viernes, 2 de diciembre de 2016


EN DEBATE



“Mr. PRESIDENT, PLEASE!”

Cuál será el tono de la relación entre el presidente Mauricio Macri y el presidente estadounidense Donald Trump?



Por Javier B. Dal
Las vueltas de la vida a veces llevan a que lo imposible de creer en un momento, se vuelvan una realidad ante nuestra mirada.  No importa cuánto tiempo pase o cuantos gobiernos cambien en la Argentina, sus gobernantes sin distinciones de orientaciones políticas o sociales, parecen estar siempre un paso atrás de la historia y diez pasos más atrás de la realidad política global. ¿De dónde surge esa vetustez en la forma de pensar que se traslada a la realidad de las políticas domésticas de un país que parece sumido en una continua contemplación y autismo político?

A pesar de que el supuesto régimen  kirchnerista pintado de “revolucionario” se diluyo como el vapor del rocío con los primeros rayos del sol,  los argentinos y sus políticos siguen jugando a ser lo que no son o al menos, lo intentan  en forma lastimera, saltando de un lado a otro para acomodarse a las nuevas tendencias.  

Actualmente hay un gobierno que exuda sin vergüenza un claro sentimiento anglófilo que se ve muy bien representado por un Maurcio Macri que habla perfecto inglés, un detalle que hay destacar en comparación a sus impresentables  homólogos.

Más allá de extendernos en hacer una revisión sobre la idiosincrasia política argentina,  vamos a ver cómo el actual presidente Mauricio Macri quien coqueteó impertinentemente con los demócratas norteamericanos haciendo su propio diagnostico, asegurando que sería Hillary Clinton la próxima presidente de los EEUU, terminó metiendo la pata. Y no solo eso. También y colgado a aquella corriente de burlas y cotilleos sobre la peculiar personalidad del candidato Donald Trump que abundaban en los medios estadounidenses hasta antes del 7 de noviembre, Macri quedo doblemente mal parado debiendo prepararse para ver cómo será la reacción de la Casa Blanca a partir del mes de enero.

En realidad y para tranquilidad del mandatario argentino y su corte de obsecuentes con las políticas anglosajonas y sionistas, Donald Trump tiene en su agenda temas mucho más importantes que la de recordar que un pequeño presidente –a quién él mismo conoció en épocas de negocios- de un inexistente gobierno del cono sur,  se rió de su personalidad y de sus capacidades para lograr llegar a donde ha llegado. Es más, según lo han referido algunas fuentes cercanas al círculo de Trump, no existe un interés capital –o de carácter político para la nueva administración- en prestar atención a la situación regional si no es de estricto interés para Washington.

Aunque ello pueda ser un alivio al ahorcado gobierno de Macri, es una desesperanza para los leguleyos y arrastrados que buscan ser más norteamericanos que los mismos yanquis con tal de ver ingresar a sus bolsillos unos cuantos dólares. Con ello queremos decir, que no habrá un espectáculo como el que se montó a comienzos de año con Obama en Buenos Aires y todo el circo mediático que lo rodeó; aquí no veremos a un Trump bajando de su avión presidencial y luego atosigado por una corte de alcahuetes políticos y mediáticos para  ser agasajado con “comida tradicional” y verlo bailar tango con alguna bailarina que crea que ha estado bailando con Dios. Todo eso puede darlo por descartado.

Si Donald Trump levantara el teléfono para llamar a la Casa Rosada será para avisarle a Macri que se acabaron las pocas ventajas que Argentina podía obtener de su intercambio comercial con el país del norte –especialmente de sus empresarios que tienen estrechas relaciones con Wall Street- , que tenga listo el permiso de construcción para sus “Torres Trump” en plena capital o que vaya preparando una excusa para que los chinos desalojen su base de comunicaciones en Neuquén ya que, pese a sus promesas de campaña, a EEUU le sigue interesando establecer una base militar estratégica en la región.  Claro que estas son solo especulaciones pero, no puede dejarse de mencionar.  Recordemos sino, que Macri y Cía mostraron su abierta adhesión a Hillary Clinton y al partido demócrata, dejando expreso su deseo inconsciente de que el Stablishment financiero mafioso que maneja al estado profundo en EEUU, se mantuviera manejando los destinos del país. Igualmente que ganara Trump no hará que eso cambie, solo le dará otros matices, pero nada más.

Fue el mismo Trump quien denunció estos lazos oscuros y a los cuales se propuso cortar para que su país retome el rumbo de una política propia “de América para los americanos”, alejado de los intereses foráneos que sostienen ideas y proyectos mesiánicos como son las continuas refriegas a las que EEUU tuvo que embarcarse para cubrir al –dicho por Henry Kissinger- inviable estado de Israel.  Según sus propias promesas de campaña, los lobbies se terminaron y ello debería incluir a los más influyentes en las decisiones de política exterior de los últimos sesenta años como son los sionistas de AIPAC y la docena de otras organizaciones que contribuyen activamente para que el caos sea la regla en el mundo árabe.

Estos mismos lobbies y sus intereses financieros mantienen una muy estrecha vinculación con Argentina y poco les importa quien tenga la administración pasajera del país.  Incluso podríamos decir que a estos intereses poco les importa que el gobierno de Macri sea un reservorio de leales sionistas (v. ADRÍAN SALBUCHI. http://www.asalbuchi.com.ar/2010/02/mauricio-macri-gerente-del-sionismo-y-de-israel-en-la-argentina/) dispuestos a luchar por la causa claro, por una buena remuneración.  Al final de cuentas y como siempre lo han demostrado aquellos solo son elementos dispensables.

También en este tema estamos seguros de poco cambiara y solo habrá algunos retoques cosméticos para tratar de suavizar la realidad ante la opinión pública norteamericana y mundial.  Solo basta escuchar las palabras del vice Mike Pence quien autoproclamado “cristiano, conservador y republicano” no dejado ningún lugar a dudas de cuál será la política de la Casa Blanca en el tema Israel y todo lo que sucede en el Medio Oriente, haciendo explicita una argumentación mucho más mesiánica y ciertamente nociva para los que se opongan a ese punto de vista. Tal como lo ha dicho en uno de sus spots de campaña y para ser breves, quienes no estén a favor de Israel son enemigos, una postura muy similar a la de psicópata George W. Bush quien tras los embustes del 11/S que sirvieron para montar  falsas pruebas contra Afganistán e Iraq, declaro que “O están con nosotros o con los terroristas”,  quedando a la vista que significaron esas palabras para millones de personas.


Pero regresando a la insípida vida política argentina y para ir concluyendo, no caben lugar a dudas de que el único tema que podría llegar a poner frente a frente a Mauricio Macri con su par Donald Trump sería las tratativas para que la empresa “YY Development Group” pueda comenzar con sus obras en la ciudad autónoma, lo cual podría darse en el marco de –y con mucha suerte- una fría y lacónica llamada telefónica en la cual Macri tratando de ser amistoso con su par del norte lo saludaría diciendo “Hello, Donald” quien este a su vez y con su peculiar modismo e impredecible carácter le replicaría al instante “Mr president, Please!!, Mr presidente for you!”

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