“PESADILLA
AMERICANA”
Cuándo ha dejado
de ser EEUU un sueño de progreso y libertad. O si lo sigue siendo ¿Para quiénes?
Por Charles H. Slim
Qué puede explicar la explosión de ira y descontrol
en una sociedad “democrática” como la estadounidense? Desde que se masificó la
difusión del asesinato de George Floyd, un ciudadano de color, uno más en el
largo historial de la brutalidad norteamericana, las protestas y los choques callejeros
no se han detenido pero tampoco las brutalidades policiales contra los
transeúntes de todos los estados de la Unión.
Así como en estas últimas décadas los sectores de la
banca en “Wall Street”, la política (demócratas y republicanos; liberales y
neocon) y la corporación (mediatica y del complejo militar-industrial[1]) han
ganado billones de dólares con sus negocios a la par de las agresivas políticas
externas promovidas por Washington (D.C.), al mismo tiempo millones de estadounidenses
iban entrando en el círculo de los desposeídos y olvidados para un sistema siniestro
que ya los despreciaba como ciudadanos con iguales derechos. De este modo los
derechos y garantías en esta pretendida democracia, se convirtieron en
privilegios asequibles solo para aquellos que puedan pagarlos.
Pero sin dudas de que son los mismos estadounidenses
parte del problema ya que con su mero asentimiento a lo largo de los años, han
tolerado en su gran mayoría –como
esclavos voluntarios- todo tipo de aberraciones contra la humanidad de
propios y extraños, sin detenerse a recapacitar si ellos algún día no
terminarían siendo victimas de ese monstruoso sistema. Desde 2001 bajo la
conveniente excusa del terrorismo, el estado federal ha restringido derechos y garantías
que terminaron con el moribundo espíritu de ese “sueño americano”.
La explicita brutalidad comprobada sobre el
ciudadano George Floyd causó olas de protestas pacificas en todo EEUU y también
focos de enfrentamientos entre manifestantes y policías que llevó a que en
varios estados se decretara el toque de queda y la intervención de la Guardia
Nacional e incluso el ejército. Cientos de ciudadanos fueron arrestados por
protestar y muchos otros fueron seriamente heridos por resistirse; sin dudas un
gran ejemplo de lo que es la democracia estadounidense. Cuando la Guardia
Nacional y la policía militar fueron desplegadas el lunes 1° de junio pasado en
las calles de Washington (D.C.) y apalearon a los manifestantes que se
encontraban “Lafayatte Square”, muchos por fin entendieron de qué se trata todo
esto.
¿Donald Trump es el culpable de esto? No claro que
no. Aunque su administración sea tan delirante como contradictoria, no deja de
ser tan segregacionista e inhumana como la de cualquiera de las antecesoras (incluyendo
a la de Barak Obama[2]). Así vemos que no es el
único culpable. Incluso más. Tal como lo señala un articulo publicado en uno de
los think tanks neoconservadores más influyentes, Donald Trump es “el hombre
fuerte más débil del mundo”[3],
que –tratando de reducir las
responsabilidades a su persona- sintetiza el grado de fragilidad no solo
del presidente norteamericano, sino de todo el sistema al que representa.
La tendenciosidad es clara y ve en la personalidad
de Trump, el chivo expiatorio perfecto para limpiar la imagen de una nación en
decadencia. No solo sus comentarios son controvertidos y desubicados, su
gestión plagada de controvertidas políticas,
son un parte aguas en la opinión pública estadounidense. En este sentido, las
causticas medidas inmigratorias implementadas que resaltan ese carácter racista
y elitista, típicas de los WAPS[4] y
de los sectores conservadores, que se conjugan con su estridente personalidad
que es el fiel reflejo del estadounidense contemporáneo.
Estamos hablando del mismo sistema –que sirve al Establishment político
corrupto- que hace tan solo setenta
años atrás, mantenía segregados a los ciudadanos negros e hispanos por el solo
hecho de su color y origen; el mismo que por el mero odio de oir las verdades
molestas, eliminó a hombres brillantes como John F. Kenedy (asesinado en 1960),
a su hermano Robert F. Kenedy (asesinado en 1963), a Malcom X (asesinado en
1965) y a Martin Luther King (asesinado en 1968) mientras al mismo tiempo encumbraba
en los altos puestos del gobierno a tipos detestables y de una criminalidad
asombrosa que llevarían al país a la actual situación ¿Acaso un gobierno puede
tener buenos servidores públicos con criminales en el poder?
Quienes tan solo se atrevieron a discutir estas
desigualdades sociales, fueron asesinados. La brutalidad policiaca
norteamericana es un reflejo del poder contemporáneo. Solo para citar un
ejemplo de la impunidad con la que se acostumbra a vivir en EEUU recordemos el caso
del activista de color Medgar Evers[5] asesinado
por el “Ku Klux Klan” y que recién obtuvo “justicia” –si puede considerársela tal- treinta años después.
Así como el doble rasero es una típica táctica de la
política exterior estadounidense, ella también se aplica y refleja en su vida
interior. Mientras que durante años la Casa Blanca y el Departamento de Estado
han sermoneado al mundo sobre el respeto a los derechos humanos contra los
abusos de otros gobiernos sobre la integridad de sus ciudadanos, EEUU violaba
en forma flagrante los derechos humanos de miles de iraquíes y afganos. Una
catedra de magistral hipocresía. En esos momentos el relativismo sobre el valor
de la vida humana se apoyaba sobre bases ficticias y reduccionistas del “bueno”
y el “malo” que como quedó bien claro, perseguían fines políticos y económicos
que benficiaban a la elite (avances geopolíticos y control de los recursos
petrolíferos mundiales).
Al mismo tiempo esos mismos estamentos gubernamentales
tampoco reconocían ni se hallaban dispuestos a respetar esos principios a sus
propios ciudadanos ¿De qué estamos hablando entonces?
Al día de hoy EEUU no reconoce los principios y las
legislaciones internacionales que prevén el respeto a los derechos humanos. En
2018 la administración Trump comenzó su desvinculación de los organismos que
como el Consejo de Derechos Humanos de la Naciones Unidas que busca su respeto
en todo el mundo. La medida más clara de su oposición, ha sido la reducción en
la contribución económica general para Naciones Unidas. Y es que adherir a estos
principios, simplemente EEUU no podría operar como lo hace alrededor del mundo.
Su gran movilizador de la economía interior de los últimos treinta años como ha
sido el intervencionismo saqueador, se vería seriamente limitado y obviamente
reprochado a nivel internacional. Es por ello que Washington nunca adhirió al
Estatuto de Roma y por supuesto ha negado la jurisdicción de la Corte Penal
Internacional (CPI), llegando incluso a proferir amenazas a los miembros de
dicho organismo.
Los casos como Floyd siempre han sido parte de la
realidad social estadounidense, pero la sociedad estallo en un momento clave de
la historia global. Una sociedad comprimida entre la amenaza de un virus en el
cual su propio gobierno tiene muchas implicancias sospechadas[6],
el desempleo y la desigualdad crónica que venía en crecimiento sostenido desde
la década anterior, no podía terminar en otra cosa. Para quienes ven en estas
manifestaciones la mano de la oposición a la administración Trump apoyan la
represión y el estado de excepción alegando que estas manifestaciones son una
expresión “terrorista”.
[1]
Las guerras en Afganistán, Iraq y la aparición del “ISIS” fueron fuentes de
fabulosos contratos de defensa con empresas como Lockheed Martin, Boeing,
Northrop Grumman, Raytheon y General Dynamics. Van seguidos de Honeywell,
Halliburton, BAE System y miles de compañías y subcontratas de defensa más
pequeñas. Algunas, como Lockeheed Martin en Bethesda (Maryland) y Raytheon en
Waltham (Massachussets) obtienen cerca del 100% de los negocios de defensa.
[2] Pese
a que el 9 de octubre de 2009 se le galardono con el Nobel de la Paz, su
administración prosiguió con las torturas, incrementó los asesinatos con Drones
y el desarrollo de programas de inteligencia como el “ISIS”. También propicio
con las intensas gestiones de la Secretario de Estado Hillary Clinton y sus
socios franceses y británicos las intervenciones en Libia y Siria.
[3] Foreign Policy.com. “The World’s
Weakest Strongman”, BY STEPHEN M. WALT | JUNE 6, 2020, 5:05 PM, https://foreignpolicy.com/2020/06/06/trump-violence-george-floyd-protests-coronavirus-pandemic/
[4]
White Anglo Saxon and Protestan, Blanco Anglosajón Protestante
[5]
Medgar Evers fue el primer secretario de la Asociación Nacional para el
Progreso de la Gente de Color en el Estado de Mississippi asesinado el 12 de
junio de 1963.
[6]
Pensamiento Estrategico y Politico.com. “Escalada Sucia”, Publicado el 17 de
febrero de 2020, https://pensamientoestraegico.blogspot.com/2020_02_16_archive.html
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