentales al llevar la muerte a los árabes vecinos.
Para algunos, esta ejecución persigue otras finalidades
más allá de la penalidad de delitos completamente falsos. En resumen lo que se
estaría buscando sería, el mantener o incluso agudizar la brecha confesional
entre sunitas y chiitas dentro del mundo islámico, objetivo que ha venido
siendo tarea incesante de las operaciones de la CIA y sus colegas israelíes
siendo “Al Qaeda” y el “Daesh” sus obras más ambiciosas para tal fin. Incluso
se especula, que se busca la polarización total de las relaciones entre Irán y
Arabia Saudita facilitando aún más, el enturbiamiento de la ya de por sí
nebulosa atmosfera regional.
Los argumentos que expuestos por Riad fue, que su
ejecución se dio por cargos de desobediencia armada y terrorismo, siendo éstos
cargos sobredimensionados y exagerados, lo que demuestra la total falta de las
mínimas garantías de imparcialidad, del derecho de defensa y posibilidad de ser
oído ante una instancia superior mediante un recurso. Como lo han señalado
varios expertos, este tipo de prosecuciones y condenas son claramente
incongruentes con las acciones del mismo gobierno que –y con sobradas
pruebas-, viene promoviendo la
violencia armada en Siria e Iraq, mediante su vergonzosa cooperación con los
planes que orquestan EEUU, la UE e Israel. Lo cierto era que el clérigo chiita
era una voz muy molesta para las conciencias de quienes se dicen musulmanes
pero que poco tienen de tales, al fomentar la muerte y el caos contra otros
musulmanes.
La interpretación de la “Sharia” –ley islámica- por
parte del régimen saudita dentro de las prácticas que hacen al impartir
justicia respetando los mandatos de Dios (Adl), han venido siendo muy
criticadas desde varios sectores de la Umma –Comunidad Islámica- y de eruditos islámicos tanto suníes como
chiíes.
Lamentablemente, la ley sagrada se ha mezclado con los
intereses políticos y con los manejos espurios y ajenos a los reales propósitos que se dirige a
reglar, poniendo en evidencia que, por éstas interpretaciones que van contra la
“Suna” –tradición- está siendo
desvirtuada, por un régimen corrupto y amoral.
Este hecho tuvo su inmediata reacción política desde Irán,
cuando tras conocerse la ejecución, desde el gobierno se convoco al
representante saudita en Teherán para una entrevista urgente. La medida que
obviamente no fue del agrado del gobierno saudita, quien para devolver
gentilezas, tomo sus propias medidas al llamar inmediatamente al embajador
iraní en Riad.
Esto viene a empeorar las flacas relaciones entre ambas
partes, que se ven claramente enfrentadas en la situación bélica que se
desarrolla en la región del Levante entre Siria e Iraq y la que sacude al Yemen
y que además, tiene como corolario, la entelequia del
“Daesh”, una creación de las agencias de inteligencia estadounidenses que
sorpresiva y muy convenientemente ya había aparecido dentro del Yemen.
Precisamente, este era uno de los temas que denunciaba abiertamente Al Nimr y
que, como hombre político, no solo denunciaba a los cuatro vientos estas
connivencias del gobierno real, sino que además puso en duda las cercanas y
oscuras relaciones que mantiene con gobiernos como el norteamericano, el
francés y el israelí.
Por lo pronto hay recordar que Riad y en particular el
régimen monárquico de los “Al Saud” no han sido observados, criticados o de
alguna manera emplazados por Naciones Unidas a respetar los principios de la
Carta orgánica en la cual, se reconocen derechos y las garantías inherentes que
todo ser humano –y en apariencias sin distinciones- tiene no solo por su
condición de tal, sino por ser Arabia Saudita, un miembro más de la
organización internacional.
Tampoco se ha visto y dudamos mucho que lo veamos,
condena o emplazamientos desde Washington o de la Unión Europea dado que, el
reino es un cercano y estratégico aliado para la geopolítica regional que hoy
por hoy, EEUU y sus aliados –entre ellos Israel- despliegan a razón de
brutalidad, destrucción y muerte.
Para la vista de la opinión pública se trata de una nueva
muestra de la impunidad de la que goza
una monarquía opulenta sustentada por los petrodólares que brotan a borbotones
de sus miles de pozos en la región; para otros, el accionar de una torcida
interpretación del Islam –dado que el Wahabismo no es una doctrina sino una
costumbre tribal- y seguramente para Al Nimr como religioso chiita, su
muerte fue el resultado de una obligación,
la que enseña la corriente chiita especialmente inspirada en el martirio
del “Imán Hussein” (PB), en la cual, en el camino por preservar al Islam de
cualquier amenaza, el precio de luchar
por la verdad si es necesario, debe ser hasta el martirio.
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