lunes, 1 de abril de 2019


EN LA MIRA



“EL TOQUE INVISIBLE”

Todo habla de Rusia. Cada movimiento que Washington realiza en Europa y Asia es un síntoma de su afiebrada frustración hacia la geopolítica global de la Federación rusa ¿Hasta dónde llegara para tratar de frenar el progreso de la diplomacia rusa?


Por Dany Smith
Cuando el río suena agua trae, dice el refrán. Así es como se interpretaría las repercusiones que está causando la actual situación geopolítica de la Federación rusa en torno a varios aspectos de su política exterior, cada vez más acentuada en pro de consolidar un multilateralismo global contra un cada vez más resquebrajado hegemonismo anglosajón. 
Esto ha acentuado las medidas agresivas del círculo de los halcones y sus aliados en Washington. Como sabemos, el presidente Donald Trump es quien ocupa la cabeza de administración pero, no es quien necesariamente controla e impulsa varias de las políticas en el campo de la política exterior. Son los neocon, ese sector duro (que abarca a la política, las finanzas y los medios)  y fomentadores de la guerra quienes dirigen desde la Casa Blanca, varios temas centrales en este campo entre ellos, las sanciones contra Rusia.

Cuando Trump dejo entrever su admiración por el presidente ruso Vladimir Vladimirovich Putin, se puso una soga al cuello y quienes comenzaron a tirar de ella fueron los Clinton y su sequito de marxistas disfrazados de demócratas, altamente frustrados tras el fracaso tras las elecciones presidenciales de 2016.  A partir de allí y con la gustosa complicidad de la corporación de medios (COMCAST) y grupos de presión que responden a Hillary Clinton se creó la novela del “Russia-Gate”, una parodia moderna de aquella vieja película titulada “Candidato de Manchuria” intentando argumentar  ante la opinión pública doméstica que Trump es un agente del Kremlin dentro de la Casa Blanca.

Paradójicamente desde estos mismos medios empresariales, se acusa con agudo descaro la existencia de “fake-news” (falsas noticias), como si ello fuera algo novedoso en el espectro del negocio de los medios. Suena irreverente y hasta incluso una burla, que sean ellos quienes acusan de esto cuando desde décadas antes hasta esta parte, especialmente desde el 2001, hicieron de las informaciones una mercancía pre elaborada y ajustada a las necesidades de la Casa Blanca.

La invasión y ocupación de Iraq fue un capítulo crucial en el que los medios angloestadounidenses en complicidad con el gobierno federal, hicieron de la falsificación y el ocultamiento de las informaciones un programa bien estructurado destinado a lavarle la cara a las bestialidades que se estaban llevando adelante contra la población iraquí ¿O es que acaso alguien olvida Abu Graib y las decenas de cárceles secretas levantadas por los militares y la CIA tras la invasión?

Hay detrás de ello, el intento de acallar a las voces disidentes de América que vale señalarlo, se hacen escuchar cada día más fuerte. Es a estos sectores va dirigida las sospechas de construir noticias falsas,  que son difundidas por medios alternativos e independientes que a la vista de los serviles al Establishment no pueden ser creíbles ya que –desde su punto de vista-  no tienen la solidez y el pedigree de los medios clásicos como lo son The Washington Post, The New York Times o los ampulosos noticieros de la TV.

Dentro de estas acusaciones se incluye por supuesto –para no decir especialmente- a los medios rusos, en particular a la cadena RT, que ha sido sin dudas una revolución dentro del mundo de las comunicaciones de contenidos informativos en todo el globo, algo de lo cual en Washington viene resintiendo desde que aquel se volvió un medio creíble y muy consumido en occidente.  A la par de ello, Washington y más precisamente el sector del neocon no soporta los progresos de Rusia en su política internacional, lanzando por ello críticas de tono moral y ético que los EEUU no está precisamente en condiciones de señalar.

Un claro ejemplo es la situación de la población siria en el este del país, que se halla bajo el sojuzgamiento de las milicias kurdas que (tras ser financiadas y armadas por Washington) colaboran con las fuerzas especiales estadounidenses con base en “Al Tanf “ y  que bajo la excusa de combatir al “ISIS”, pretenden establecerse por tiempo indeterminado cuando tan solo un mes antes Trump aseguraba que sacaría a sus tropas de Siria. Precisamente cuando EEUU no cumple con su palabra de salir de este país –algo de lo cual, los iraquíes saben muy bien-, se arrogan el derecho a criticar a Rusia y hasta emplazarle para que saque a sus asesores de Venezuela, ciertamente es algo muy poco sustancial como para tomarlo enserio.

Últimamente la administración Trump ha ido más allá legitimando a Israel para que ocupe en forma definitiva el territorio sirio de los “Altos del Golán”, espacio físico apropiado hace 52 años tras el final de la guerra de los seis días, algo que fue ampliamente repudiado por la comunidad internacional. Ello viene a reiterar la política pro israelí tras la declaración de Jerusalén como capital única del estado de  Israel, una decisión que además de arbitraria e ilegal, fue inmediatamente criticada por el Kremlin.

Con cada exabrupto de la Casa Blanca queda más en claro la fortaleza de Rusia; y no solamente a nivel militar sino en el campo de la política internacional lo que sin dudas es mucho más importante y determinante al momento de plantar una posición en el concierto internacional. En este sentido el presidente ruso Vladimir Putin ha sabido interpretar las señales de sus rivales e incluso, ha sabido anticiparse a sus movimientos sin necesidad de llegar a realizar movimientos bruscos como habrían esperado tanto en Washington como en Bruselas (Sede de la OTAN).

Por el contrario es EEUU y en particular la desopilante administración Trump la que a cada instante realiza este tipo de movimientos que además hay que decirlo, son tan costosos como inútiles. Miren sino las últimas maniobras ordenadas por el Pentágono que sin aviso se llevaron a cabo con la movilización de unos 1500 soldados  y vehículos acorazados provenientes de Fort Bliss  al oeste de Polonia, algo que fue calificado por los analistas como una señal del regreso a las épocas de la guerra fría. 
Según algunos de los responsables de esto, el despliegue es el comienzo de una política disuasoria que claramente se dirige a tratar de intimidar a Rusia a quien últimamente acusan de estar influyendo en las elecciones en Ucrania, que cabe recordar, está  gobernada por  Ptior Poroshenko, un títere colocado mediante el golpe de estado de 2014 por Washington.

Sobre esto último hay, semejantes acusaciones no solo carecen de fundamentos ciertos en lo que respecta a las supuestas injerencias rusas en el proceso eleccionario ucraniano sino también, están fuera de lugar dado que ha sido Washington quien desde el derrumbe de la URSS en 1991 ha venido metiéndose en la región en forma paulatina llegando de cinco años hasta esta parte invirtiendo dinero, contactos diplomáticos  y envío de asesores militares para tratar de que las fuerzas armadas ucranianas lograsen desbaratar las autonomías del “Donbass”.

Con respecto a esto último, no hace falta señalar que Putin fue magistralmente lucido y rápido al frenar el zarpazo de la OTAN en 2014  poniendo en marcha una eficaz política de contención diplomático y militar global que al contrario de sus rivales, respeta las decisiones de los gobiernos regionales y en especial la de la población de la península de Crimea.

Pero desde el enfoque del respeto a  la ley internacional y particularmente de la Carta de Naciones Unidas ¿Cómo se califica éste tipo de despliegues militares de los EEUU? Cuando suceden este tipo de movimientos, no solemos ver reacciones del foro o del Consejo de seguridad dado que como bien sabemos, tanto uno como el otro están bajo un virtual control de los EEUU y sus aliados. A estas alturas, ésta arbitraria alternancia en la aplicación efectiva de dicha legislación resiente aún más el ya desacreditado honor de la ONU.

Si bien EEUU es la sede de sus instalaciones edilicias y supuestamente es quien más aporta en lo económico para sostener la gigantesca burocracia que además sirve –entre otras cosas- para colocar a toda una pléyade de burócratas sin funciones específicas, esto no debería ser así. Igualmente ello no debiera alterar el espíritu de la ley internacional la cual –supuestamente- ha sido legislada para que sea aplicable a todos los miembros de la organización.

Para colmo y como acostumbran los funcionarios políticos y militares estadounidenses, se calificó a este sorpresivo movimiento como parte de lo que Washington llama recurrentemente su “seguridad nacional” obligándonos a que nos preguntemos ¿Hasta dónde se extiende la nación estadounidense?

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