“POLITICA
DE LA RESTRICCION”
Cuando además de la falta de recursos y políticas de
estado no existe imaginación. El dilema interminable de un estado no
administrado
Por Pepe Beru
El anuncio presidencial del jueves 20 de mayo no
sorprendió a nadie. Una vez más un Alberto Fernández, con un tono monocorde y
forzando una impostación que pretendía proyectar preocupación y a la vez
decisión para afrontar la situación imperante, repitió lo que ya había dicho un
año atrás; volver a fase uno. Solo faltaron los aplausos y las risas editadas para
este nuevo “sketch” de un gobierno de comedia.
A pesar de que no sorprendió su anuncio de un
renovado encierro para “todos y todas”, no habían pasado dos días aún cuando
éste mismo presidente ante los cuestionamientos y la severa crisis
socio-económica que parece ir a ninguna parte, aseguraba que no volvería a la
fase uno. Esto no solo demuestra la falta de palabra del mandatario sino
también el origen de su falta de autoridad que destaca su gobierno.
Una vez más, el encierro es la política de estado
para tratar de combatir un virus que las vacunas y en especial la rusa SPUTNIK
V tienen un 90% de efectividad. Entonces ¿Por qué el gobierno no se ha provisto
con las suficientes dosis para no llegar a la presente situación? No olvidemos
que allá por diciembre del 2020 este mismo presidente aseguraba que para enero
2021 llegarían 10 millones de vacunas. Pero eso no sucedió por varias causales
que el mandatario no pareció prever; otra muestra de falta de organización para
atender esta crisis. Promesas y más promesas rotas que no ayudan a que su
gobierno y mucho menos su persona tenga algo de credibilidad.
Estas falencias son captadas y capitalizadas por los
anglófilos de los medios locales que no hay que olvidar, se encargaron durante
todo el año que paso, por vilipendiar la capacidad de las vacunas rusas por el
solo prurito rusofobo de origen británico al que adscriben y en un intento
lobista por posicionar a las vacunas de los laboratorios americanos y europeos.
Es muy posible que en Moscu hallan establecido
prioridades para la producción y distribución de sus vacunas que, pese a la
agresiva campaña mediática de medios y periodistas anglófilos que campean en el
país, no afectarían los acuerdos establecidos con Buenos Aires. Pero no sería
de extrañar que Valdimir Putin y su gabinete ante las constantes pruebas de
falta de decisión, seriedad y organización de sus colegas argentinos halla
determinado que estos no eran lo suficientemente fiables como para ser parte de
esas prioridades. Solo por un momento usted haga este ejercicio mental: Imagine
que los rusos hubieran acordado entregar 10 millones de dosis, las cuales
acopiarían en hangares del aeropuerto internacional de “Sheremetievo” a
condición de que los argentinos vinieran a buscarlas en un convoy aéreo de
cuatro aviones de transporte debidamente acondicionados para la tarea ¿Cree
usted que estaban en condiciones los argentinos para cumplir con esta clausula
contractual? Y la siguiente pregunta es ¿Por qué no podrían haber cumplido? Por
la falta de cantidad de aparatos, repuestos y protocolos militares para
ejecutar una operación semejante.
La ausencia de una Fuerza Aérea con capacidades
razonables para operar en un país de la extensión de la Argentina es algo de lo
que la clase política y en particular la coalición gobernante son responsables. El
único avión de esas características que aún mantienen es una minúscula flota de
seis aviones C-130 “Hércules” que pese a no ser precisamente un aparato ideal
para estos menesteres (por falta de refrigeración centralizada), es mucho más
viable que un avión de línea. Si Fernández y Cia imaginaban que los rusos o los
chinos les iban hacer un “delivery” de vacunas a domicilio, se equivocaron muy
mal demostrando que además de improvisados, poco o nada conocen sobre lo que
sucede fronteras afuera.
Pero tampoco se imagine usted que si los anglófilos
de “CAMBIEMOS” y los proto sionistas del “PRO” hubieran estado en el poder aquí
hubieran ido mejor las cosas. Olvidenlo, su obsecuencia fue tan notable como su
ineficacia para administrar. La experiencia del gobierno de Macri, en rasgos
generales y centrándonos en lo que hace al estado nación, dejó bien en claro
que no fueron mejores ni lo serían en un futuro.
El principal problema que se ha reportando para la
Argentina en esta crisis es su falta de material para operar. Mientras otros
países en los primeros días de esta crisis sanitaria trabajaban de forma
ingente y agresiva por conseguir recursos para llevarlos a sus respectivos
países, el gobierno argentino y la clase política toda solo se avocaba a
realizar inacabables comentarios, discursos en programas de TV y especulaciones
que terminarían en más de un año de confinamiento para no resolver nada. Como
se pudo ver, no hubo lugar para los hombres y mujeres de acción quienes podrían
haber marcado la diferencia ante tanto discurso flemático.
Los nuevos anuncios de un renovado confinamiento no
hacen otra cosa que augurar dos posibilidades: Profundizar la crisis
socio-económica o mermar de forma imperceptible e inútil la llamada circulación
del virus, o incluso ambas al mismo tiempo. Ciertamente que el virus no circulará,
pero mucho menos desaparecerá manteniendo a las personas dentro de un espacio
cerrado; por el contrario se potenciaría. Sin dudas existe un prurito por
encerrar e inmovilizar a los ciudadanos que va más allá del interés meramente
sanitario.
Si hay algo de lo cual muchos argentinos están
cansados es de este gobierno de médicos e infectólogos, los mismos agoreros de
la muerte y de visiones apocalípticas que campearon por los medios televisivos
y radiales el año pasado y que ante las nuevas circunstancias, retoman
protagonismo. Incluso más, los mismos consumidores de esos medios ya están
cansados de presentadores y periodistas diletantes con notorios visos de
operadores de este gobierno galeno que lo único que busca es sembrar el terror y
la culpa en cada uno de ellos.
La mayor parte de la población, aunque demuestra una
excesiva abulia y ausencia de voluntad por hacer valer sus derechos ante los
atropellos gubernamentales, esta harta de estas soluciones que no solucionan
nada y que despiertan acciones rebeldes de carácter individual. Es a esto
último lo que Alberto Fernández y su gobierno temen de forma pasmosa, pero al
mismo tiempo temen ejercer el monopolio de la fuerza estatal por un simple
motivo: Elecciones en puerta. Igualmente, cabria preguntarse y ante las
evidencias científicas ¿Qué peligro representa un sujeto que camina solo al
aire libre sin agruparse o con propósitos similares?, ¿Si alguien desea salir a
tomar aire será perseguido por el estado? Estas cuestiones son las que
movilizan a los espíritus libres.
Y son estas rebeldías individuales las que horadan
la ya de por si lábil autoridad del gobierno y que dicho sea de paso aclaremos,
aquellos rebeldes no responden a la oposición política tan inoperante, no
creíble y falta de representatividad como quienes los bendicen en los medios.
Como siempre he dicho, se trata de un nuevo paso
atrás del cangrejo. Así es la historia cíclica de este país y quede claro, que
no es la culpa del país sino más bien, de una cultura que se ha venido
desarrollando desde 1983 hasta el presente de falsas dicotomias y excesivas
atribuciones que terminaron por comerse las bases de una ya muy discutida
institucionalidad republicana. Es por ello que cuando se oyen desde algunos
atriles de las empresas mediáticas a intelectuales y periodistas que se rasgan
las vestiduras por la actual situación haciendo alarde de ser los
representantes de un (carcajadas) “republicanismo popular”, poniendo en
evidencia en sus posiciones una ineludible discriminación sinofoba, rusofoba y
claro, islamófoba, por lo cual poca entidad pueden tener para ser tomados en
serio. Igualmente, eso no hace mejor al
actual gobierno ni mucho menos.
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