DEFENSA Y
SEGURIDAD
“EL PODER DE LA PREVENCIÓN”
La defensa de un país es como sistema inmunológico de un organismo
vivo, si no se toman medidas para reforzarlo mediante la prevención podría
sucumbir ante una agresión externa
Por Dany
Smith y Pepe Beru
Dentro de las
actuales circunstancias de la compleja geopolítica internacional, se ha vuelto
mucho más importante la prevención que la disuasión, o al menos mucho más
necesario desarrollar nuevos mecanismos para evitar una agresión e incluso, el
desarrollo subrepticio de ella.
Para la Argentina pese a las atinadas medidas que el actual
gobierno ha venido tomando para devolverles la operatividad a sus Fuerzas
Armadas, es cierto también que aún ni siquiera ha comenzado a desarrollar –y
creemos que tampoco ha planificado- una doctrina de defensa geoestratégica coherente
a la altura de las actuales circunstancias, cada vez más urgida ante los
primeros síntomas de actividad irregular dentro del continente.
TAN LEJOS, PERO TAN CERCA
A lo largo de la
lamentable y contemporánea historia de desguace de las fuerzas armadas y de sus
estructuras de inteligencia, se ha podido notar y comprobar la falta de visión estratégica
de los pasajeros encargados del área de defensa. En la mayoría de los casos y
en especial en los últimos años, la ineptitud ha sido galopante.
La evolución de las formas de los conflictos y su continua
extensión en los más impensados escenarios, ha hecho que todos los estados
mayores de los países que toman con seriedad el tema, hayan estado en constante
estudio, ensayo y error de las más variadas fórmulas de defensa para encarar
los desafíos de tácticas –que aunque muy antiguas y usadas- están siendo
implementadas sin piedad en medio de las poblaciones civiles.
En el caso de la Argentina y en particular su Patagonia, su
posición en el mapa del globo terráqueo, se halla en una situación de
importancia estratégica tanto para sus intereses como para terceros países e
incluso, bloques regionales extra hemisféricos. En este último sentido no hay que olvidar la
presencia de dos bases estadounidenses y de una base china en la provincia del Neuquén,
lo que le agrega un factor adicional para tener en cuenta (La Nación. “La base
china en la Patagonia”. http://www.lanacion.com.ar/2005170-la-base-china-en-la-patagonia )
A pesar de estarse recomponiendo la capacidad de defensa aérea de
interdicción y un progresivo restructuramiento de las defensas pasivas de
radares, aún está lejos de poder prestar un grado de eficiencia aceptable para
las actuales amenazas. En la actualidad, para los planes de una nación o una
organización hostil “el saber” es mucho más importante que el “tomar y poseer”.
Las amenazas de un bombardeo aéreo masivo es una irrealidad en la actualidad
pero a su vez, las incursiones aéreas tácticas de pocos aviones con propósitos
varios o la infiltración con helicópteros (para transporte o inteligencia), son
una realidad constante en los lugares más calientes del planeta.
Aviones Panavia de la RAF |
¿Cómo podría Argentina prevenir incursiones aéreas de espionaje y
reconocimiento si no sabe que las mismas se están realizando? Y si bien es
cierto que la tecnología satelital de la que dispone Gran Bretaña –proporcionada
por su membrecía en la OTAN- es una realidad objetiva ineludible, aún así sigue
usando los aviones convencionales y Drones para reconocimiento de gran altitud
(Paper. https://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/19/carlosanchezhernandez.pdf ) .
Estas molestias o mejor dicho el accionar intrusivo, demuestran la
preocupación de Londres por un posible desarrollo de una geoestrategia argentina
propia, que ineludiblemente algún gobierno deberá encarar. Incluso, el gasto
que demande el desarrollo de una política de defensa acorde a los intereses
nacionales será una inversión inteligente que le dará un valor agregado en las
relaciones internacionales.
Argentina tiene motivos –y el derecho- más que evidentes para
desarrollar una geoestrategia propia y para ello requiere que se halle
acompañada de una estructura operativa acorde con las necesidades que dichas
hipótesis le plantearían como un problema a solucionar. Un territorio ocupado en el atlántico sur que alberga una
base de la OTAN y la expoliación de las aguas adyacentes por una autoridad foránea
(Kelper) solo reconocida por Londres, requiere de una política sólida,
coherente y continua de la defensa, máxime cuando en dicha zona el ocupante
tiene mayor capacidad tecnológica y de recursos para imponer sus regulaciones a
costa y usurpando la soberanía argentina (Vaconfirmamendoza. “Malvinas, la
fortaleza militar”. http://vaconfirmamendoza.com.ar/?articulos_seccion_716/id_2882/que-estan-haciendo-los-britanicos-en-nuestras-islas- )
Sea Harrier derribado en Malvinas 1982 |
Con esta situación y con la desidia política argentina, ha hecho
que simplemente no exista ninguna relación de fuerzas por el simple hecho de que
para que ello exista, debe haber dos fuerzas. En ese sentido, lo británicos
mantienen una superioridad operativa que incluso les permite realizar tareas de
reconocimiento con total impunidad y en la mayoría de los casos sin que Buenos
Aires se percate de ello, aprovechando la ausencia de la vital función del
estado argentino como es, la vigilancia y la DISUACIÓN.
Igualmente, los planificadores argentinos pero en especial sus
responsables políticos deben entender que actualmente las distancias no
representarían un problema para que una amenaza desarrollada en un punto remoto
del globo, desembarque en unos minutos en su territorio. Así como Argentina no
podría detectar e interceptar una pareja de aviones “Panavia Tornado” que
violen los cielos del continente, menos aún podría frenar la caída de un misil
disparado desde varios miles de kilómetros. O incluso mucho peor; un Drone armado podría
desde gran altura –sin ser detectado por los radares- lanzar un misil (Operación
negra) sobre algún punto urbano sin que jamás nadie supiera el origen de esa
explosión y que seguramente sería atribuida al “terrorismo”.
Durante el anterior gobierno, el país perdió nada menos que 100
aviones de combate por el solo hecho de no mantenerlos en condiciones, es
decir, su desidia fue más dañina que los ingleses durante la guerra de Malvinas.
Esa fue la política de defensa de ese gobierno y que en apariencias está siendo
enmendada actualmente.
La actual realidad internacional nos está mostrando como sin dificultades,
un misil disparado desde el otro lado del mundo, puede alcanzar en unos minutos
el continente. Pero no hay que ir tan lejos, pero ¿Qué haría Buenos Aires si la
flota británica en el atlántico sur decide dar una demostración de fuerza con
sus fragatas misilisticas sobre instalaciones en el continente? O ¿Cómo detener
una incursión aérea táctica con un apoyo estratégico de Chile? No hay
respuestas para estos interrogantes.
Por lo pronto, Argentina debería utilizar un razonamiento
estratégico y no mezclar las necesidades contingentes con las prioridades
geoestrategicas o incluso con las pasajeras simpatías ideológicas como son tan
claras en éste gobierno. Sería inteligente el acercamiento profesional y bien
planificado a sistemas de defensa aérea y
equipos de la Federación rusa que se hallan a la altura de los desafíos
tecnológicos actuales y lo mejor de todo, es que son un enigma preocupante para
los militares británicos.
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