EN LA MIRA
“DE RASEROS DOBLES”
La relativización del valor de la vida según su nacionalidad, posición política o pertenencia a una creencia en particular ha creado el actual sistema internacional de arbitrariedades disfrazado de un falso humanismo.
Por
Charles H. Slim
Cuando un
periodista saudita como Jamal Khashoggi es asesinado, torturado y posiblemente
desmembrado por agentes de su propio
estado, los medios y las redes no tardaron en clamar a los cuatro vientos por semejante crimen acudiendo a todo tipo de
argumentos humanitarios para condenar el hecho. Pero cuando se trata del
asesinato de más de 50.000 ciudadanos anónimos yemeníes (en su mayoría mujeres
y niños) y mucho más cuando hablamos de los miles de palestinos que vienen siendo
carne de prueba de las armas experimentales israelíes, Washington y la Unión
Europea callan.
En lo que
respecta a las relaciones de Washington y Bruselas con Arabia Saudita no se
puede dejar pasar estos vomitivos dobleces que demuestran quienes son los que,
además de participar en este tipo de hechos, tratan por todos los medios de
dominar al mundo.
Mientras
estos dos socios proporcionan el grueso del apoyo militar y político a la
monarquía saudita, son países como gran Bretaña, Francia, España y Alemania
quienes también proporcionan –cada uno en
sus posibilidades- los recursos inmediatos para armar a los sauditas. Para
los gobiernos de estos países europeos las violaciones a los derechos humanos
que comete la monarquía petrolera pasan inadvertidos para su vara de lo que debe
entenderse por aquellos.
Ello
demuestra que pese a los instrumentos legales como son los tratados de derechos
humanos que aspiran a tener un alcance
universal y que son ejecutables por organismos como son la Corte Penal
Internacional (CPI) mediante el Estatuto de Roma y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH)
con sede en Estrasburgo con ambición de establecer una jurisdicción
internacional sin restricciones políticas que logre la protección total de los
derechos humanos, vienen siendo arbitrariamente desconocidos y muchas veces
obstaculizados por quienes supuestamente se llenan la boca hablando de
violaciones a los derechos humanos.
Las
implicancias que han venido teniendo los gobiernos europeos en actos de
agresión y las aventuras militares lideradas por EEUU en los últimos 25 años
hasta esta parte y en particular en lo visto hace siete años en el norte de
África (con la farsa de la Primavera
árabe) y el Medio Oriente, dejan en claro que persiste una incoherencia
discursiva entre lo que se dice y lo que se hace que a la altura de las
circunstancias ya no es posible sostener.
Tal como
lo señala un excelente artículo de Globalresearch[1], en lo que atañe a la Unión
Europa, la misma como entidad política carece de toda moral y ética “ni nada” que
se le parezca dejando en claro que la llamada Comisión Europea para colmo no
representa a nadie salvo claro, los intereses de quienes la ocupan. La misma conclusión se puede sacar de las
políticas exteriores implementadas por Washington que lejos han estado en
representar los verdaderos intereses de su país. Es allí donde radica la
verdadera razón de toda esta hipocresía que ha desatado la indignación de los
pocos europeos y ciudadanos estadounidenses despiertos; negocios y solo eso,
dinero que proviene del intercambio de petróleo por armas, un negocio demasiado
lucrativo para que la sangre de pobres inocentes desate algún tipo de reclamo.
Tan solo la
industria armamentística norteamericana embolsa al año por sus ventas de armas
al reino saudita la friolera suma de 110 mil millones de dólares, ganancias que
además de retroalimentar el sistema financiero (con esos créditos usurarios donde
por cada dólar existente en un banco
estos prestan diez) son demasiado buenas para que un maniático megalómano de
los negocios como Donald Trump las deje de lado por sentimientos altruistas.
Pero ¿Dónde está la ONU en todo esto; o incluso la OPAC para verificar y
condenar el uso indiscriminado de bombas con residuos venenosos como son el
Uranio y el fósforo blanco? Por lo pronto solo se han limitado a levantar
informes sobre los daños y las muertes que han venido causando los bombardeos
sauditas sobre la población civil, pero nada más.
En Siria
fue necesario que Rusia tomara parte en la lucha contra las bandas armadas que
asolaban al país árabe para que Washington con la complicidad de la UE no
vendiera a través de los medios, pescado podrido como lo hizo en 2002 y 2003
con la farsa de las armas de destrucción masiva de Iraq, un capítulo de la infamia
que no se borrará jamás de la historia.
Si bien la
hipocresía en estos ámbitos administrativos y gubernamentales es vertical, la
misma puede advertirse en forma horizontal en una parte importante de la
opinión pública europea y anglosajona, constantemente absorta en sus vidas
lujosas de ampulosidades personalistas, sexualidad cada vez más retorcida y un
consumismo vacío que ya no les llena siquiera sus más exóticos caprichos. Mucho
les cuesta darse cuenta de lo duro que es para gente simple como la yemenita
cuando sus casas son arrasadas por las bombas más destructivas y costosas del
mercado, sus escuelas y hospitales son sistemáticamente reducidas a polvo y
escombros, y para peor tener que aprender a convivir con la miseria y la muerte
sin esperanza de que la justicia llegue. Hay demasiada apatía en ellos y como
muchos pensadores occidentales no dudan en vaticinar, un día los papeles se
invertirán y entonces ¿Quiénes clamaran para ese entonces por las injusticias a
las que serán sometidos? Tal vez algunos
pocos ciudadanos de a pie vayan dándose cuenta de ello pero jamás conmoverá a
los funcionarios y empleados de los gobiernos involucrados en todo esto.
Pero lo
que más molesta a las conciencias de los burócratas que ocupan puestos dentro
de organismos como la Comisión Europea y por supuesto de la Casa Blanca, es que
son sus aviones, sus bombas y los pertrechos que venden a Riad, los que
permiten que los sauditas causen masacres masivas contra concentraciones de
pobladores inocentes en mercados a cielo abierto, hospitales y escuelas e
incluso, destruyan deliberadamente las fuentes de alimentación y agua potable ¿Quién
diablos con un poco de sentido común y algo de escrúpulos puede justificar
semejantes tácticas? Durante estos tres años los medios corporativos han
cooperado para que todo esto no saliera a la luz pero, ya no es posible
hacerlo. La catástrofe humanitaria que ha causado todo esto encuadra en una
larga lista de crímenes de guerra y de lesa humanidad que aunque Washington no
haya adherido a los Tratados como el Estatuto de Roma que aplica la Corte Penal
Internacional, en algún momento de la historia les serán aplicables para
aplacar tanta injusticia.
[1]
GLOBALRESEARCH.Ca. “Khashoggi contra 50.000 niños yemeníes asesinados”. Por
Peter Koening. Publicado el 27 de octubre de 2018. https://www.globalresearch.ca/khashoggi-versus-50000-slaughtered-yemeni-children/5658192
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