domingo, 16 de mayo de 2021

 

“UNA  POLITICA MESIANICA”

Hasta cuando se sostendrá la diabólica lógica de que unos son más elegidos que otros

 

Por Charles H. Slim y Yossi Tevi

Hace dos semanas atrás gavillas de judíos ultraderechistas armados con sus fusiles semiautomáticos provistos por las FDI y por los dineros de los donantes sionistas occidentales, como los chacales, comenzaron a merodear la barriada palestina de “Sheikh Jarrah” en el norte de Jerusalén con sus nada buenas intensiones. No paso mucho para saber que los palestinos no estaban equivocados. Tal como lo esperaban los vecinos árabes, estos salteadores regresaron días después con más refuerzos y esta vez con la intensión de apropiarse de sus hogares. Esto que ocurre aquí en “Sheikh Jarrah” no es nuevo para los palestinos. Hace años que Tel Aviv y en especial desde que Donald Trump dio su apoyo expreso a las políticas de “Apartheid” de Benjamín "Bibi" Netanyahu, ha estado impulsando (con mucha discreción) a estos sectores extremistas para que y por todos los medios posibles, vayan apropiándose de las casas y propiedades de los palestinos en Jerusalen con la cobertura de las fuerzas policiales y militares del estado.

Sumado a esto, las continuas usurpaciones de territorios y aldeas demolidas para ser ocupados por asentamientos judíos financiados por grandes corporaciones y emprendimientos occidentales dan un marco y trasfondo a la impunidad de una violencia que no cesa. Es ante estas violentas y arbitrarias circunstancias que debemos preguntarnos y ¿Por qué no pueden defenderse los palestinos?, ¿Deben tolerar pasivamente que les opriman, roben y maten?

Muchos y muy graves son los hechos que ha causado esta política de voracidad expansionista, típica de los estados europeos colonialistas del siglo XIX y comienzos del XX con la cual paradigmaticamente se rige el sionismo y que como de costumbre sostiene la política angloestadounidense. Este sostén se ha visto en las últimas declaraciones del presidente Biden y su Secretario de Estado Anthony Blinken (administración que presume ser el faro de la democracia) señalado por una fracción del Congreso liderada por la representante demócrata por Michigan Rashida Tlaib quien señaló entre otras consideraciones que “en ningún momento se ha reconocido la humanidad de los palestinos”, demostrando que incluso en los EEUU no hay lugar para las connivencias y llana tolerancia con las que Israel contaba en el pasado.

Un niño palestino muerto 

Tampoco existe en Gran Bretaña unanimidad para justificar las presentes acciones de Israel, donde hasta los sectores conservadores que históricamente y en alguna medida sostuvieron sus pasadas arbitrariedades, hoy usan palabras tales como “represalia desproporcionada” que tanto fastidian a los sionistas sudamericanos, en particular a los argentinos y que expresamente fustigaron en el posicionamiento del gobierno argentino. Pero los británicos no hacen esto por razones de humanidad o de empatía sino, porque ven en la continuidad de estas atrocidades peligrar la vigencia de los “Acuerdos Abrahamicos” firmados por Israel con algunos países árabes en especial los del Golfo con quienes Londres tiene grandes intereses.

Los eventos que han desatado esta espiral de violencia tuvieron origen en las constantes agresiones y usurpaciones de casas en Jerusalen y que vienen agravándose desde que Donald Trump en diciembre de 2017 concedió a Israel y de forma arbitraria el título de capital. A partir de allí las bandas de colonos ultraderechistas que están respaldadas por fuertes influencias políticas y financieras externas, dieron rienda suelta a sus actividades terroristas contra la población palestina.  No hay argumentos que la justifiquen, mucho menos los que apelan a los pretendidamente sacados de la escatología religiosa que para decirlo de una forma entendible y grosera para quienes no conocen el origen de todo esto, se resumiría en un argumento que se basa en que “Dios les habría otorgado un titulo inmobiliario sobre toda Palestina”, una inconsecuencia convertida en teología imposible de probar. Sin dudas esto es tan mesiánico e injustificable como aquellos que poniendo al Islam por delante, matan en nombre de Dios.

Los mismos sionistas europeos que operaron desde comienzos del siglo XX para ir filtrándose en Palestina y por medio del terror subvertir el protectorado británico y comenzar a ganar terrenos árabes, sabían que estaban robando y matando a sus propietarios por lo cual era esperable una reacción en su contra, tal como sucedería en la revuelta de1936 y como se produciría en 1948 tras una larga lista de crímenes (con masacres como en Deir Yassin), la matanza en Qibla en 1953, Sabra y Chatila en 1983 y muchas otras que llegan hasta nuestros días. Incluso el mismo Ben Gurión reconoció que esto era lo menos que podían esperar por robar los territorios de los palestinos.

La impotencia y la ira reinan entre los palestinos quienes se ven entrampados en un laberinto siniestro, administrado por un estado teocrático (porque Israel según su constitución es un estado Judío) que no tiene escrúpulos al momento de pasar por encima de los derechos humanos de los palestinos. Ante la evidencia de los hechos esto es innegable. Al día presente los palestinos se hallan a merced ya no solo de las fuerzas militares de ocupación y sus siniestros cuerpos de inteligencia como el “Shin Bet” sino también, por grupos de enmascarados quienes vestidos de negro y movilizados en vehículos sin chapa identificatoria atacan y secuestran a los palestinos en la vía pública. Los palestinos saben muy bien que son estos “colonos”, quienes son ingresados por Tel Aviv en un plan de hacer una guerra demográfica con el claro objetivo de “judeizar” los territorios sostenida con la ideología mesianica del sionismo que se simplifica en el “Eretz Israel” (Gran Israel). 

Desde que Yasser Arafat murió en 2006 los palestinos han quedado huérfanos de un liderazgo político con suficiente fuerza y entereza para plantarse ante Israel. Hoy por el contrario solo existe una administración meramente decorativa a cargo de un hombre viejo y sin consenso que se ha transformado en una mera marioneta de los juegos políticos de Tel Aviv.   

En occidente y en particular en los medios argentinos nada se dice de todo esto, algo que no asombra si vemos quienes son los que manejan las empresas dedicadas a la información y el entretenimiento local. Nada nuevo en estas posiciones obsecuentes y faltas de imparcialidad que no desaprovechan oportunidad (movidos por una advertible islamofobia) para tratar de conectar a Irán con todo lo que ocurre. Precisamente, para distraer y entretener a la opinión pública de estas execrables acciones, están quienes bajo la tarea de comunicadores y especialistas de estos lares, difunden una imagen apegándose a la línea política de la embajada de Israel y EEUU cambiando el ángulo de los hechos, relativizando los daños humanos contra los palestinos e incluso invirtiendo la secuencia de inicio de los mismos.

Con la acostumbrada métrica del relato de los “agredidos” y los buenos de una película, los informadores argentinos (medios y periodistas) no dicen nada de las acostumbradas brutalidades que acomete el ejército israelí contra los civiles y mucho menos los actos delictivos de los “colonos” quienes dicho sea de paso, se comportan como hordas de matones armados, compuestas por judíos extremistas llegados de varios países incluyendo a la Argentina. Todo esto viene sucediendo desde hace décadas, pero como las arbitrariedades que viene cometiendo Israel mediante estos colonos (que no son árabes-israelies) con los crímenes que han cometido en “Sheik Jarrah” han llegado al summum de lo intolerable, como diría alguien “el olor es demasiado apestoso como para poder taparlo” acuden a sofismas e incluso a la intimidación indirecta haciendo alegorías a lo poco conveniente que es para el país criticar a Israel, esto último en alusión a la posición del gobierno argentino ante esta situación.

Para escenificar el cuento mediático y darle ese aburrido y acostumbrado cariz victimista al que hicieron un culto los sionistas, el cambio de las palabras y los significados es central para decir algo que se asemeja a la realidad, pero con una intensión completamente diferente.  Estos informadores (con la obvia venia de sus empleadores) colocan como dice el refrán “el carro adelante del burro” y así cambian la realidad de los hechos como una forma de justificar lo injustificable. Durante años y cuando no existía internet, fue fácil para los gobiernos de Tel Aviv, para los militantes sionistas y para sus adeptos en los medios, desinformar sobre hechos similares e incluso, ocultarlos deliberadamente. Muchos crímenes cometidos al amparo de la oscuridad y la complicidad de occidente quedaron sepultados como muchos palestinos enterrados en fosas comunes. Desde aquellas masacres de Hebrón en 1994 y las cometidas en Belen en 1999 difundidas por canales de televisión regionales y el asalto de las FDI al barco con ayuda humanitaria a Gaza el 31 de mayo de 2010 que fue trasmitido en vivo por internet sin que los israelíes supieran que estaban siendo vistos por millares de internautas, llevó a que sus cerebros en inteligencia y seguridad tomaran nuevos recaudos y plantearan otras estrategias mediáticas para tratar de reducir el impacto de “excesos” similares.

En 2018 en la llamada movilización del retorno que llevó miles de palestinos a marchar a la cerca colocada por Israel para aislar a la Franja de Gaza de los demás territorios palestinos, sus soldados hirieron y mataron a decenas de palestinos sin que ello hubiera desatado un solo comentario en los medios y mucho menos en el gobierno argentino de ese entonces. En esos eventos se pudo comprobar que los tiradores israelíes disparaban a las piernas (de hombres, mujeres o niños) con municiones prohibidas por las Convenciones internacionales con la sádica intensión de dañarlos de por vida. El desagradable efecto de estas balas expansivas era la voladura literal de sus pies o parte de sus piernas con lo cual, actualmente hay varios cientos de mutilados y lisiados palestinos que dan testimonio de esta brutalidad inexcusable. Obviamente, nada de esto se quiso mostrar en los medios argentinos y en el que de algún modo se trato el tema, algunos de estos informadores con un velado prejuicio islamófobo, que coinciden con el ideario sionista, no dudaron en demostrar su candente parcialidad pro-israelí justificando esas execrabilidades con los argumentos más inverosimiles que alguien se podía tragar.

Según estos lamentables pero esperables desinformadores han acusado a “Hamas” y a otros grupos de la resistencia de haber sido quienes iniciaron los ataques “lanzando misiles” y que Israel se vió empujado a responder, algo que además de taimadamente malicioso es rotundamente falso.  Primero que todo, las golpizas, las usurpaciones y las profanaciones a la Mezquita “Al Aqsa” que se vienen ejecutando desde hace años son soportadas a costa de la sangre de los palestinos. En lo referente a los medios y su particular forma de describir los hechos, hay que precisar que los palestinos no tienen misiles en el sentido estricto del termino (Proyectil Autopropulsado con carga explosiva dirigido por medios electrónicos) sino cohetes artesanales (construidos por ellos mismos) que solo es un vector sin guía alguna con una carga explosiva (a la cual se le agrega metralla casera como clavos y vidrios) que es impulsado por un motor de combustible sólido.

A su vez Israel, además de misiles con alta sofisticación tecnológica y mortíferas cargas explosivas (con sus propias metrallas incluidas), no duda en bombardear a las poblaciones urbanas de Gaza con armas químicas como son las bombas de fósforo blanco y mucho menos con obuses de artillería de 155 mm que además de tener ojivas con “Uranio empobrecido” (veneno radiactivo) sin dudas carecen de cualquier guía que les de precisión y por ello caen al azar. Estos señalamientos se hacen tras desafortunados comentarios de algunos obsecuentes representantes de la política argentina que condenaron a “Hamas” por usar cohetes sin guía y justificando a Israel porque según sus puntos de vista “por lo menos usan misiles guiados” queriendo explicar que solo “matan terroristas”, una falacia maliciosa insostenible.

Familia Kilani muerta en Gaza

Hay en estos detalles una desproporción y un despropósito que pretenden maquillar detrás del artificioso uso de las palabras y claro, de argumentos tirados de los pelos, toda la destrucción y la calamidad humana que ya causó el estado de Israel. La ocupación militar y la opresión imperante de este estado sobre los palestinos que ya cumple siete décadas es imposible de justificar. No permitir a los palestinos resistirse a estas políticas racistas y de limpieza étnica es ir contra un derecho humano universal, mucho más cuando el agresor está muy bien definido y éste se aprovecha de la desproporción material y su impunidad política (proveídas especialmente por EEUU) con la que cuenta. Un costoso misil balístico o uno guiado por láser que cuesta más de 20 millones de dólares lanzado desde un avión F-16 es algo incomparable a un cohete “Qassam” de elaboración casera en talleres palestinos o incluso de otros adquiridos externamente ¿Qué defensa tienen los palestinos contra estos costosos ingenios de la industria militar israelí? O incluso también ¿Qué propósito militar tiene bombardear las oficinas de medios informativos árabes o incluso occidentales que están cubriendo los hechos en el terreno?

Ante estos cuestionamientos escucharemos respuestas que rayan el cinismo negando la realidad de estas desproporcionalidades y en otros casos, sintiéndose ofendidos muchos de los representantes de la posición israelí ante las evidencias, muestran fastidio y el silencio.

A contraposición de ello, desde hace años que los aviones israelíes vienen bombardeando la Franja de Gaza sin que estos mismos medios informativos y sus insignes presentadores, hallan levantado un solo comentario sobre las horrendas consecuencias causadas entre la población civil palestina. Cuando matar con bombas y misiles se ha hecho políticamente malo para las relaciones públicas, Israel no ha dudado ni duda de usar otros métodos más silenciosos y cobardes. O sino por ejemplo, ¿Cómo podrían explicar el corte de suministro de agua potable por el gobierno israelí a la Franja de Gaza e incluso, el envenenamiento de la misma con toxinas que enferman a sus consumidores, en especial a los niños? Mucho menos se atreven a explicar la real situación existente que no es la de una guerra (como gustan hablar), sino de una ocupación y una continua usurpación de territorios que además de arbitraria, es contraria a las normas del derecho internacional y a las previsiones de Naciones Unidas. Simplemente, hay una visión escandalosamente parcial y para peor, fanática pro-israelí de lo que sucede allí.

Hace ya bastante tiempo que los israelíes y en particular estas bandas de colonos extremistas, vienen provocando, causando daño y muerte a los palestinos. Sin dudas que estos criminales son una avanzada “proxie” de las deleznables agencias de inteligencia y cuerpos “antiterroristas” de Israel, esas mismas que se especializan en secuestrar, golpear y torturar a hombres, mujeres y niños utilizando tácticas sucias y la complicidad de los gobiernos anglosajones para cubrirlos políticamente; sin dudas, son una contribución al respeto de los derechos humanos de los que se jactan muchos de estos sionistas (pro-israelies no judíos) en las entrevistas en cadenas de televisión.

Una vez más y como lo han hecho en otras oportunidades, los israelíes bombardearon sin piedad la Franja de Gaza teniendo como blancos escuelas, mezquitas y centros de salud. Uno de los ataques aéreos demolió parte de las instalaciones del hospital “Hala Shawa” ubicado al norte de la franja. En cada uno de estos ataques murieron niños y mujeres que no tuvieron la mínima oportunidad pero esto, es algo que Israel ya ha cometido con anterioridad confiado de que contara con la impunidad que le proporciona su influencia. La pregunta que deberíamos hacernos es ¿Hasta cuándo se podrá soportar esta impunidad de un estado que se cree con una especie de superioridad moral para pasar por encima de la ley y los derechos humanos ajenos?

 

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