INTERNACIONAL
“NADA DE COLATERAL”
Ante las continuas masacres que comete la aviación de la Coalición Internacional, para los iraquíes en general y los de Mosul en particular queda claro que sus bombardeos no son obra del error
Por
Dany Smith
A partir de la primera etapa de la guerra del Golfo Pérsico en 1991,
los bombardeos sobre blancos civiles se fueron incrementando en cantidad y
proporción llegando a que hoy día esos episodios de brutalidad inhumana lleguen
a ser casi una anécdota o parte del panorama normal de la vida de los iraquíes,
canallescamente normalizado por los multimedios occidentales.
La
tragedia del pueblo iraquí no tiene parangón –al menos no para su historia
como nación árabe- y sin dudas, menos aún tiene una explicación plausible
que pueda argumentar tanta saña focalizada contra su gente.
Hasta
antes de aquellas jornadas quién podría haberse imaginado que con la
sofisticada tecnología de sistemas de misiles guiados, rastreo por satélite y
visores nocturnos era posible que un avión pudiera lanzar sus cargas letales
contra hospitales, escuelas o una simple casa de una familia anónima en algún
barrio de Bagdad; poco creíble ¿no lo cree? En esos años, el Pentágono y la
Casa Blanca presentaban videos de sus misiles “Hell-fire” que mostraban los
edificios o emplazamientos unos segundos antes de que los alcanzaran,
argumentando con ello que sus operaciones eran de una “precisión quirúrgica”,
que en realidad nunca fue. Quede claro
que en este artículo solo tratamos el aspecto meramente militar dejando de lado
las operaciones sucias que las acompañan.
Durante
la segunda guerra mundial las barbaridades como estas fueron maquilladas por
los triunfadores y pasaron como una consecuencia involuntaria de aquella lucha.
Más cerca en el tiempo, Corea en 1950 y mucho más Vietnam en 1969 trajeron a la
palestra la moralidad de las tropas estadounidenses que entre otros crímenes
registrados por muy pocos periodistas fue el uso de elementos químicos como el
“agente naranja”, del Napalm sobre aldeas y el bombardeo indiscriminado con
bombas de racimo sobre nada menos que Hanoi, capital de aquel Vietnam del
norte.
En
esta ocasión los historiadores a sueldo de Washington, no pudieron tapar tanto
como hubieran querido los personeros que formaban parte del Stablishment político-militar
y financiero de esos momentos. Para intentar hacer digerir esa tragedia que fue
soportada en carne viva por sus propios soldados quienes en su mayoría
regresaron con traumas que jamás superaron, la maquinaria de propaganda llamada
“Hollywood” lanzo todo tipo de películas para matizar convenientemente esas
desastrosas guerras y de ese modo, lavar las culpas focalizando el origen de
aquellas guerras en un “peligro maligno” encarnado en el Comunismo.
Muchos
se preguntaban ¿Qué había pasado con los Convenios de Ginebra, los Protocolos y
las Convenciones sobre el trato humanitario? Aparentemente estas cuestiones,
solo eran detalles para los elucubradores de estos enormes crímenes de guerra.
Solo son “detalles administrativos”
habría dicho Robert Mc Namara en una reunión con nada menos que el
Consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger en momentos que la
impopularidad de la guerra estaba creciendo.
Hay
una clara mentalidad siniestra y psicopática en estas elaboraciones. Lo peor de
todo es que no surgen de una sola o de un grupo de personas; o mejor dicho, no
pueden funcionar sin la colaboración de una estructura colectiva que les
avalen. Y sino ¿Cómo podría creerse usted, que una familia estadounidense
promedio, enviara a sus hijos a guerras a miles de millas de su patria que
terminara participando en masacres masivas, torturas y quién sabe cuántas cosas
más? Con esto todo parece demostrar que EEUU en un gran rebaño de ovejas
pastoreada por lobos.
Actualmente
siguen saliendo a la luz muchas de esas “inconfesables atrocidades” que los
gobiernos estadounidenses amparados por
las estridentes palabras “democracia y libertad” barrieron bajo la alfombra de
la historia. Precisamente estas revelaciones nos llevan a los años ochentas,
sin dudas una de las décadas más particulares y excitantes de la historia
política contemporánea. Fue en esa década que Washington movía sus fichas en el
Medio Oriente para tratar de contener la influencia soviética y el surgimiento
de la amenaza de la revolución iraní que podía contagiar a las masas pobres de
los países árabes.
Pero
detrás de ese supuesto horror que despertaba el Ayatolá Komeini y su revolución
Islámica, susurraban al unísono los intereses sauditas e israelíes de frenar a
como diera lugar a esa “endemoniada ideología” que ya había prendido en los chiitas
libaneses y que traían a mal traer a los planes de Tel Aviv para con el Líbano.
Fueron
los años en que Ronald Reagan y Cía le dieron a Iraq y en especial al gobierno
de Saddam Hussein, todas las armas convencionales que les fuera posible comprar
e incluso, para no quedar comprometido directamente, autorizó a varios países –entre
ellos Chile y Argentina- a venderles a los iraquíes todo lo que aquellos
necesitaran. Y no solo eso. Bajo la mayor discreción y tercerizando sus
operaciones no dudo en orquestar la provisión de las letales y prohibidas armas
químicas y biológicas que los EEUU había venido desarrollando para utilizarlas
en un hipotético conflicto con la URSS ( SPUTNIK. https://mundo.sputniknews.com/defensa/201703131067550733-armas-quimicas-eeuu/ ).
Incluso
recordemos y para no olvidar de que se trataba todo aquello, Washington vendía
al mismo tiempo y clandestinamente armas a Irán lo que la historia recuerda
como el “Iran-gate”, escándalo que fue puesto a la luz pública tras haberse capturado in fraganti al
oficial de la marina estadounidense Oliver North” como el contacto para estas
operaciones. Eso comprobó el negocio que había detrás de esa guerra pero con un
condimento extra como era la islamofobia que alimentaba la matanza entre
musulmanes.
En
1991 y en 2003 las fuerzas angloestadounidenses se despacharon sin misericordia
contra las poblaciones y aunque se ha tratado de encubrir con variados
argumentos y documentales claramente sesgados, esos hechos son parte de la
historia de los iraquíes y del mundo. Desde que la “Coalición Internacional”
comenzó sus bombardeos por el 2014 las mismas aberraciones se han vuelto a
registrar sin pausa contra las regiones donde se instaló el “Daesh” sin que
Washington acusara recibo.
Desde
Faluja hasta Tikrit y de allí hasta Ramadi, los aviones norteamericanos y
británicos no tuvieron el menor escrúpulo que volar manzanas enteras para
eliminar a un solo francotirador, utilizando como de costumbre sus bombas con
cabezas de uranio empobrecido que dejarán en el sector donde ha impactado, los
vestigios venenosos de la radiación.
Incluso
muchos de estos ataques fueron dirigidos contra posiciones de milicias chiitas
que estaban apoyando las operaciones contra el “Daesh”, que curiosamente
pertenecían a una de las agrupaciones de la resistencia más letales de la época
de la ocupación.
Las
últimas masacres en barrios de Mosul han sacado una vez más a la luz, ésta
detestable e inhumana costumbre de convertir a zonas urbanas en polígonos de
tiro y práctica de sus nuevos artilugios de muerte. Es entonces que usted puede
preguntarse ¿A quién diablos pretender convencer con eso del daños colateral?
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