domingo, 2 de diciembre de 2018


EN DEBATE



CIA,  TRUMP, EL ASESINATO DE KHASHOGGI Y OTRAS INFIDENCIAS”

Cómo dice el dicho “cuando el gato no está en casa los ratones bailan”. Así podríamos resumir lo que los senadores republicanos y el socialista Bernie Sanders están haciendo para promover un impeachment contra Trump.  


Por Charles H. Slim
Para muchos, el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi no pudo hacerse sin la complicidad de nada menos que de la CIA. El servicio de inteligencia saudita es un estrecho socio en las actividades de EEUU en la región y no hay ninguna novedad en ello. Esto a su vez revela que, para que la “Agencia” autorizara este deleznable crimen, tenía que contar con la autorización de la Casa Blanca, salvo que hubiera sectores que se manejaran con independencia de las directivas presidenciales. Pero ¿Por qué en esta oportunidad hay un revuelo en el Congreso norteamericano acusando al mismo presidente Donald Trump de haber autorizado la realización de este crimen? Antes que nada, descartemos cualquier sesgo legalista en ello. Sin lugar a errar se puede intuir que ello se vincula a las internas políticas que existen dentro del Establishment en Washington que aprovechan la ausencia de Trump para agilizar un impeachment en momentos que se hallaba participando en la cumbre del G-20 en Buenos Aires.

Más allá de las respuestas ambiguas y hasta torpes de Trump sobre la presunta implicancia de Mohamed Bin Salman en este crimen, su postura de mantener –a cualquier costo- la férrea alianza con Riad no lo diferencia en nada de sus predecesores.

Con ello se puede intuir que más bien habría una clara intensión de usar a Trump como “cabeza de turco” y exponerlo ante el público de casa y el externo como un energúmeno peligroso. Un argumento más para tratar de desbancarlo de la Casa Blanca. Pero ¿Hay asidero en esto? Aunque Trump no sea un político brillante –incluso es mucho colocarlo en  la categoría de político- sus maquinaciones de financista y estafador mediático no alcanza para manejar asuntos sucios como el secuestro, tortura y descuartizamiento de un periodista.  Ahora bien; si es posible que con su acostumbrada petulancia y sin haber atendido a consejos o por el contrario, haya sido pesimamente aconsejado, haya sido informado por arriba de los planes de Mohamed Bin Salman (MBS) y de su mukhabarat y para no quedar como un principiante, dio el visto bueno sin saber lo que realmente iban a realizar.

No se trata de lavarle la cara a Trump; para nada. Sus acciones pasadas demuestran con creces que es tan vil como inhumano y prueba de ello son los ataques en 2016 y 2017 y el apoyo solapado a las bandas como “Al Nusra” e “ISIS” en Siria, la misma política de guerra sucia sobre Yemen, el irreductible apoyo a Israel para declarar a Jerusalén como capital del estado judío (sin decir nada de las masacres que comete) y continuar con una política inmigratoria abiertamente racista que se ha agudizado con las caravanas de migrantes etcetc; pero en este alboroto ampliamente mediatizado en los medios estadounidenses, hay claras intenciones de cargarle un muerto que en realidad no es de él. Y en este sentido habría que preguntarse ¿por qué? Sin dudas, con ello se busca encubrir las ineludibles incumbencias de la CIA.

Estas reclamaciones son muy extrañas. Todos estos congresistas (salvo pocas excepciones) y sectores que hoy se rasgan las vestiduras por el brutal crimen de Khashoggi en territorio turco, se abstuvieron hasta ahora de muchos de los más injustos y horribles crímenes llevados adelante por las administraciones que pasaron por la Casa Blanca. Ninguno de estos por ejemplo han condenado la participación de sus tropas en Yemen, se callaron la boca ante las incumbencias de la CIA y demás agencias con el terrorismo de “Al Qaeda” y el “Daesh” ampliamente evidenciadas en Iraq y Siria  o, ayudaron a tapar las inconsecuencias de los ataques del 11/S o incluso gracias a éste último evento, aplaudieron de pie las falsas acusaciones contra Iraq lanzadas por el orate de George W. Bush.

Considerar esta actitud como un apoyo a las críticas de los mandatarios de la UE que no han creído en las versiones baladíes de Riad sobre la muerte de Khashoggi, no bastan para explicar esta postura.

De repente y en momentos que Trump se halla fuera del país, el senado promueve a bombo y platillo una resolución a los fines de cortar con la ayuda militar a la Coalición liderada por Arabia Saudita que, además de agredir ilegítimamente a un país soberano como Yemen, ha desatado una verdadera crisis humanitaria que la corporación mediática anglosajona ha tratado de silenciar. ¿Pero por qué se montó este ruidoso show en estos momentos? Más allá de que sea Bernie Sanders un político molesto para el sistema el senador que encabeza el proyecto de ley, suena muy raro que los republicanos, conocidos partidarios de la guerra y sustentadores de la farsa montada por Bush-Cheney  llamada “lucha contra el terrorismo” (implantada en Yemen en 2004), sean quienes lo secundan.

Todo parece ser una maniobra  a los fines de agregar un argumento más contra el odiado mandatario, pero nada más.

El único que pareciera ser sincero en sus reclamos es el sector que responde a Sanders ya que, no ha escatimado argumentos al momento de denunciar las injerencias de las Fuerzas armadas estadounidenses en las operaciones que se realizan contra Yemen con las horribles consecuencias humanitarias que en los EEUU nadie puede negar.

El involucramiento de Washington no solo pasa por la asistencia técnica y logística que (junto a Israel) le provee a las fuerzas regulares saudíes sino también, por la participación de fuerzas especiales, grupos irregulares compuestos de mercenarios de empresas privadas que sirviendo a la CIA, tratan de establecer el mismo patrón de guerra sucia como la instaurada en Iraq (con falsos insurgentes y bandas como el Daesh). Aunque los intentos han sido incesantes, la pericia de las fuerzas yemeníes (sin distinción entre Huties y fuerzas regulares) ha empantanado los intentos saudíes por ocupar el país.

Pero lo que más preocupa a los republicanos no son las matanzas en Yemen ni los abominables crímenes de guerra que aviones y fuerzas especiales estadounidenses –tanto de la CIA como militares- trabajando encubiertamente al servicio de Riad cometen desde hace años contra la población civil, no nada de eso. Lo que a ellos les interesa es resaltar las implicancias de la administración Trump en la autorización para llevar adelante el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi, como si éste horroroso crimen tuviera mayor valor y entidad que la masacre de civiles inocentes como fue el de los cuarenta niños volados en pedazos por un misil “Hell-Fire” cuando viajaban en un bus.

Mucho menos creíble es, que estos senadores estén sinceramente preocupados por la legalidad internacional, la integridad física de los yemenitas o el respeto a los derechos humanos cuando nunca antes lo estuvieron.

Esta sorpresiva arremetida ha desatado una seria preocupación en los círculos de la administración presidencial, llevando a que el actual secretario de estado Mike Pompeo y el jefe del Pentágono James Mattis debieran pedir a los senadores que retiren inmediatamente el proyecto de ley acusando que el mismo va contra los intereses y atenta contra “la seguridad nacional” de los EEUU, argumentando la necesidad de “permanecer involucrados” en Yemen ¿Alguien necesita mayores aclaraciones?

Pero sobre las implicancias de la CIA en el siniestro evento en Turquía, no solo continua el mutismo al que acostumbra la agencia sino que su jefa Gina Haspel (la torturadora sonriente) hasta el momento ha brillado por su ausencia.


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