EN DEBATE
“CIA,
TRUMP, EL ASESINATO DE KHASHOGGI Y OTRAS INFIDENCIAS”
Cómo dice el dicho “cuando el gato
no está en casa los ratones bailan”. Así podríamos resumir lo que los senadores
republicanos y el socialista Bernie Sanders están haciendo para promover un
impeachment contra Trump.
Por
Charles H. Slim
Para
muchos, el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi no pudo hacerse sin
la complicidad de nada menos que de la CIA. El servicio de inteligencia saudita
es un estrecho socio en las actividades de EEUU en la región y no hay ninguna
novedad en ello. Esto a su vez revela que, para que la “Agencia” autorizara
este deleznable crimen, tenía que contar con la autorización de la Casa Blanca,
salvo que hubiera sectores que se manejaran con independencia de las directivas
presidenciales. Pero ¿Por qué en esta oportunidad hay un revuelo en el Congreso
norteamericano acusando al mismo presidente Donald Trump de haber autorizado la
realización de este crimen? Antes que nada, descartemos cualquier sesgo
legalista en ello. Sin lugar a errar se puede intuir que ello se vincula a las
internas políticas que existen dentro del Establishment
en Washington que aprovechan la ausencia de Trump para agilizar un
impeachment en momentos que se hallaba participando en la cumbre del G-20 en Buenos
Aires.
Más allá
de las respuestas ambiguas y hasta torpes de Trump sobre la presunta implicancia
de Mohamed Bin Salman en este crimen, su postura de mantener –a cualquier costo- la férrea alianza
con Riad no lo diferencia en nada de sus predecesores.
Con ello
se puede intuir que más bien habría una clara intensión de usar a Trump como
“cabeza de turco” y exponerlo ante el público de casa y el externo como un
energúmeno peligroso. Un argumento más para tratar de desbancarlo de la Casa
Blanca. Pero ¿Hay asidero en esto? Aunque Trump no sea un político brillante –incluso es mucho colocarlo en la categoría de político- sus
maquinaciones de financista y estafador mediático no alcanza para manejar
asuntos sucios como el secuestro, tortura y descuartizamiento de un
periodista. Ahora bien; si es posible
que con su acostumbrada petulancia y sin haber atendido a consejos o por el
contrario, haya sido pesimamente aconsejado, haya sido informado por arriba de
los planes de Mohamed Bin Salman (MBS) y de su mukhabarat y para no quedar como un principiante, dio el visto
bueno sin saber lo que realmente iban a realizar.
No se
trata de lavarle la cara a Trump; para nada. Sus acciones pasadas demuestran con
creces que es tan vil como inhumano y prueba de ello son los ataques en 2016 y
2017 y el apoyo solapado a las bandas como “Al Nusra” e “ISIS” en Siria, la
misma política de guerra sucia sobre Yemen, el irreductible apoyo a Israel para
declarar a Jerusalén como capital del estado judío (sin decir nada de las masacres
que comete) y continuar con una política inmigratoria abiertamente racista que
se ha agudizado con las caravanas de migrantes etcetc; pero en este alboroto
ampliamente mediatizado en los medios estadounidenses, hay claras intenciones
de cargarle un muerto que en realidad no es de él. Y en este sentido habría que
preguntarse ¿por qué? Sin dudas, con ello se busca encubrir las ineludibles incumbencias
de la CIA.
Estas
reclamaciones son muy extrañas. Todos estos congresistas (salvo pocas
excepciones) y sectores que hoy se rasgan las vestiduras por el brutal crimen
de Khashoggi en territorio turco, se abstuvieron hasta ahora de muchos de los
más injustos y horribles crímenes llevados adelante por las administraciones
que pasaron por la Casa Blanca. Ninguno de estos por ejemplo han condenado la
participación de sus tropas en Yemen, se callaron la boca ante las incumbencias
de la CIA y demás agencias con el terrorismo de “Al Qaeda” y el “Daesh”
ampliamente evidenciadas en Iraq y Siria o, ayudaron a tapar las inconsecuencias de los
ataques del 11/S o incluso gracias a éste último evento, aplaudieron de pie las
falsas acusaciones contra Iraq lanzadas por el orate de George W. Bush.
Considerar
esta actitud como un apoyo a las críticas de los mandatarios de la UE que no
han creído en las versiones baladíes de Riad sobre la muerte de Khashoggi, no
bastan para explicar esta postura.
De repente
y en momentos que Trump se halla fuera del país, el senado promueve a bombo y
platillo una resolución a los fines de cortar con la ayuda militar a la
Coalición liderada por Arabia Saudita que, además de agredir ilegítimamente a
un país soberano como Yemen, ha desatado una verdadera crisis humanitaria que
la corporación mediática anglosajona ha tratado de silenciar. ¿Pero por qué se
montó este ruidoso show en estos momentos? Más allá de que sea Bernie Sanders un
político molesto para el sistema el senador que encabeza el proyecto de ley,
suena muy raro que los republicanos, conocidos partidarios de la guerra y
sustentadores de la farsa montada por Bush-Cheney llamada “lucha contra el terrorismo”
(implantada en Yemen en 2004), sean quienes lo secundan.
Todo
parece ser una maniobra a los fines de
agregar un argumento más contra el odiado mandatario, pero nada más.
El único
que pareciera ser sincero en sus reclamos es el sector que responde a Sanders
ya que, no ha escatimado argumentos al momento de denunciar las injerencias de
las Fuerzas armadas estadounidenses en las operaciones que se realizan contra
Yemen con las horribles consecuencias humanitarias que en los EEUU nadie puede
negar.
El
involucramiento de Washington no solo pasa por la asistencia técnica y
logística que (junto a Israel) le provee a las fuerzas regulares saudíes sino
también, por la participación de fuerzas especiales, grupos irregulares
compuestos de mercenarios de empresas privadas que sirviendo a la CIA, tratan
de establecer el mismo patrón de guerra sucia como la instaurada en Iraq (con falsos
insurgentes y bandas como el Daesh). Aunque los intentos han sido incesantes,
la pericia de las fuerzas yemeníes (sin distinción entre Huties y fuerzas
regulares) ha empantanado los intentos saudíes por ocupar el país.
Pero lo
que más preocupa a los republicanos no son las matanzas en Yemen ni los
abominables crímenes de guerra que aviones y fuerzas especiales estadounidenses
–tanto de la CIA como militares- trabajando
encubiertamente al servicio de Riad cometen desde hace años contra la población
civil, no nada de eso. Lo que a ellos les interesa es resaltar las implicancias
de la administración Trump en la autorización para llevar adelante el asesinato
del periodista saudita Jamal Khashoggi, como si éste horroroso crimen tuviera
mayor valor y entidad que la masacre de civiles inocentes como fue el de los cuarenta
niños volados en pedazos por un misil “Hell-Fire” cuando viajaban en un bus.
Mucho
menos creíble es, que estos senadores estén sinceramente preocupados por la
legalidad internacional, la integridad física de los yemenitas o el respeto a
los derechos humanos cuando nunca antes lo estuvieron.
Esta
sorpresiva arremetida ha desatado una seria preocupación en los círculos de la
administración presidencial, llevando a que el actual secretario de estado Mike
Pompeo y el jefe del Pentágono James Mattis debieran pedir a los senadores que
retiren inmediatamente el proyecto de ley acusando que el mismo va contra los
intereses y atenta contra “la seguridad nacional” de los EEUU, argumentando la
necesidad de “permanecer involucrados” en Yemen ¿Alguien necesita mayores
aclaraciones?
Pero sobre
las implicancias de la CIA en el siniestro evento en Turquía, no solo continua
el mutismo al que acostumbra la agencia sino que su jefa Gina Haspel (la
torturadora sonriente) hasta el momento ha brillado por su ausencia.
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