VETERANOS DE AYER
“LA SEGUNDA GUERRA”
A 26 años de la zarpada del grupo T.88 a la guerra del Golfo Pérsico el estado argentino sigue manteniendo en el limbo a sus veteranos
Por
Charles H. Slim
Han pasado veintiséis años y siguen, desde que dos navíos de combate
argentinos zarparon con dos dotaciones compuestas por unos quinientos hombres de
la marina de guerra para supuestamente, ir a cumplir con un mandato de Naciones
Unidas que en puridad nunca existió. El
día 25 de septiembre de 1990 la base Naval de Puerto Belgrano se hallaba
alborotada, entre preparativos y movimiento, había una mezcla de nerviosismo, tristeza
y también espectancia por conocer que era lo que depararía a esa fuerza naval
que partía rumbo a lejanas aguas.
Es
por ello que cuando alguien se refiere a la experiencia argentina en el campo
de la guerra, no debe olvidar que por su experiencia califica y por muy lejos
entre sus pares del Cono sur ya que además de haber luchado en una guerra en
1982 contra el Reino Unido –y por ende contra la OTAN- por la
recuperación de la soberanía de sus islas Malvinas y las aguas adyacentes,
apenas unos ocho años después fue parte de otra guerra mucho más compleja y
lejos de su hogar, cuando en 1990 tras llegar al Golfo Pérsico participo como
aliado naval de las fuerzas de Coalición occidental contra Irak. Con esta
participación la Armada Argentina demostraba –para pesar de Londres
especialmente- que todavía existía capacidad operativa y profesional.
Es
muy seguro que nadie y eso incluye al presidente Menem y al Jefe de la Armada
de entonces, podía llegar a imaginar lo que devendría de aquella salida y que
pudo haber sido una fatalidad de la cual, no habría habido regreso. A la vista en la distancia se puede ver cómo
sin considerar riesgos, consecuencias y sin prever responsabilidades que
conllevaría dicho involucramiento, el gobierno argentino se colgó del tren del momento como si de una aventura exótica
se tratara. A cada año que pasa, se puede entender con mayor precisión lo que
represento el involucramiento en aquella “guerra” que sigue marcando la
realidad geopolítica del Medio Oriente y del globo.
Con
esto podría creerse que los gobernantes de ese entonces, poco o nada sabían de
lo que significaba la geoestrategia o la geopolítica que podía evolucionar con
esta campaña bélica y de las implicancias que ello acarrearía a largo plazo por
el involucramiento ciego y sin conocimiento.
Mucho menos, que estaban siendo utilizados por Washington para concretar
sus propios planes. Como siempre hemos puesto en duda, pareciera como que nunca
en la Argentina hubieron tanques de
pensamiento político con objetivos nacionales propios, que no estuviesen
contaminados con los intereses de otros estados y gobiernos como se ha venido
comprobando a lo largo de estas casi tres décadas de una cruda y descarnada
política de intervencionismos contra soberanías y pueblos del mundo.
Pero
la faz política de aquellas jornadas no estaban ni podían estar en conocimiento
de los tripulantes de los buques argentinos que zarpaban por órdenes del poder
ejecutivo. Solo debían acatar la misiva
impartida y concurrir a esa misión sin discusiones.
Es
cierto que los buques argentinos que participaron en las operaciones bélicas
dentro del Golfo Pérsico, no lanzaron incursiones sobre el territorio de Kuwait
o sobre Irak; en resumidas cuentas esa no era su tarea.
Como en toda operación
bélica, las tareas se dividen en comandos y unidades para operaciones de
diversas características sin que ello le quite el mérito de haber servido en
dichas operaciones. Las unidades de combate se enfocan a tareas de operaciones
directas y para ello, no deben perder de vista sus objetivos distrayéndose de
temas que involucran a unidades que deben velar que todo esté en orden para que
puedan operar. Una de las peores
pesadillas para los generales que dirigían las operaciones desde el CENTCOM
habría sido que sus buques de transporte de municiones que entraban por el
estrecho de Ormuz, fueran volados o simplemente retrasado en su ruta a los
apostaderos sauditas en “Al Jubail”. Solo basta imaginarse una situación semejante
para describir cual hubiera sido la reacción del Comando Central Aliado desde
donde hubieran pedido la cabeza del encargado de coordinar las tareas de
custodia de la ruta de abastecimiento y ese a su vez hubiera descargado su ira
contra el jefe del grupo que tenía la zona a cargo y si el caso hubiera sido
que el grupo ALFIL 1 cometía un error semejante, no duden que la llamada a
Washington hubiera sido como una centella para que “saquen a esos tipos de
ahí”.
La
tarea de los buques argentinos, canadienses y australianos era la de facilitar
el tránsito seguro de dichos buques y a su vez, vigilar el cuadrante este
(hacia Irán) donde habían aliados de Bagdad que podían haber lanzado un golpe
sorpresivo contra estas rutas, lo que de por sí pudo haber causado un
descalabro logístico que habría dejado sin municiones, piezas de artillería e
implementos tecnológicos necesarios en el frente.
Incluso no se sabía si Irán
mismo podría girarse a favor de Iraq por
lo cual las unidades como el ARA Ate Brown y la corbeta ARA Spiro, jugaron un
papel preponderante que hasta hoy no son conscientes que prestaron.
La
situación geográfica del teatro de operaciones del Golfo, representó un
verdadero desafío para las unidades navales argentinas estaban adiestradas a
navegar en aguas abiertas y más profundas. Y no solo eso, las características
que presenta aquel cajón de aguas poco profundas que baña las costas de Kuwait, Iraq, Irán y
los emiratos del golfo, con apenas 200 kilómetros de distancia entre la costa
de Irán y Fanatir en el puerto saudita de Al Jubail, hacía que prácticamente
los buques estuvieran a tiro de los más rudimentarios cohetes que Iraq pudiera
poseer. Según los datos de la posición
de navegación del grupo ALFIL 1 en pleno de sus operaciones, mantenían una
distancia de apenas 30 kilómetros de las costas iraníes y unos 300 de las
costas de Kuwait, distancia notablemente corta y al alcance de los misiles anti
buque “Gusano de Seda” que tenía Iraq.
Ahora
bien, si lo hubieran sabido de antemano, ¿su gobierno los habría enviado? Pues
la historia y la idiosincrasia de los políticos argentinos pareciera decirnos
que ¡sin ninguna duda!, siempre y cuando hubiera dinero en juego. Con seguridad de que la administración Bush y
menos aún el Estado Mayor Conjunto a
cargo del general Collin Powell les dijo
a los argentinos que serían enviados a cumplir una fase de las operaciones que además
de vital, requería que precisamente no supieran que podría esperarles.
Brevemente, estas unidades navales que operaron entre los 27º latitud norte y los 51º longitud este no
sabían que estaba siendo expuestos como patos para tiro al blanco, posición
útil y muy conveniente para cuidar las espaldas de los grupos de operaciones
navales de la primera línea.
Para
los almirantes y los comandantes de operaciones navales del NAVCENT, había que proteger
a toda costa la integridad de las unidades insignia que servían como comandos
de operaciones desde donde se lanzaban los principales ataques y vuelos de
reconocimiento sobre los cielos enemigos.
Si asignaban navíos propios para proporcionar cobertura antiaérea o
incluso de patrullaje para cuidar las espaldas de estas “Task Force”, habrían distraído unidades vitales para el
desarrollo de las operaciones navales que simulaban preparar en el occidente de
las aguas del Golfo. Y aquello no fue para nada impensado ya que fue en ese
sector y muy cerca de donde operaban los argentinos, que se produjo uno de los
incidentes más shockeantes e inesperados para los mandos de la Coalición. Pero
por efecto de la estrecha censura militar norteamericana, cualquier versión
sobre lo ocurrido fue tapado bajo pilas de papeles en los archivos de la DIA e
incluso de la CIA.
A
pesar de ello, quedo claro que si un buque que cumplía tareas de nada menos
Comando y con una vigilancia tan amplia como la que disponía el “USS Midway”,
los iraquíes pudieron colar dos cohetes de fabricación china modificados que
casi les borró la cubierta, entonces usted podría preguntarse ¿qué habría
sucedido si uno de los pequeños buques argentinos se hubiera cruzado en la
trayectoria de esos cohetes o peor aún, si el ataque hubiera sido dedicado a
uno de ellos? El resultado surge tan escalofriante que hace innecesario que lo
pronostiquemos. Entonces de haber sucedido así ¿Cuáles hubieran sido las
excusas del gobierno de aquel entonces cuando regresase parte de sus dotaciones
en cofres con la bandera en su tapa?
Crean que en ningún momento al presidente Menem o a sus comandantes militares
que le respondían, se hicieron algún tipo de cuestionamiento semejante y de
haberse producido una desgracia semejante, hubieran realizado alguna
parafarnalia con gimoteos para las cámaras y falsos agradecimientos
entregándole una bandera a cada familia afectada, pero nada más.
Entonces,
reflexionando sobre todo esto y a la distancia de esos 26 años, se puede aseverar
que fue una campaña a la cual fueron enviados más de 500 hombres a una guerra
no convencional, a miles de kilómetros de su patria en un teatro de operaciones
extraño y complejo y pese a la adversidad anímica que ello pudo representar, además de haber cumplido exitosamente con el
papel que se asigno en su misión, pasaron a ser parte de la historia que buena
o mala, no puede ser obviada por simples burócratas políticos que lejos están
de saber siquiera que es lo que pasa dentro de sus propias oficinas.
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