lunes, 27 de diciembre de 2021

 

¿ES UN BUEN MOMENTO PARA UNA GUERRA?

Hay posibilidades de que EEUU trate de salir de la depresión económica iniciando una guerra con Rusia ¿Vale la pena correr el riesgo?

Por Charles H. Slim

Esta es una de las preguntas que los generales de la OTAN y sus colegas del Pentágono se estarían haciendo desde hace varios meses y que al verse atascados por Rusia en el Mar Negro necesitan responderla. Pero antes de dar una respuesta a esta cuestión, los planificadores de un posible Armagedón contra Rusia estos burócratas militares deberían considerar varias situaciones.

Primero que todo, Washington debería moderar al Secretariado de Bruselas ya que la OTAN no podría llegar a movilizarse sin el liderazgo de EEUU. Si bien el Secretario general Jens Stoltenberg es un conspicuo y activo funcionario que busca mantener la cohesión entre los miembros europeos y sus patitos feos (Polonia, Bulgaria y Turquía) quien tiene la última palabra es Washington.

Pero no solo es la palabra lo que se espera de Washington, sino y lo más imprescindible es, disponer de sus capacidades óptimas de movilización y posible confrontación. En ese sentido hay que preguntarse ¿Cuál es la situación de la flota de guerra de los EEUU?, ¿Son ciertos los informes de serias dificultades en sus capacidades logísticas? Son varias las fuentes que alegan un serio problema en la Armada.

Al parecer la situación de pandemia de Sars-CoV2 ayudo en mucho a retrasar las mejoras y reparaciones en las unidades de la flota de superficie y ello se traduciría en que el 50% de toda la flota se halla en un verdadero “Stand By” para ser reparada. Ello a su vez, afectaría a su capacidad de transporte, aspecto ineludible para ejecutar una aventura bélica (salvo que Biden pretenda hacerla por “Zoom”).

En lo referente a las deficiencias en su capacidad logística al parecer la actual aparición de “Omicrón” ha dificultado aún más poner en movimiento una posible operación de logística bélica. Costos, falta de personal (entre ellos renuentes a vacunarse) y contra tiempos en muchas de las reparaciones de unidades vitales para el transporte pesado están frenando la disponibilidad. Estas mismas dificultades se ven en las actividades navales civiles y comerciales que han disparado los precios de alquiler de contenedores de los anteriores 4000 dólares a 20000 dólares cada uno.

Para muchos estos se debe a la oleada de terror informativo sobre la variante Omicrón que baja de la administración Biden y que lleva a que muchos literalmente no quieran tocar el picaporte de su automóvil para ir a trabajar o a ocupar sus puestos en las bases donde prestan servicio. Sin dudas que esto ha afectado duramente la psiquis de los estadounidenses y por supuesto, su moral para combatir en sus tropas y de su población para aceptar una nueva guerra que sin dudas no tendrá una causa justa.

Sin dudas Trump y su gente observan felices la debacle de la administración demócrata que para peor, está llevando a la Unión a una crisis económica sin precedentes haciendo realidad los temores de los neoconservadores y su prole de ver como China se vuelve un imperio comercial con seguras posibilidades de extender su modelo político a Occidente.

Igualmente no se engañe. La administración Biden no ha abandonado los principales ejes de la estrategia global norteamericana. Aún mantiene una política hostil, pero bajo cuerdas hacia China por el asunto de Taiwán (AUKUS y el QUAD); continua su intromisión en Iraq y en Siria. Mientras La Casa Blanca habla de liderazgo, democracia y la búsqueda por sanear los problemas de su predecesor, los hechos dicen otra cosa. Por ejemplo, la retirada de Afganistán el 15 de Septiembre pasado no fue sino, un cambio de estrategia y el reemplazo de tropas convencionales por programas de “contrainsurgencia” compuestos por mercenarios y agencias de inteligencia (léase ISIS-K) que buscaran desestabilizar al Taliban.

Pero las actuales expectativas de Biden, de su Secretario de Estado y sus generales en el Pentágono se centran en Rusia y ello parece una obsesión que podría costarle muy caro a los EEUU. Su administración, pese a las críticas pre-electorales de sus predecesores, está invirtiendo muchos recursos en Ucrania para que el gobierno de Volodímir Zelensky se vuelva la extensión de la OTAN y con ello, Kiev aniquile a los independentistas ruso-parlantes y recupere el control del Donbass. Si eso sucede, no cabe dudas de que la OTAN instalara una base en esta región oriental del país poniendo sus silos de misiles y aviones a minutos de Moscú.

Pero la dialéctica discursiva Washington y sus vasallos es la de hablar de “una amenaza de invasión rusa” cuando son ellos mismos quienes han trasladado tropas y equipos desde EEUU y Europa. En definitiva, un absurdo tan evidente que se puede graficar con esa metáfora tan utilizada en la que pretenden que no se vea el elefante en una sala.

Para ello se hacen algunos retoques a los hechos históricos hablando de que “Rusia invadió Crimea en 2014” haciendo extensiva esta hipótesis a la sublevación de las poblaciones de Donetsk y Lugansk tras el golpe en Maidan. Ciertamente, las tropas rusas si se estacionaron en Crimea pero no fue necesario disparar un solo tiro ya que la operación fue tan rápida que las guarniciones ucranianas simplemente para cuando sus soldados terminaron de ponerse sus uniformes no pudieron acceder a sus puestos. Otra falacia es la referida a la situación del este. Ninguna unidad rusa cruzo al Donbass en 2014, aun cuando el ejército ucraniano y grupos de mercenarios alquilados por los oligarcas sionistas de Kiev intentaron a posterior y de forma infructuosa retomar el control de la región. Simplemente porque muchas unidades blindadas y acorazados del ejército regular decidieron pasarse al bando de los autonomistas logrando un respetable poder de fuego. Pero todo eso no lo vera en una historia de los medios anglosajones.

En esta empresa también acompañan (como no podía ser de otra manera) Londres y su punta de lanza mediática que junto a la DW alemana, elaboran informes sesgados y truculentos, claramente predecibles tratando de conmover a una opinión pública muy poco receptiva a creer en sus versiones.

A pesar de todo esto y de los discursos del respeto a la ley internacional con los que Biden y sus funcionarios hacen gala en sus discursos ante los medios (cuando aún se mantienen aberraciones como la que sucede en Jerusalén y la situación en Palestina), por sus cabezas están meditando si es o no un momento propicio para una guerra ¿Tolerarán lo estadounidenses otra aventura mesiánica como las de sus predecesores o acaso están tan enfermos como sus políticos?, ¿O el dinero vuelve a pesar más que los cadáveres que se apilaran por estas criminalidades?

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