miércoles, 12 de julio de 2017






 EN DEBATE




“EL OPORTUNISTA”

Tras el encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin en la Cumbre del G-20 en Hamburgo y tras tratar el tema de Siria parece haberle dado ánimo a Turquía y aprovechando las nuevas circunstancias para avanzar más allá de lo permitido



Por Charles H. Slim
Al parecer las cartas están echadas y la suerte de las bandas armadas que operan en Siria tendría los días contados. Solo es una metáfora para decir que pese al apoyo que puedan seguir recibiendo de Washington y de sus aliados regionales, los llamados “opositores moderados”, no pueden sobreponerse a los avances del ejército árabe sirio y de sus aliados, especialmente el Hesbolá libanes que ha ido empujando a los grupos como “Al Nusra” y las milicias del “Ejército Libre Sirio” fuera de los territorios del sur en Quneitra y Al Daraa.

Pese a las ayudas de Tel Aviv, el ejército sirio se ha mantenido firme y la asistencia aérea rusa ha moderado los ánimos de los israelíes quienes se han contentado con observar desde el otro lado de la barda, como los batallones del ejército sirio barren a los últimos bolsones de mercenarios que se respaldan entre la frontera libanesa e israelí. 

Igualmente Avigdor Lieberman ya dejo en claro que no respetara el alto al fuego pactado entre EEUU y Rusia (VeteransToday. “Israel no está obligado por acuerdo de cesación del fuego…” http://www.veteranstoday.com/2017/07/10/israel-not-bound-by-us-russian-ceasefire-deal-in-syria-liberman/)   

Pero tras los encuentros que ha habido entre Trump y Putin durante la cumbre del G-20 y las ríspidas conversaciones mantenidas entre Tillerson y Lavrov,  parece que le ha dado las ínfulas a un tercero que ya venía haciendo de las suyas con sus continuos cambios de posición en lo que respecta al conflicto. Se trata de Turquía y más precisamente del gobierno del errático Tiyip Erdogan, quien ha demostrado ser tan astuto como brutal. Sus políticas internas son tan autoritarias como brutales y en lo que hace a la política exterior, Erdogan no ha dudado de saltarse de bando en todo lo que ha venido sacudiendo a Siria e Iraq.

En lo doméstico su gabinete y su familia han estado involucrados en todo tipo de actos de corrupción  que tras ser denunciados, ha llevado a que el mismo Erdogan ordenara el arresto de periodistas, el cierre de diarios y el control de las comunicaciones online como el internet. Pese a todo este tipo de aberraciones, la “Comunidad internacional” (entiéndase EEUU y la UE) lo tolera  ¿Pero por qué tanta tolerancia con un mandatario tan tenebroso? La respuesta es simple y ella es que él sirve a los propósitos de Washington y Bruselas en la región.

Con delirios de revivir el imperio Otomano, Erdogan un islamista muy particular no ha dudado en sacarse a sus rivales de la oposición con los viejos métodos de sus ancestros que pese a que no los ha empalado  -al menos no aún-, no han dejado de ser menos brutales. Esto ha llevado a que las protestas en su contra crecieran con los años y ello ha llevado a que se encuentre entre las cuerdas llevándolo a maniobrar a conveniencia tratando de limpiar su imagen.

Tras el fallido intento de golpe de estado de julio del 2016 (El cual estuvo rodeado de ribetes muy raros), Erdogan vio la oportunidad de oro para restablecer su autoridad omnímoda y llevar a la cárcel a cuanto sujeto u organización se atreviera a confrontarle. Incluso, la suerte de los miles de soldados y funcionarios que estuvieron involucrados en aquel extraño episodio y que encuentran detenidos, han estado sometidos a todo tipo de abusos y torturas sin que Washington hubiera realizado ningún llamado de atención ante tales aberraciones.

Usando aquel fallido golpe y un supuesto intento de asesinato, Erdogan ha extendido su mandato y las prerrogativas para ejercer el poder más allá de lo permitido por su constitución.

En lo externo, Erdogan no ha sido menos impiadoso y ha sido inflexible con las pretensiones de los kurdos y sus reivindicaciones territoriales. Precisamente y en ese contexto, la aparición de la “oposición siria” causando el caos en el país vecino  y en especial con la aparición en la escena regional del “Estado Islámico”, Turquía dio apoyo constate a esta franquicia especialmente, por la utilidad que le revestía para combatir a los kurdos.

Con respecto a lo que sucede en Siria, su protagonismo ha sido estelar.  Como miembro de la OTAN, Ankara había venido siendo el brazo oriental contra los países árabes y de ese modo fue un socio importante en la campaña bélica de EEUU en 1991 y 2003 contra Iraq, un estratégico colaborador en las operaciones de espionaje y sabotaje sobre Irán, base de operaciones imprescindible para abastecer a las ISAF en Afganistán y por supuesto, el aliado perfecto para proveer base (Esmirna) a las operaciones de los grupos mercenarios que dirigidos por la CIA y asesores militares estadounidenses asolan a Siria.

Erdogan y su gobierno permitieron que la CIA y sus asesores montaran campamentos en el sur de su país, en la frontera con Siria donde se entrenaron y armaron grupos de mercenarios traídos de todas partes del globo con la misión de derrocar a Bashar Al Assad y desmontar a la república árabe. Para el estado turco y para Erdogan en particular nunca había habido una oportunidad tan grande para deshacerse de los kurdos, desalojándolos de su territorio y empujarlos hacia territorio sirio.

Pero allí no terminaba todo. Cuando el “Estado Islámico”  en junio de 2014 tomo por asalto Iraq y estableció su “Califato” en la región del “Sham” (que se halla entre en Siria e Iraq) comenzaron a robar el petróleo de los campos petroleros de ambos países y para sacarlo, trabaron negociaciones con las autoridades turcas (MIT) quienes controlaban el paso de las líneas de camiones cisterna que provenían de campos petroleros de Deir Ezzor en Siria y de Kirkuk en el norte de Iraq. Nada de esto podía ignorarlo Erdogan, mucho menos cuando uno de sus hijos se hallaba implicado en las negociaciones para que todo ese petróleo saliera por el puerto turco de Ceyhan rumbo a la UE.

Cuando Rusia entro en escena, todo este negocio se terminó. Lo que los aviones de la “Coalición Internacional” liderada por EEUU no hicieron, lo concluyó en unas semanas la fuerza aeroespacial rusa.  Esto dejo en evidencia las verdaderas y escandalosas implicancias entre Ankara, Daesh y Washington.


Tras su puñalada contra Rusia y las consecuencias que podían caberle, Erdogan agacho la cabeza y pidiendo clemencia a Moscú, decidió dar varios pasos hacia un mejoramiento de las relaciones bilaterales en contra de Washington. Igualmente, el mandatario turco no pierde las mañas y tan pronto hubo logrado una ventaja da otro brinco para tratar de imponer sus metas. La pregunta es ¿Hasta dónde le dejarán tirar de la cuerda a este oportunista?

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