martes, 21 de mayo de 2019




“¿PROVOCAR AL DRAGÓN?”

La Casa Blanca podría lamentar los arrebatos inconscientes de Trump pero ¿Es realmente el presidente norteamericano el autor de las sanciones arancelarias contra China?

Por Charles H. Slim
El día había sido muy complicado y los informes sobre la situación con China y sus derivaciones comerciales con países indeseables como Irán y Venezuela, fastidiaban a los asesores de seguridad nacional y ellos a su vez le trasmitían su fastidio al presidente Donald Trump quien sin dudas, agobiado por estos, extraña la simpleza conspirativa de Steve Bannon a quien al menos podía controlar. Hoy el comando de la Casa Blanca está en las manos de John Bolton, Mike Pompeo y Mike Pence caras visibles del neoconservadurismo quienes por intermedio del asesor especial (y yerno de Trump)  Jared Kushner manejan los asuntos y toman las decisiones más sensibles de la política exterior norteamericana.

El anuncio del 10 de mayo demuestran estos lineamientos. Donald Trump decidió de la noche a la mañana poner un arancelamiento arbitrario sobre los productos chinos importados a los EEUU ¿La causa? Nadie la sabe, aunque se sospecha de donde viene la inspiración. Tal como lo señalamos, Trump actúa como un niño caprichoso y quienes lo malcrían lo alientan a llevar adelante sus delirantes acciones que comprometen una vez más la situación de la Unión y las relaciones con todos sus socios comerciales y financieros. El Establishment le ha sacado de encima la pesadilla del fiscal Mueller quien pretendía procesarlo por colaborar con una delirante Trama rusa por lo tanto, debe devolver los favores que se le han concedido. En la mente de Trump, esto significaría un duro castigo para China que lo hará reevaluar sus posturas político comerciales alrededor del globo.

Pero parece que nadie le advertido que estas medidas draconianas, además de ineficaces espantaran a los socios de UE y lo peor de todo, no tendrán el impacto dañino que sus asesores neoconservadores le han pintado a Trump en las reuniones de gabinete. Como han comentado algunos analistas  habría que ver “cuánto soportaran los Wall Mart sin recibir los productos manufacturados chinos que tanto adoran y consumen los ciudadanos norteamericanos” ¿Quién reemplazara la provisión de esos productos de bajo costo y adquiridos por toneladas?  Ciertamente no lo hará la mano de obra norteamericana. Agregado a ello, pareciera que Trump no ha considerado las consecuencias macroeconómicas que sus bravatas payasescas que recuerdan rasgos estridentes de Benito Mussolini le traerán a la economía norteamericana.

Washington viene implementando estas sanciones comerciales y financieras como sus misiles de agresión que tratan de debilitar las defensas de la economía de un determinado país. Ello demuestra la debilidad de EEUU y por esto la necesidad de Washington por atemorizar a sus adversarios que como Rusia, Irán y Venezuela han dejado de usar al dólar como moneda de intercambio en el comercio del petróleo.  Sin más rodeos se tratan de medidas terroristas que buscan doblegar voluntades políticas mediante la extorsión y el chantaje, algo que en otros casos como Iraq, Libia, Siria y Venezuela  a combinado con la agresión militar.  Precisamente en el último caso, las inauditas advertencias de la Casa Blanca y del Departamento de Estado hablando de que “Maduro debe irse” o el país se irá al demonio, se basan precisamente en esta mecánica de presión comercial y financiera (compuesta de bloqueos a las importaciones) que además, se halla respaldada por actos subversivos (sabotajes a la infraestructura de servicios y atentados contra funcionarios) en los que se ven implicadas facciones disidentes reclutadas por dinero por las agencias de inteligencia como la CIA.

Sobre esto China al igual que Rusia, sentó su posición en torno a las intentonas por derrocar al gobierno de Nicolás Maduro, dándole un apoyo explícito y concreto a la supervivencia de la revolución Bolivariana.
Rusia que también sufre por estas medidas totalmente ilegales, ya ha tomado sus medidas para contrapesarlas y hoy por hoy pese a que las sanciones comerciales y financieras contra varias empresas han complicado algunas áreas de su economía, mantiene a raya a la política expansionista de Washington mediante la OTAN.   

Por su parte China podría devolver el golpe con dañinas consecuencias sobre la economía norteamericana. No hay que olvidar que China es el más importante acreedor de los EEUU teniendo en su poder un tercio de su deuda  (3.8 billones de dólares en letras del Tesoro). Si el gobierno Xi Jinping por ejemplo, decidiera dejar de importar los productos que adquiere de EEUU, como miembro fundador de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) tiene un amplio mercado en Asia al que puede acudir y  también podría dirigirse –si sus gobiernos se mantuvieran firmes a las presiones de EEUU- al resto de América Latina que puede abastecer sus necesidades.

Lejos de recapacitar, la administración Trump parece empecinado en tratar de quedar como los más duros en el barrio y con el claro apoyo del Establishment que digita la política de estado, en las últimas horas lanzaron sus garras sobre el producto chino HUAWEI, el cual entre otras particularidades, provee un software en sus productos informáticos que es inviolable para la NSA e incluso para sus aliados israelíes que los hace invulnerables a los ataques cibernéticos, algo que molesta de sobremanera a la comunidad de inteligencia anglosajona.

Como se puede intuir, los chinos no necesitarían disparar un solo tiro para hundir a la economía norteamericana como represalia a  estas agresiones. Solo habrá que esperar para ver hasta dónde llega la paciencia del gigante rojo.




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