“EL PODER DE LA PERSUACIÓN”
El conflicto de Nagorno Karabaj puede ser la oportunidad para que la
Federación rusa haga valer su peso propio dentro del Grupo de Minsk
Por
Dany Smith
Obviamente
hay interesados en que esto se produzca y trabajan en ello para que este
conflicto se perpetúe en el tiempo.
Como
vimos, desde occidente solo se hicieron exclamaciones meramente retoricas y sin
sentido. Tanto Washington como París (como miembro del Grupo de Minsk) no
estaban ni están a la altura de poder ofrecer soluciones inteligentes para concluir
con un conflicto tan complejo. Al mismo tiempo, los oportunistas de siempre que
como los buitres, merodeaban los campos para hacerse de los restos esparcidos
en el campo de batalla, se lanzaron sobre su presa. Uno de ellos, el primer
ministro turco Recep Tiyip Erdogan quien anteponiendo las ambiciones
geopolíticas de una Turquía expansionista (predecesora del Imperio Otomano), no
ha medido las consecuencias de apoyar a uno de los contendientes como lo es
Azerbaiyán.
Tampoco
lo han hecho los israelíes quienes antes de que esto se desatara enviaron al
menos dos portentosos aviones de transporte “Iluyin-Il76” cargados de armamento
con destino a Bakú. Claramente –a las estrechas relaciones secretas entre
Israel y Azerbaiyán- hay en esta muy
lucrativa operación comercial, un trasfondo geopolítico que importa a Netanyahu
y su gabinete, que al parecer también ha
sido refrendado por el ministro de defensa Beny Gantz.
Ciertamente
que gracias al gobierno de Bakú, el Mossad israelí puede operar libremente sobre
Irán y es por ello que no puede dejar de retribuirle con su apoyo bélico. Pero
los israelíes no solo están apoyando a los aseríes. Es muy probable que el
Mossad también se halle operando tanto dentro de Armenia como en el corazón de
la república separatista de Artsaj con el fin, sea cual fuere el desenlace, no
perder una ventaja estratégica dentro de la región.
Igualmente no seamos crédulos y digamos que son varias las agencias de inteligencia foráneas que operan en la zona y cada una de ellas, bregando por establecer lazos y alianzas estratégicas que respondan a los intereses de sus respectivos países. Igualmente es advertible que los objetivos de Tel Aviv están más allá de su tan clamado “derecho de defensa”, argumentado recurrentemente para justificar sus acciones violentas que amplian la inseguridad. Sus objetivos incluso van más allá de buscar un acceso estratégico sobre Irán teniendo como una de sus prioridades más importantes, el arsenal nuclear de Pakistán.
Vladimir
Putin esta conciente de estas intensiones y no permitirá estos despliegues
maliciosos.
Rusia
es uno de lo principales interesados en detener las hostilidades y mucho más,
en frenar la injerencia turca la cual entre otras cuestiones, ha insertado en
la zona unos 4000 mercenarios traídos desde Siria, los mismos que reciben el
apoyo y entrenamiento en la base de las fuerzas especiales estadounidenses en
“Al Tanf”, al sudeste de Siria. Aunque hoy Erdogan estaría maniobrando por su
cuenta y distanciado de Washington, no olvidemos que en 2014 fue uno de los
socios principales en el despliegue del “Estado Islámico” impulsado la CIA durante la administración de
Obama.
La
intervención diplomática de Rusia ha dado un giro esperanzador para esta
situación aunque ello no ha obstado a que ambas partes sigan cayendo en las
provocaciones mutuas que tratan de reactivar la dinámica de una guerra abierta.
Y es que la intransigencia es notable pese a que el 10 de octubre a instancias
del canciller ruso Serguei Lavrov se acordó un alto al fuego. Los armenios no
pretenden devolver los altos de Nagorno Karabaj y los azeríes –tras treinta años de infructuosas
tratativas- no creen que puedan recuperar esos territorios con
negociaciones.
Hay
mucho en riesgo y Vladimir Putin lo sabe muy bien. La estabilidad regional está
en juego y junto a ella, la prosperidad para que puedan desarrollarse nuevos
emprendimientos comerciales vinculados a la explotación del gas y el petróleo.
En ese sentido, el Kremlin no permitirá que se importen juegos sucios que
intenten recrear escenarios de un caos perpetuo pero controlado (como ya lo
vemos en el Oriente Medio y el Norte de África) que –bajo el argumento de la seguridad mutua- busca la injerencia de la OTAN en la región con la finalidad de
contener a Rusia y a China.
Tan
solo hace unas semanas, la intervención de Moscú logro frenar revueltas
callejeras en Bielorusia que estaban siendo apoyadas desde occidente
explicitando las amenazas que acechan a la estabilidad regional.
Es
una situación muy compleja ya que, Rusia y EEUU son miembros del “Grupo de
Minsk” (de la OSCE) y es dudoso que puedan hallarse coincidencias que no se
vean interferidas por sus desacuerdos geopolíticos. En último sentido, la
actual postura de la Casa Blanca, por la aparente postura “Jacksoniana de
Trump”, poco le interesaría entrometerse en el conflicto.
Pero
existen motivos para dudar de esa apatía. Los movimientos que ha estado
haciendo EEUU en estas últimas semanas, revelan la puesta en marcha de planes
para establecer alianzas estratégicas con países árabes del norte africano y
euroasiáticos con fines hostiles hacia las iniciativas geopolíticas rusas y
chinas en esas regiones.
En
lo referente al conflicto en el Cáucaso sur, Rusia es el único actor regional
con autoridad reconocida que puede sentar a las partes a una mesa de
negociaciones y persuadirles a llegar a un acuerdo a los fines de mantener una
estabilidad razonable. Ello quedo comprobado tras el llamado de Putin a un alto
al fuego aun si solo durara unas horas, marco la diferencia en comparación con las
gestiones de sus colegas occidentales.
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