“CRIMEN NORMALIZADO”
¿A quién
realmente sirve la OTAN?
Por Charles H. Slim & Dalibor Hrvoje
Desde la caída Unión Soviética en 1990, al contrario
del novelado relato mediático occidental, el mundo entro en un desequilibrio
evidente que beneficio a EEUU y a la OTAN que a la distancia hoy pueden verse
las consecuencias que ello ha dejado para los derechos humanos y la seguridad
del mundo.
Durante la “guerra fría” la organización atlántica
se presentaba como la defensora del mundo libre contra la presunta amenaza del
expansionismo comunista soviético y desde ese lugar, se arrogaba la
representación de valores como la “libertad”, “los derechos humanos” y la “democracia”.
Más allá de que su contraparte, el “Pacto de
Varsovia” se disolvió y el ejército Rojo simplemente se desintegro, la OTAN –por el contrario- lejos estuvo por
desmontar su tentacular estructura militar y de inteligencia y desde ese mismo
momento comenzó a gestionar estrategias de una expansión sin freno hacia el
este y más tarde hacia el sur. Los hechos hablan por si mismos y más allá de
las argumentaciones de la misma organización[1],
las consecuencias de sus acciones hoy son palpables para quien quiera verlas.
Fue así entonces, que había que hacer algo para
sostener el negocio. Un gigantesco complejo de bases e instalaciones militares
diseminadas alrededor del globo con sus respectivos edificios, equipamientos,
vehículos, tropas y personal administrativo quedaría cesante y sin objetivos.
Con esto podrán entender la desesperación y la incertidumbre que desato entre
miles empleados que ya no tendrían propósito de seguir trabajando y por ende,
serían despedidos.
Sumado a ello, el negocio de la industria
armamentística perdería sus incentivos y la OTAN las justificaciones de su
propia existencia por lo cual era necesario encontrar un nuevo enemigo para
continuar e incrementar sus operaciones. La crisis del Golfo en 1990 y su manipulación[2]
que llevo a su posterior desenlace bélico contra Iraq de 1991 sería la
situación a medida para mantener momentáneamente su estructura y a su vez sería
la comprobación de un particular desprecio por la vida de los civiles[3] y el
puntapié para fabricar la nueva amenaza global para el próximo milenio (a
partir del 11/S).
Sin dudas, quién más interesado en valerse de la
OTAN era EEUU, como su brazo armado en Europa mirando al Oriente.
El mantenimiento de la OTAN representaba una
respuesta clara a las aspiraciones hegemonistas de EEUU y sus principales aliados
europeos (Gran Bretaña y Francia). Como herramienta militar, la organización ha
sido fundamental para desplegar los nuevos objetivos geopolíticos y
estratégicos que ya no se vinculaban con las ideologías (Capitalismo vs
Comunismo)[4] sino,
con los negocios privados y el dinero.
En Washington para comienzos de los noventas los sectores
neoconservadores y sus socios externos (la ultraderecha israelí) ya trazaban
los lineamientos de la agenda intervencionista para la década que estaba por
venir[5] con
el fin de ganar espacios geográficos altamente estratégicos y hacerse de los
recursos energéticos de países petroleros y gasíferos con importancia
estratégica.
No podemos dejar de señalar la criminalidad que ya
representaba la preparación de estos planes para cometer estas acciones, pero
que obviamente, se elaboraban y circulaban dentro de los círculos cerrados de
estos sectores oscurantistas, hallándose obviamente ocultos a la vista de la
opinión pública y maquilladas por la Corporación de medios anglosajona -
actor importante
en el despliegue de toda esta historia-,
que ocultarían el desarrollo de estos planes y que recién se conocerían con su
cruenta ejecución.
Al mismo tiempo, el papel de los organismos
internacionales como la ONU fue lamentable. Apoyándose una vez más en la
discursiva claramente guionada desde Washington y utilizando repetidamente el
ambiguo y nada preciso concepto de la “Comunidad internacional”, permitió el
uso de la fuerza con resultados catastróficos para la población civil. Y para
peor, ello no terminaría allí. Ese fracaso por establecer políticas consensuadas
y neutrales de negociación fueron constatadas con las condenables invasiones
impulsadas por EEUU a Afganistán en 2001 y a Iraq en 2003[6],
dos hitos cruciales de comienzos de siglo en lo que represento la abierta
violación de la legislación internacional y la tergiversación de los fines de
la Carta orgánica de Naciones Unidas que terminaron por hundir la credibilidad
del organismo.
Y hablamos de EEUU no solamente por ser el gestor de
éstas crisis en búsqueda del liderazgo global sino también, como el principal
aportante en el sostenimiento de la OTAN y quien mejores beneficios ha sacado y
sacaría de los despliegues que llevaría adelante.
Las tácticas para concretar sus planes han ido
variando a lo largo de los años en cuanto a su amplitud y profundidad, pero
siempre han estado apoyadas sobre acciones ilegales aprovechando circunstancias
contingentes del país o la región que pretenden absorber. Así por ejemplo,
cuando en 1991 estalla la crisis interna en Yugoslavia y mucho antes de su
intervención directa en 1999, la OTAN ya estaba trabajando secretamente –mediante sus servicios de inteligencia- para
intentar llevarla hacia occidente y para el caso de su fracaso, fomentar la desintegración territorial
mediante la agitación pro-separatista de los eslovenos y al mismo tiempo el
apoyo de los nacionalismos de los otros pueblos que componían a esa nación.
Aquello conllevo el movimiento de agentes y células
de las agencias de inteligencia aliadas –como
el MI-6[7] británico y el
Mutkhabarat saudí- e incluso seguramente de recursos especiales –como las células GLADIO[8]- para (entre otras
cuestiones) fomentar las discordias entre las comunidades (con asesinatos,
violaciones y destrucción de templos e iglesias de cada comunidad) y al mismo
tiempo reclutar combatientes dentro de
la población en la Bosnia-Herzegovina.
Desde la diplomacia la excusa de Bruselas para
involucrarse mediante el uso de la fuerza fue la de una “intervención
humanitaria”[9], que en la realidad se
demostró todo lo contrario. Su participación no solo no tuvo nada de humanitario
sino que, sus bombardeos causaron muertes, sufrimiento y miseria como sus
colegas estadounidenses lo habían hecho en Iraq en 1991. Ello le proporcionó el acceso a sitios estratégicos
como Kosovo sin considerar las consecuencias humanitarias.
Sin dudas que el dinero fue (y sigue siendo) el
motor central de estas aventuras siniestras. Los despliegues de fuerzas, la
agresión y derrocamiento de gobiernos y la instalación de bases (militares y de
operaciones clandestinas) en países del este tenían –y siguen teniendo- un costo[10].
Los bombardeos de la OTAN sobre Serbia en 1999 volvieron a demostrar –como los estadounidenses y británicos
seguían haciéndolo en Iraq- el desprecio por la vida de los civiles[11] y
el derecho internacional humanitario.
Los objetivos reales que perseguía la organización
era la de hacerse con el control de los recursos estratégicos de los Balcanes[12] y
la de establecer un punto de acceso a la incipiente Federación rusa desde los
países Bálticos[13].
Su participación en la intervención directa y
destrucción de Libia en 2011, fue otro capítulo demostrativo de la manipulación
y de la vergonzosa connivencia entre Washington y Naciones Unidas[14]
que termino en un desastre humanitario que aún permanece hasta nuestros días[15].
Sin dudas que aquello alentó a Washington –y valiéndose de la OTAN- a intentarlo en
otros escenarios pero, con tácticas más solapadas. Con el objetivo netamente
estadounidense de asentarse a las puertas de Rusia, se pusieron a rodar los
planes. Y fue así que a instancias de injerencias de la embajada de EEUU en
Ucrania[16], desde
2013 se impulsó una revolución de color que culminó en un violento golpe de
estado en febrero de 2014 colocando a un gobierno títere que permitiera el
ingreso de la organización dentro de su territorio. Ello llevo al levantamiento
de una parte de la población ucraniana que decidió rechazar el nuevo Status
Quo. Tras esto, se pudo comprobar el ingreso de mercenarios y agentes encubiertos con
intensión de aterrorizar y crear el caos en la región del Dombass algo que hasta
el momento no pudo lograrse gracias a la ayuda de Rusia.
Por último, la llegada de Trump a la Casa Blanca, ha
puesto en crisis la relación entre Washington y la organización, creando la
incertidumbre y desazón entre sus aliados un asunto que molesta y mucho al
“Deep State” que desde las sombras maneja el poder detrás del gobierno.
[1]
NATO.INT.doc. “La ampliación de la OTAN y Rusia: mitos y realidades”, https://www.nato.int/docu/review/2014/Russia-Ukraine-Nato-crisis/Nato-enlargement-Russia/ES/index.htm
[2]
Para muchos queda claro que Washington manipulo a Saddam Hussein para que diera
un paso en falso y luego negar cualquier conversación para llegar a un acuerdo
diplomático.
[3]
Los bombardeos indiscriminados de la Coalición de los EEUU sobre Bagdad y otras
ciudades de Iraq dejaron miles de muertos y daños incalculables a la
infraestructura civil. Fue la primera vez que se pudo comprobar el uso de
agentes químicos como el Fósforo, el Napalm y el Uranio Empobrecido.
[4]
Dentro del marco del supuesto final de las ideologías propuesto en 1989 por
Francis Fukuyama
[5]
Paul Wolfowitz sería uno de ellos quienes ya esbozaban las primeras ideas que
luego se compilarían en el Proyect for the New American Century (PNAC) de 1997.
[6] El
caso de la invasión a Iraq fue lamentable. Se comprobó que los informes sobre
la supuesta adquisición de Uranio por parte de Iraq y la posesión de armas químicas habían sido
mentiras de la CIA y del MI-6 que George Bush utilizo como pruebas para lanzar
la agresión.
[7]
Esto es contrario al folklore que la agencia británica por medio de agentes
como el Alex Younger ha tratado de instalar refiriendo que su intervención fue
para “prevenir el genocidio” o cosas por el estilo.
[8] Un
ejército secreto que podía llevar adelante acciones insurgentes y terroristas
en otros países.
[9]
ICRC.ORG. La "intervención humanitaria de la OTAN" en Kosovo y la
prohibición de recurrir a la fuerza”, https://www.icrc.org/es/doc/resources/documents/misc/5tdnwn.htm
[10]
Durante la década de los setentas el Departamento de Estado
[11]
Según algunas fuentes los aviones de la OTAN arrojaron sobre centros urbanos
serbios 9160 Toneladas de explosivos entre los cuales había Uranio Empobrecido.
[12]
Tal como lo explica la escritora y socióloga alemana Jutta Ditfurth en su obra Krieg atom armut publicado en 2011.
[13]
Esto fue lo que señalo el escritor alemán Elmar Altvater cuando se refiriere a
la estrategia de las guerras regionales como forma de intervención.
[14] A
instancias del Departamento de Estado norteamericano Naciones Unidas sanciona
la Res. 1973/11
[15]
Desde las masacres contra las poblaciones pasando por el asesinato de Gadafi,
millones de libios se han convertido en refugiados a merced de las mafias que
los cruzan a Europa.
[16]
Tal como quedo en evidencia con la grabación de la charla entre Victoria Nuland
y el embajador de EEUU en Kiev Geoffrey Pyatt.
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