domingo, 20 de agosto de 2017

 ILM-MIDDLE EAST




“PROCESO DE RECOMPOSICIÓN  POLITICA EN IRAQ”

La interminable espiral de desestabilidad y corrupción en Iraq ha llevado a que los antes opuestos hoy se atraigan en la compleja y peligrosa empresa por reunificar al país para que se reestablezca la arrebatada unidad nacional




Por Horace Husseini
No importa cuántas veces haya que recordarlo, pero se hace necesario para entender lo que ocurre en Iraq, que desde la invasión de 2003 y su brutal ocupación por parte de EEUU y sus aliados, cambiaron para siempre el carácter de la nación árabe arrastrándola a los abismos más oscuros de la corrupción y la muerte. Para un iraquí (sin distinciones confesionales) esto no es una novedad pero sí lo suele ser para los desinformados lectores occidentales que han sido bombardeados con informaciones tergiversadas y deliberadamente intoxicadas que claramente pretenden esconder aquella historia negra de  la cual Washington quiere olvidar a toda costa.

Tras despedazar a la infraestructura política, económica y financiera, los estadounidenses –con el entusiasta apoyo y solapada participación de Israel- pretendieron hacerlo con el mismo espíritu de los iraquíes usando los más tenebrosos métodos de terror y dolor sobre la carne de aquellos, llegando a congregarse en torno a las interminables sesiones de torturas llevadas a cabo en los diversos campos de detención, médicos, psicólogos y psiquiatras estadounidenses para colaborar con la eficacia de tales aberraciones inhumanas.

Pero como dijimos, pese a semejante ingeniería de la exterminación, no pudieron doblegar la milenaria idiosincrasia árabe y mucho menos,  borrar de sus mentes, las arbitrariedades más infames que superaron por muy lejos en número y formas de práctica represiva, al mismo aparato de seguridad de Saddam Hussein.

Mucha sangre ha corrido por la tierra que vio nacer a la humanidad; los ríos Tigris y el Éufrates se han teñido de rojo por la barbarie occidental y en apariencias sin que hubiera esperanzas de justicia para un pueblo tan castigado, parece que el curso normal de los acontecimientos demuestran que los que causaron todo esto y pretendieron salir impunes, están perdiendo el poco control que les quedaba sobre las ruinas del país.

Ocho años de brutal ocupación, combatida por una resistencia heroica y sin pausa que dejo exhaustas a las expectativas de los invasores quienes pretendieron convertir a los iraquíes en simples esclavos serviles, hoy parecen haber reencontrado su destino. Obviamente que a contra partida de no someterse –salvo el caso de los políticos advenedizos y traidores- vieron demoler a su país, vieron morir a sus familiares, los vieron ser arrastrados por las patrullas norteamericanas y británicas a los patíbulos de los cuales miles no volvieron jamás; y lo peor de todo, sintieron el rigor de un régimen “títere” y brutal que denominado como “Consejo de gobierno iraquí”-supuestamente para implantar la democracia-, continuo con las tareas sucias de sus empleadores en Washington y Londres.

Ese régimen conformado por traidores y criminales como Nouri Al Maliki,  Yalad Alawi, Ahmed Chalabi y el mafioso del clan kurdo Jalal Talabani entre otros muchos más, fue inmisericorde con sus propios hermanos del centro norte del país. En el marco del plan diseñado por EEUU para “desbaatizar” y desarticular al país,  se realizaron las atrocidades más indescriptibles contra los iraquíes. Las prácticas de las SS nazi y la CHEKA soviética de la era de Stalin, se quedaron a mitad de camino con las bestialidades quirúrgicas que los esbirros de la CIA –incluidos sus socios del Mossad-  y los militares norteamericanos realizaron.

Entre sus políticas represivas, llevo adelante el desplazamiento forzado de miles de iraquíes que por ser considerados sospechosos de simpatizar con Saddam Hussein y el proscrito partido “Baas”, fueron desalojados de sus casas y barrios en Bagdad para apropiárselos y hacer negocios exclusivamente rentables a sus bolsillos o del infame partido pro- iraní “Dawa”.

El asesinato y la desaparición forzada de personas fue algo con lo que los iraquíes debieron convivir sin distinguir entre sus víctimas a chiitas o sunitas (Iraqsolidaridad. Informe del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas. http://www.iraqsolidaridad.org/2012/docs/United_Nations_DERECHOS_HUMANOS_03_12-1.pdf )

Con dicho régimen usurpador, la descomposición política de Iraq comenzó  y sin pausa, fue corrompiendo todos los estamentos de una otrora estructura nacional apoyada en el laicismo y el desarrollo propio en todos los campos de la educación sin distinciones fragmentarias entre sunitas, chiitas y cristianos e incluso, sin las discriminaciones sexistas que fueron a la llegada de los invasores, intensionalmente insertadas por ese agente disgregador llamado “Al Qaeda” que tras ser plantado ex post como un factor “contrainsurgente” (remozado por el programa “Islamic State of Iraq” de David Petraeus y John Negroponte) curiosamente, fue creado dos décadas antes en los laboratorios de la CIA.

Cuando se marcharon el grueso de las tropas invasoras en 2011, el régimen colaboracionista de Al Maliki, pendía de un hilo. Su impunidad y la de sus cuerpos de “seguridad” comenzaron a verse seriamente cuestionados y las poblaciones del centro norte declararon la “revolución” contra dicho estado de cosas que conmovería los cimientos de un régimen podrido (Iraqsolidaridad. “Revolución bajo ocupación: el levantamiento popular iraquí 2011”. http://www.iraqsolidaridad.org/2011/docs/revolucion_bajo_ocupacion.html ). 
La resistencia nacional (tanto del “Baas” como de grupos chiitas) que combatió hasta la salida del último tanque norteamericano, ahora se enfocaba en desbancar al régimen de un lugar que había llegado por el mérito de ser un odioso “colaborador” de los invasores traicionando a su propio país. De ese modo, poco a poco Al Maliki se fue quedando solo y la estructura mafiosa del partido Dawa también se vio afectada; para peor, con la aparición (nada casual) del “ISIS” recargado, causó aun mayor inestabilidad en su ya frágil poder.

Muchos iraquíes comenzaron a vivar a un Saddam Hussein que años antes había pasado al martirio y la fuerza de los baasistas resurgía nuevamente, mientras EEUU dejaba hacer y pasar a ese embuste llamado “Estado Islámico” que tras cruzar plácidamente por el norte de Siria en 2014  (y no precisamente para tomar Bagdad), terminó con los últimos créditos del archicorrupto y brutal régimen de Al Maliki pero no con los planes de EEUU e Irán.

El año pasado y tras multitudinarias manifestaciones que culminaron con la irrupción en la Zona Verde, los iraquíes mostraron su hartazgo a este sistema y a su insoportable régimen de traidores. Detrás de esto estuvo el líder chiita Moqtada Al Sadr, un viejo enemigo de la ocupación angloestadounidense y de la intervención de Irán en los asuntos internos de su país. Esto tira por tierra con esa maniquea imagen del sectarismo e Iraq y de una lucha entre sunitas y chiitas. Desde su visión como un líder ante todo iraquí, volver a unificar a Iraq es la meta política imprescindible para salir del pozo donde se hallan.

Al Sadr ha llegado a tal punto con el fin de concretar esta empresa, que habría establecido contactos más estrechos con los sectores nacionalistas baasistas y otros grupos de la resistencia aliados a dicha postura.

Como en el pasado, una gran parte de los iraquíes conducidos por Al Sadr demuestran que no están dispuestos a permitir que Iraq continúe con esta desintegración en la cual el “Daesh” es un actor que claramente –y tras las abundantes pruebas recabadas- trabaja para EEUU y es por ello que ha comenzado a gestionar intensos contactos con influyentes personajes del gobierno saudita y los Emiratos Árabes Unidos, buscando un respaldo a las continuas injerencias de Teherán, Turquía y de Israel, éste último que apoya desde hace décadas a los kurdos para que se separen definitivamente de Iraq (Red Voltaire.org. “El líder chiitas Moqatada Al Sadr visita Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos”. http://www.voltairenet.org/article197533.html )


Un nuevo Iraq puede llegar a ser posible, la cuestión es  ¿Lo dejarán nacer?

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