lunes, 25 de mayo de 2020


“LA PUERTA DE ORIENTE”
En la actual confrontación entre China y los EEUU los países cuando regresen a la normalidad deberán maniobrar para estar de un lado o del otro ¿De qué lado se posicionara Argentina?

Por Javier B. Dal 
Mientras el mundo se reorganiza tras el confinamiento por el COVID-19, en Argentina al parecer la medida de encierro que limita los derechos de sus ciudadanos y ha destruido su precario sistema económico pareciera estar siendo aprovechada por su gobierno para la concreción de objetivos políticos internos.

Lo hemos dicho muchas veces, Argentina es un país sin argentinos al menos, así podemos decirlo de quienes en una amplia mayoría habitan la Capital federal o la Ciudad Autónoma. Su élite económica y financiera tiene mucha más relación y empatía con el exterior –en especial con EEUU y la UE- que con la realidad del interior de su propio país y en esta posición además de los  medios capitalinos, claramente están sus políticos. 

Esta desconexión se revela una vez más en la actual situación y habla de un país derrotado. Con esto a la vista muchos podrían preguntarse ¿Qué clase de futuro puede tener un país así? Claramente ninguno que se halle ligado a un desarrollo propio y con una libertad política para salir al mundo. Es por ello, que no le queda otra opción que colarse de la ola que pase en su primera oportunidad pero ¿Cuáles pueden ser estas?

El camino estadounidense es uno de estas opciones más conocidas. Pero, con la magra experiencia que ha dejado esta relación,  actualmente de la mano de una administración esquizofrénica y caprichosa como la de Trump (que deshace tratados, apuesta por los doble raseros y las amenazas veladas), Argentina solo tendría migajas a cambio de una absoluta lealtad. Otro camino sería, reconstruir la sociedad político-comercial con Brasil para recrear el Mercosur algo claramente improbable. Y por último, podría optar por un alineamiento a la geopolítica de China que viene creciendo en su influencia comercial y tecnológica (especialmente en Europa) algo que da lugar a que se esté hablando de un “siglo asiático”.

Vemos como el mundo, lejos del aletargador terror informativo que sigue difundiéndose por los medios argentinos, demuestra que las consecuencias del “Coronavirus” no fueron lo que muchos estaban describiendo. Hay incluso informes de médicos italianos (centro de impacto de esta pandemia) que han denunciado la inflación de las cifras de muertos por el virus utilizando los decesos producidos por otras afecciones. Como ello comenzó a despertarse un posible escándalo en puerta para los gobiernos y sus ministerios de salud, quienes ante la advertible ola de pedidos de autopsias para peritar dichos muertos, se ordeno convenientemente la incineración de los cuerpos. Muy conveniente ¿No lo cree usted?

Pero en Argentina, aún con un gobierno que se dice “populista” y supuestamente confrontado con los manejos del Establishment Global, parecen acatar muy religiosamente la versión de “virus mortal” que obliga al aislamiento de toda la población sin distinguir entre sanos y potenciales enfermos, olvidando que esta medida sugerida por el controvertido infectologo Neil Ferguson y el virólogo Richard Hatched se trata de una estratagema política y no sanitaria.

Nada nuevo bajo el sol en estas tierras australes. Una vez más, el país se ve agobiado por una catastrófica situación económico-financiera que se revela con la entrada en un Default técnico que ya preanuncia una recesión con la disparada del precio del Dólar estadounidense y una inevitale devaluación de la moneda nacional que ya se evidencia con una caída estrepitosa de su PBI y la próxima emisión de un billete de 5000 pesos.
Así podría ser un salario mensual en Argentina

Sin posibilidad de inversiones externas ni auxilios crediticios (gracias al endeudamiento crónico), al gobierno de Alberto Fernández para controlar a su población y en especial a los millones de parados por la cuarentena, no le queda otra vía que la de explotar al máximo el camino de una reestatización que –entre otras cuestiones- busque la uniformidad y control social a costa de sacrificar derechos y garantías constitucionalmente reconocidas pero que, con la excusa del estado de excepción que le ha proporcionado la pandemia, podría conseguirlo con la voluntad incluso de sus propios ciudadanos (subvenciones mediante IFE).

Evidentemente que estos planes demandan financiamiento, que claramente provendrá de su propia población, ahorcándola aún más. Sin dudas que esto dará lugar al aumento de la desigualdad y el descontento que llevara al mismo tiempo a crear un mercado negro para evitar el control represivo de un estado que pretende financiarse a costa de más y mayores impuestos sin considerar  la imposibilidad de pagarlos.

Hasta el momento, el gobierno de Alberto Fernández trata de contener el desempleo y el freno a la producción con la millonaria emisión de pesos que a la luz del sistema financiero internacional, solo son “papeles pintados”.  Y para implementar estas medidas y poder contener a una población comprimida por un interminable aislamiento  -el más extenso del mundo- parece haber encontrado en esta medida, la herramienta perfecta para volverla parte de su política de gobierno.  En una breve definición se puede asegurar que Fernández y su gente pretenden con este confinamiento forzado, establecer un feudalismo disfrazado de preocupación por la salud pública reduciendo a las relaciones sociales entre señores feudales y meros vasallos.

Asimismo el país no puede vivir desconectado de la realidad externa y ello vinculado con lo beneficioso y lo no beneficioso de esa relación. La errada política de desarme y desarrollo de una defensa moderna e inteligente deja al país inerme y a disposición de los vaivenes externos. Aún contando con grandes riquezas naturales propias, sus limitaciones para explotarlas y protegerlas demuestra esta histórica ineptitud de sus dirigencias que han invertido en sus propios intereses abandonando los del estado. En este siglo no hay lugar para el autismo que tanto lo caracterizo y que se vio sacudido por las consecuencias de la Realpolitik de los años noventas vividas con la administración de Menem y Cia, insertando al país – a ese idílico primer mundo- por el camino equivocado del intervencionismo a los temas internacionales.

Hoy por hoy, el gobierno argentino se ve en medio del torbellino por la lucha por el control del comercio internacional (y la división del mundo) entre EEUU y China sin haberse dado cuenta que su territorio, es parte de esta pugna. Y bien digo, su territorio y no ellos como entidad política que ciertamente,  carecen de entidad alguna. Ello obviamente no les librara de tener que posicionarse en algún momento de uno o de otro lado. Ahora bien ¿De qué lado se colocara La Casa Rosada? A estos niveles, jugar al gato y al ratón no es una buena fórmula para tratar de escapar a los compromisos y las implicancias que este escenario presenta. Claramente, no será el gobierno argentino el que elija el bando al que pertenecer ya que, como estado débil y sin un peso político propio –tanto a nivel regional como global-, solo debe dejarse arrastrar por la fuerza de la potencia que más ejerza poder de influencia.

En aquel sentido, por si alguien lo olvida, en Argentina y más precisamente en la Patagonia, hay una base de comunicaciones del gobierno chino (única en el continente) que no es poca cosa. Al mismo tiempo, la presencia angloestadounidense en su territorio se vio potenciada tras la última gestión del presidente Mauricio Macri que llego a límites y consecuencias impensadas. Agregado a ello, con una base de la OTAN en el Atlántico sur que entre otras funciones sirve de centro de interceptación y recopilación de información del continente por los “Cinco Ojos”, no deja mucho más lugar que la de jugar de simples espectadores.

Durante el gobierno “seudo-revolucionario” de CFK, la situación no era muy distinta y los británicos nunca se vieron preocupados por sus ademanes populistas. Incluso cuando tuvo la oportunidad de profundizar sus relaciones con China tras permitir la inserción de la base en el Neuquen y establecer una relación más fluida con Rusia, fue muy cauta para no causar los enojos de quienes la sostenían en Washington. En conclusión, una estafa ideológica más en historia política nacional.

La situación actual no diverge de aquella ya que Alberto Fernández y la mayoría de sus funcionarios tienen importantes intereses que proteger. Jugar a los revolucionarios pro-castristas o chavistas, es una pose pasada de moda y nada conveniente para sus intereses. Buscar un camino intermedio con una pátina de nacionalismo tampoco serviría para darle algo de sustancia a su gobierno.

Pero a pesar de ello, el gobierno tendría una posibilidad histórica de maniobra si tuviera una dirigencia disciplinada con visión estratégica a largo plazo. La actual pugna entre EEUU y China podría ser capitalizada por Buenos Aires pero no como un protagonista sino como un mero colaborador. Para algunos, el gobierno de Fernández ya estaría cooperando con Pekin permitiendo el transito y la depredación del Atlántico sur por las flotas pesqueras. De ser así ¿Significa esto un posicionamiento a favor de China?  Creemos que no. Pekín necesita señales más claras gestos más comprometidos para tomar en serio a La Casa Rosada. Acaso ¿Usted esperaría que Buenos Aires firmase un convenio de cooperación estratégica que incluyera una ampliación de las incumbencias chinas en el Cono sur gracias a la Argentina?

Lamentablemente esto no es viable con la actual clase dirigente, ampliamente vinculada al pasado y a las prácticas políticas del prevendismo y la corrupción que han propiciado la anomia social que aflíje a su país. Si no hay seriedad, a los chinos ciertamente no les sirven como socios pero no diremos que si les servirían para que les abran la puerta para nuevas rutas insulares a través del continente.

Además, los chinos ya tienen con quien tratar para moverse en el Atlántico sur y no necesitan de ningún permiso de Argentina para ello.  

Si en algún momento surgiera un movimiento o fuerza política renovadora y realmente comprometida con una nueva visión para su nación que recompusiera una ambición geopolítica sobre la base de hechos, podría explotar la polaridad geopolítica actual, sacando ventajas de la disputa entre Washington y Pekin por controlar nuevas rutas de la seda, pudiendo posibilitar a la Argentina obrar como un acceso y paso estratégico para una ruta de la seda proveniente de Asia entrando desde el sur hasta el norte del continente. El día que ello suceda, Argentina tendrá una nueva posición y será tomada en serio.

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