VETERANOS DE AYER
“CHEMICAL WARFARE”
Una de la facetas de la guerra del Golfo Pérsico que EEUU quiere enterrar. Pese al paso de más de 26 años de aquella confrontación las pruebas y los elementos que siguen surgiendo de lo que afecto a las tropas estadounidenses conocido como el “Síndrome del Golfo” puede haber afectado al resto de los contingentes aliados en la región.
Por
Dany Smith
Hace ya más de
veinte años que los combatientes norteamericanos de la Tormenta del Desierto, a
poco que llegaron a sus hogares comenzaron a denunciar todo tipo de afecciones
a su salud y en muchos casos, sus familiares vieron morir de aparentes causas naturales
a hombres que hasta su arribo, habían sido vitales y en excelente forma física.
A partir de entonces las preguntas de muchos veteranos comenzaron a golpear a
las administraciones en Washington, pero ellos no serían los únicos afectados.
Su
colegas británicos también han sido protagonistas trágicos del llamado
“Síndrome del Golfo”, que encubre una intoxicación venenosa masiva producto de
agentes químicos de armamentos empleados durante la guerra, polución de los
pozos petroleros en llamas volados en parte por la coalición y la inoculación
de medicamentos que supuestamente les debería haber protegido de agentes
corrosivos como el “Tabún”, “Sarín” y otros elementos de carácter biológico
como muy posiblemente el “Antrax”.
Por
impulso de los mismos veteranos quienes se fueron agrupando para constituir
sociedades y asociaciones que defendieran sus derechos reconocidos por ley, tal
como lo instituyó Abraham Lincoln en 1865 (http://www.bartleby.com/124/pres32.html ), fueron abriéndose paso por una administración gubernamental
hostil que poco o nada quería reconocerles las afecciones que venían sufriendo
desde aquella guerra.
Todos
los que volvieron lo hicieron cambiados y no nos referimos en sus aspectos exteriores. Habían cambiado en
sus comportamientos habituales, demostrando en la mayoría de los casos que ya
no eran los mismos confiados y decididos tipos que habían partido con una
sonrisa en sus caras. Habían cambiado o
mejor dicho, sus estructuras moleculares fueron alteradas y degeneradas por
aquel campo de batalla pestilente y venenoso que sofocaba, aún con las máscaras
de gas puestas.
Además del estrés que sin lugar a dudas fue lo
primero que te coge en una guerra como la del golfo, hubieron otros factores
exógenos que supuestamente no existían según los políticos y los militares en
Washington, factores que además de letales para salud eran invisibles.
La
descripción de casos de tipos que salieron ilesos de aquel conflicto pero que
en pocos meses o años estando en sus trabajos, con sus familias o amigos se
descompensaron hasta la muerte, son incontables. De ese modo de casos de tipos
que sin antecedentes previos de anomalías psicológicas se volvieron psicópatas
que terminaron asesinando a toda su familia hasta sujetos que aunque
mentalmente lúcidos, habían desarrollado los más extraños casos de cáncer y
leucemias que los postraba hasta una muerte segura.
Algunos
más místicos o si se quiere, más supersticiosos apodaron todo esto como “la
maldición del golfo”, un argumento que a los políticos norteamericanos les
hubiera gustado más que las costosas investigaciones científicas que los
veteranos fueron impulsando.
Para
1994 el término era “Síndrome del Golfo” y abarcaba una pléyade de síntomas,
dolores y afecciones que sufrían desde efectivos del ejército, marines hasta algunos pilotos
de la Armada. Cánceres, esclerosis,
neumonías atípicas hasta la malformación de los hijos de muchos de los
veteranos que lejos de ser relacionados con el llamado “Estrés postraumático”,
revelaba que se habían visto expuestos a un ambiente de una verdadera guerra
“NBC” que en inglés sirve para denominar “Nuclear, Biological Chemical” es
decir, Nuclear, Biológica y Química”.
Más
allá de que los informes estadounidenses aseguran de que Iraq no se suicidaría
políticamente ante la comunidad internacional usando éste tipo de armas, lo
cierto es que miles de efectivos estadounidenses, británicos y quien sabe
cuántos otros más que estuvieron en el área de operaciones, presentaron casos
relacionados con el síndrome (FAS.org. “Amenazas nucleares en la guerra del
golfo”. https://fas.org/irp/eprint/ds-threats.htm )
El
problema de los afectados por el síndrome es tan grande, que el mismo gobierno
por intermedio del Comité Asesor de Investigación sobre Enfermedades de los
Veteranos del Golfo Pérsico creado en 1998 no pudo ocultar que según las
investigaciones encargadas a la Corporación RAND, determinó por el 2002 que el
número de afectados por estas patologías alcanzaba unos 250.000 de sus efectivos
lo que revela una situación ampliamente peligrosa.
Incluso
eso ha llevado a ver, si en realidad los iraquíes no usaron tácticamente ojivas
cargadas con elementos químicos ¿De dónde provienen estas afecciones? ¿Acaso fueron
originadas por elementos arrojados por las propias fuerzas de la Coalición? Es allí donde las respuestas se vuelven más
molestas y fastidiosas para Washington que no podría explicar el variado
arsenal puesto en uso en aquel momento que involucro desde las variadas armas
químicas lanzables (con fosforo, Napalm, Uranio empobrecido) pasando por varias
fallas en sus equipos de protección personal de trajes hasta errores de
detección en las unidades alquiladas a países de la extinguida URSS.
En
estas investigaciones, solo contaron como objeto de estudio a los afectados
norteamericanos. Los británicos debieron luchar por sus propias investigaciones
sin obviamente, la menor colaboración de su gobierno o la del gobierno
estadounidense.
El
efecto dispersivo de ésta nube tóxica que se diseminó por toda la región,
producto de los vientos del noroeste conocidos como “Shamal” y de las lluvias
torrenciales que supieron ocurrir en los días que se desarrollaba el conflicto,
sin dudas afectaron a los elementos embarcados en las aguas próximas del Golfo
sin distinguir entre norteamericanos o de cualquiera de los países que
participaron en las operaciones de la Tormenta del Desierto.
Según
algunas fuentes que refieren a informes desclasificados de la inteligencia del Mukhabarat
de las épocas de Saddam, sus expertos produjeron una serie de documentos en
los cuales se graficaron el cálculo y el impacto de los vientos ante la posibilidad
de usar armamento químico estratégico.
Los hechos en el conflicto no dejan lugar a dudas de que los iraquíes tenían
la capacidad de lanzar un vector como el remodelado “SCUD-B” o el denominado “AL
HUSSEIN” a blancos de más de 1.000 kilómetros de distancia.
Ahora
la cuestión es ¿Los gobiernos de los grupos de combate aliados involucrados en
el área conocida como el TKO, supieron sobre
esto? Y si lo supieron ¿Qué han hecho por controlar y resguardar la
salud de sus efectivos?
Sin lugar a dudas que la respuesta es negativa.
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