viernes, 21 de mayo de 2021

 

“POLITICA DE LA RESTRICCION”

Cuando además de la falta de recursos y políticas de estado no existe imaginación. El dilema interminable de un estado no administrado

 

Por Pepe Beru

El anuncio presidencial del jueves 20 de mayo no sorprendió a nadie. Una vez más un Alberto Fernández, con un tono monocorde y forzando una impostación que pretendía proyectar preocupación y a la vez decisión para afrontar la situación imperante, repitió lo que ya había dicho un año atrás; volver a fase uno. Solo faltaron los aplausos y las risas editadas para este nuevo “sketch” de un gobierno de comedia.

A pesar de que no sorprendió su anuncio de un renovado encierro para “todos y todas”, no habían pasado dos días aún cuando éste mismo presidente ante los cuestionamientos y la severa crisis socio-económica que parece ir a ninguna parte, aseguraba que no volvería a la fase uno. Esto no solo demuestra la falta de palabra del mandatario sino también el origen de su falta de autoridad que destaca su gobierno.

Una vez más, el encierro es la política de estado para tratar de combatir un virus que las vacunas y en especial la rusa SPUTNIK V tienen un 90% de efectividad. Entonces ¿Por qué el gobierno no se ha provisto con las suficientes dosis para no llegar a la presente situación? No olvidemos que allá por diciembre del 2020 este mismo presidente aseguraba que para enero 2021 llegarían 10 millones de vacunas. Pero eso no sucedió por varias causales que el mandatario no pareció prever; otra muestra de falta de organización para atender esta crisis. Promesas y más promesas rotas que no ayudan a que su gobierno y mucho menos su persona tenga algo de credibilidad.

Estas falencias son captadas y capitalizadas por los anglófilos de los medios locales que no hay que olvidar, se encargaron durante todo el año que paso, por vilipendiar la capacidad de las vacunas rusas por el solo prurito rusofobo de origen británico al que adscriben y en un intento lobista por posicionar a las vacunas de los laboratorios americanos y europeos.

Es muy posible que en Moscu hallan establecido prioridades para la producción y distribución de sus vacunas que, pese a la agresiva campaña mediática de medios y periodistas anglófilos que campean en el país, no afectarían los acuerdos establecidos con Buenos Aires. Pero no sería de extrañar que Valdimir Putin y su gabinete ante las constantes pruebas de falta de decisión, seriedad y organización de sus colegas argentinos halla determinado que estos no eran lo suficientemente fiables como para ser parte de esas prioridades. Solo por un momento usted haga este ejercicio mental: Imagine que los rusos hubieran acordado entregar 10 millones de dosis, las cuales acopiarían en hangares del aeropuerto internacional de “Sheremetievo” a condición de que los argentinos vinieran a buscarlas en un convoy aéreo de cuatro aviones de transporte debidamente acondicionados para la tarea ¿Cree usted que estaban en condiciones los argentinos para cumplir con esta clausula contractual? Y la siguiente pregunta es ¿Por qué no podrían haber cumplido? Por la falta de cantidad de aparatos, repuestos y protocolos militares para ejecutar una operación semejante.

La ausencia de una Fuerza Aérea con capacidades razonables para operar en un país de la extensión de la Argentina es algo de lo que la clase política y en particular la coalición gobernante son responsables. El único avión de esas características que aún mantienen es una minúscula flota de seis aviones C-130 “Hércules” que pese a no ser precisamente un aparato ideal para estos menesteres (por falta de refrigeración centralizada), es mucho más viable que un avión de línea. Si Fernández y Cia imaginaban que los rusos o los chinos les iban hacer un “delivery” de vacunas a domicilio, se equivocaron muy mal demostrando que además de improvisados, poco o nada conocen sobre lo que sucede fronteras afuera.

Pero tampoco se imagine usted que si los anglófilos de “CAMBIEMOS” y los proto sionistas del “PRO” hubieran estado en el poder aquí hubieran ido mejor las cosas. Olvidenlo, su obsecuencia fue tan notable como su ineficacia para administrar. La experiencia del gobierno de Macri, en rasgos generales y centrándonos en lo que hace al estado nación, dejó bien en claro que no fueron mejores ni lo serían en un futuro.

El principal problema que se ha reportando para la Argentina en esta crisis es su falta de material para operar. Mientras otros países en los primeros días de esta crisis sanitaria trabajaban de forma ingente y agresiva por conseguir recursos para llevarlos a sus respectivos países, el gobierno argentino y la clase política toda solo se avocaba a realizar inacabables comentarios, discursos en programas de TV y especulaciones que terminarían en más de un año de confinamiento para no resolver nada. Como se pudo ver, no hubo lugar para los hombres y mujeres de acción quienes podrían haber marcado la diferencia ante tanto discurso flemático.

Los nuevos anuncios de un renovado confinamiento no hacen otra cosa que augurar dos posibilidades: Profundizar la crisis socio-económica o mermar de forma imperceptible e inútil la llamada circulación del virus, o incluso ambas al mismo tiempo. Ciertamente que el virus no circulará, pero mucho menos desaparecerá manteniendo a las personas dentro de un espacio cerrado; por el contrario se potenciaría. Sin dudas existe un prurito por encerrar e inmovilizar a los ciudadanos que va más allá del interés meramente sanitario.

Si hay algo de lo cual muchos argentinos están cansados es de este gobierno de médicos e infectólogos, los mismos agoreros de la muerte y de visiones apocalípticas que campearon por los medios televisivos y radiales el año pasado y que ante las nuevas circunstancias, retoman protagonismo. Incluso más, los mismos consumidores de esos medios ya están cansados de presentadores y periodistas diletantes con notorios visos de operadores de este gobierno galeno que lo único que busca es sembrar el terror y la culpa en cada uno de ellos.

La mayor parte de la población, aunque demuestra una excesiva abulia y ausencia de voluntad por hacer valer sus derechos ante los atropellos gubernamentales, esta harta de estas soluciones que no solucionan nada y que despiertan acciones rebeldes de carácter individual. Es a esto último lo que Alberto Fernández y su gobierno temen de forma pasmosa, pero al mismo tiempo temen ejercer el monopolio de la fuerza estatal por un simple motivo: Elecciones en puerta. Igualmente, cabria preguntarse y ante las evidencias científicas ¿Qué peligro representa un sujeto que camina solo al aire libre sin agruparse o con propósitos similares?, ¿Si alguien desea salir a tomar aire será perseguido por el estado? Estas cuestiones son las que movilizan a los espíritus libres.

Y son estas rebeldías individuales las que horadan la ya de por si lábil autoridad del gobierno y que dicho sea de paso aclaremos, aquellos rebeldes no responden a la oposición política tan inoperante, no creíble y falta de representatividad como quienes los bendicen en los medios.

Como siempre he dicho, se trata de un nuevo paso atrás del cangrejo. Así es la historia cíclica de este país y quede claro, que no es la culpa del país sino más bien, de una cultura que se ha venido desarrollando desde 1983 hasta el presente de falsas dicotomias y excesivas atribuciones que terminaron por comerse las bases de una ya muy discutida institucionalidad republicana. Es por ello que cuando se oyen desde algunos atriles de las empresas mediáticas a intelectuales y periodistas que se rasgan las vestiduras por la actual situación haciendo alarde de ser los representantes de un (carcajadas) “republicanismo popular”, poniendo en evidencia en sus posiciones una ineludible discriminación sinofoba, rusofoba y claro, islamófoba, por lo cual poca entidad pueden tener para ser tomados en serio.  Igualmente, eso no hace mejor al actual gobierno ni mucho menos.

 

 

 

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