martes, 14 de julio de 2020



“CUANDO LA REPUBLICA NO EXTISTE”
¿Quién interpreta mejor en la Argentina el término república?

Por Charles H. Slim
Una de las palabras que más se han venido voceando en los últimos años hasta esta parte en la Argentina es sin dudas “república”, lo que evidencia un síntoma de una ausencia de dicha institucionalidad. En los meses que lleva el gobierno de Alberto Fernández, seriamente golpeado por una situación económico-financiera endémica y la pandemia del COVID-19, el marco republicano se ha visto seriamente acotado no solo por imperio de la situación existente sino también, por los intentos oficialistas de establecer una forma diferente y claramente amañada de dicha institucionalidad.

Así, tal como lo dice el artículo 1° de la Constitución Nacional, La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, pero la realidad parece ir en otro sentido. La res publicae o república que significa “la cosa pública”, desde hace tiempo que pretende teñirsela de un color sectorial que cambiaría el significado de esta institución en más bien la “cosa del partido”, pero en el caso argentino, esto último ni siquiera eso existe.

El gobierno de Fernández ha tratado de usar la situación sanitaria como un argumento capitalizador para intentar  establecer una política de control de daños que ya se avizoran con una recesión interna y global tras la pos-pandemia. Para ello, ha mantenido un estado de reclusión ciudadano interminable que ya va por los 114 días y con ánimo de continuarlo de forma indefinida. Ciertamente, que esta situación extrema se ha reducido a la Capital federal y el denominado Conourbano (AMBA) pero ello no ha conseguido que muchas personas en éste último distrito salgan y transiten por las calles hastiados del encierro sin fin. Y como el gobierno no cuenta con la autoridad política suficiente y los medios para respaldar sus decisiones, poco puede hacer para controlar a esta población insubordinada.

A la par de ello, la crisis económica que ha causado seguir estos lineamientos provenientes del erróneo modelo británico de Neil Ferguson y el Imperial College de cerrar todos los negocios, fábricas y lugares de reunión para evitar los contagios, ha dejado en entredicho la hoja de ruta planteada por los asesores  “científicos” del presidente quienes (a la zaga de programas amarillos de TV) parecen más preocupados por asustar a la población que explicar con certeza la naturaleza del virus.

Que no queden dudas que el gobierno de Alberto Fernández, cuando termine esta situación pandémica, volcara todas las culpas por esta interminable cuarentena y las consecuencias sobre la situación económica desencadenante  –Tal como lo hizo Macron en Francia- en sus asesores científicos. Y esto es algo que puede llegar a concretarse en la realidad si el gobierno no reduce el gasto público (para solventar puestos y favores políticos) de forma seria y no estructura un programa de desarrollo sustentable de país que no sea el mantenimiento de un asistencialismo in eternum que estrangulará las iniciativas productivas.

Las perspectivas económicas para la pos-pandemia son lapidarias. Las previsiones que arrojan algunas fuentes como el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y Crecimiento (CIPPEC) estiman que la pobreza aumentara de forma alarmante afectando de forma directa a la niñez.

Al mismo tiempo la llamada oposición poco ha hecho por ofrecer soluciones factibles que den alternativas de una salida coherente y colectiva para frenar el proceso de hundimiento de la situación socio económica y del estado. Para peor, los personajes políticos que han salido a expresarse en las últimas horas han sido parte de la debalce económico social que situo al país en la actual situación. En esta misma línea se inscriben los medios y periodistas (de uno y otro lado) que desde sus tribunas tratan de capitalizar este descontento tratando de instalar un peculiar sentido del principio republicano.

Los que se dicen peronistas le dan a éste término el sentido partidario de épocas pretéritas y que incluso muchos de ellos (Kirchneristas) nunca adhirieron. Por otra parte, están los “liberales” quienes han encontrado en medio de tanta mediocridad y corrupción política, la oportunidad para arrogarse la aparente representación de un republicanismo que en realidad tampoco nunca respetaron.

Tanto unos como otros son poco creíbles ya que, cada uno en diversas maneras y de acuerdo a sus intereses, se han acomodado a las circunstancias del momento político imperante viendo como única preocupación el momento exacto para cambiar de lugar.

Pero mientras aquellos distraen a la población con sus impostaciones dialécticas, la crisis comienza a escalar. La desesperación comienza a tomar formas alarmantes que son aparentemente ignoradas o tal vez menospreciadas por la Casa Rosada desde donde y al mismo tiempo y por impulso de CFK,  buscan reformar subrepticiamente la Constitución con maniobras políticas y manipulaciones discursivas.

El peligro que implica este tipo de maniobras ya comienzan a materializarse con algunas actitudes y proclamas descuidadas de algunos actores políticos que evidencia la carencia de autoridad y credibilidad política con la que cuenta el actual presidente de la Nación.

Signos de esto ya se están advirtiendo en todo el territorio nacional. Los gobernadores de las provincias más alejadas de la Capital, hartos de un sistema de reparto tributario injusto, las restricciones que postergan sus desarrollos regionales y la política del miedo que pareciera extenderse sin término, han planteado que deben llevar adelante sus propias políticas para tratar de paliar la situación sin esperar nada de nación. Incluso la idea de la secesión territorial está dando vueltas en provincias como Mendoza donde hace años existe un Lobie llamado “MendoExit” que propone como solución a sus problemas económicos,  separarse de la Nación.

Estas señales de disociación no son nuevas ni exclusivas de la provincia de Mendoza. El gobierno de San Luís allá por finales del año 2001 y comienzos del 2002 en plena crisis económico-social estuvo trabajando en la posibilidad de separarse del resto del país, incluso –tras establecer gestiones con la empresa de armamento rusa  Rosoboronexport- previendo la posibilidad de conformar una fuerza armada propia para defender sus aspiraciones independentistas. Considerando el estado en el que ya se hallaba la defensa de la nación y las posibles adquisiciones que habría tenido una hipotética milicia independentista puntana, habían posibilidades ciertas de una situación cruenta.

Pero la actual atmósfera de desintegración política va más allá del “Peronismo” y de los militantes del “PRO”, quienes han llevado su batalla al centro de poder real del país. Las tiranteces que se han agudizado en estos últimos meses entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y la provincia de Buenos Aires, revelan una rivalidad disgregante que se halla teñida por intereses partidistas que nada tienen de republicanos.

Entre tanto, estos tironeos ideológicos y las rencillas partidarias parecen estar yendo demasiado lejos. En semanas pasadas se registraron varios atentados contra los “silobolsas”, depósitos de semillas que fueron rotos y su contenido dañado en los campos bonaerenses y de Santa fe. Pese a que los medios se hicieron eco de estos hechos, no profundizaron en las implicancias políticas sectoriales involucradas. Las versiones de protagonistas en algunos de esos ataques, pudieron corroborar que esas incursiones estaban bien preparadas y su origen político muy bien identificado.

En uno de esos episodios, los campesinos de General Las Heras en el noroeste de la provincia de Buenos Aires pudieron atrapar con las manos en la masa a grupos de hombres que estaban siendo transportados en camiones que se internaban en los campos para que rompieran los silobolsas y les rociaran con productos químicos para inutilizar su contenido. Las fuentes de éste caso particular refieren a que los campesinos altertados de esto en altas horas de la noche, se movilizaron rápidamente con sus camionetas y armados con sus armas particulares conociendo bien los caminos rurales, lograron rodear y capturar a varios de estos sujetos quienes al verse perdidos y asustados por la situación, alegaron que habían sido enviados desde Buenos Aires pagándoles a cada uno de ellos sesenta mil pesos. 

Como puede verse, no hay dinero para reactivar la producción pero sobra el para tareas sucias. Los medios no quisieron dar a conocer estos hechos por un claro temor a retroalimentar la furia ya existente en la población.
Los últimos intentos del gobierno por desacreditar estos ataques han sido tratar de achacárselo a las “mulitas”, un animalito de campo característico de los campos de la provincia de Buenos Aires. Por cierto que éste animalito, a quien el gobierno pretende endilgar esas acciones coordinadas y peculiarmente destructivas, no habría podido rociar con químicos los granos almacenados. El planteo de este tipo de hipótesis pone más oscuridad sobre la ya existente.

El 9 de julio se realizo un nuevo “banderazo” que movilizo a en varias ciudades del país una gran parte de la población sin identificación de banderías políticas reclamando por el respeto a la Constitución (y los principios republicanos que la integran: Igualdad ante la ley, publicidad de los actos de gobierno, responsabilidad en la función pública), el final de la eterna cuarentena y basta de impunidad. Para algunos esto sería la demostración de un republicanismo ausente durante todos estos años, para otros intentos desestabilizadores contra el gobierno. Hay que mencionar que personajes como Mauricio Macri y Elisa Carrió trataron de usufructuar esto, usando el termino república como estandarte pero sin una aceptación general.

Ciertamente que es una demostración de un republicanismo, pero no como lo interpretan y pretenden insuflarlo algunos medios llamándolo “republicanismo popular” o “democrático” con la intensión de arrimarlo a su tendencia pro-anglosajona que mirando tan solo un poco de la historia contemporánea y reciente de los EEUU (autoproclamado campeón de la democracia), lo único que hay de republicano en este país del norte es el nombre del ala más recalcitrante, despiadada y violenta de la clase política de su historia.      

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