¿ES
UN BUEN MOMENTO PARA UNA GUERRA?
Hay
posibilidades de que EEUU trate de salir de la depresión económica iniciando
una guerra con Rusia ¿Vale la pena correr el riesgo?
Por Charles H. Slim
Esta
es una de las preguntas que los generales de la OTAN y sus colegas del
Pentágono se estarían haciendo desde hace varios meses y que al verse atascados
por Rusia en el Mar Negro necesitan responderla. Pero antes de dar una
respuesta a esta cuestión, los planificadores de un posible Armagedón contra
Rusia estos burócratas militares deberían considerar varias situaciones.
Primero que todo, Washington debería moderar al
Secretariado de Bruselas ya que la OTAN no podría llegar a movilizarse sin el
liderazgo de EEUU. Si bien el Secretario general Jens Stoltenberg es un
conspicuo y activo funcionario que busca mantener la cohesión entre los
miembros europeos y sus patitos feos (Polonia, Bulgaria y Turquía) quien tiene
la última palabra es Washington.
Pero no solo es la palabra lo que se espera de
Washington, sino y lo más imprescindible es, disponer de sus capacidades óptimas
de movilización y posible confrontación. En ese sentido hay que preguntarse
¿Cuál es la situación de la flota de guerra de los EEUU?, ¿Son ciertos los
informes de serias dificultades en sus capacidades logísticas? Son varias las
fuentes que alegan un serio problema en la Armada.
Al parecer la situación de pandemia de Sars-CoV2 ayudo
en mucho a retrasar las mejoras y reparaciones en las unidades de la flota de
superficie y ello se traduciría en que el 50% de toda la flota se halla en un
verdadero “Stand By” para ser reparada. Ello a su vez, afectaría a su capacidad
de transporte, aspecto ineludible para ejecutar una aventura bélica (salvo que
Biden pretenda hacerla por “Zoom”).
En lo referente a las deficiencias en su capacidad
logística al parecer la actual aparición de “Omicrón” ha dificultado aún más
poner en movimiento una posible operación de logística bélica. Costos, falta de
personal (entre ellos renuentes a vacunarse) y contra tiempos en muchas de las
reparaciones de unidades vitales para el transporte pesado están frenando la
disponibilidad. Estas mismas dificultades se ven en las actividades navales civiles
y comerciales que han disparado los precios de alquiler de contenedores de los
anteriores 4000 dólares a 20000 dólares cada uno.
Para muchos estos se debe a la oleada de terror
informativo sobre la variante Omicrón que baja de la administración Biden y que
lleva a que muchos literalmente no quieran tocar el picaporte de su automóvil
para ir a trabajar o a ocupar sus puestos en las bases donde prestan servicio.
Sin dudas que esto ha afectado duramente la psiquis de los estadounidenses y
por supuesto, su moral para combatir en sus tropas y de su población para
aceptar una nueva guerra que sin dudas no tendrá una causa justa.
Sin dudas Trump y su gente observan felices la debacle
de la administración demócrata que para peor, está llevando a la Unión a una
crisis económica sin precedentes haciendo realidad los temores de los
neoconservadores y su prole de ver como China se vuelve un imperio comercial
con seguras posibilidades de extender su modelo político a Occidente.
Igualmente no se engañe. La administración Biden no ha
abandonado los principales ejes de la estrategia global norteamericana. Aún
mantiene una política hostil, pero bajo cuerdas hacia China por el asunto de
Taiwán (AUKUS y el QUAD); continua su intromisión en Iraq y en Siria. Mientras
La Casa Blanca habla de liderazgo, democracia y la búsqueda por sanear los
problemas de su predecesor, los hechos dicen otra cosa. Por ejemplo, la
retirada de Afganistán el 15 de Septiembre pasado no fue sino, un cambio de
estrategia y el reemplazo de tropas convencionales por programas de
“contrainsurgencia” compuestos por mercenarios y agencias de inteligencia
(léase ISIS-K) que buscaran desestabilizar al Taliban.
Pero las actuales expectativas de Biden, de su
Secretario de Estado y sus generales en el Pentágono se centran en Rusia y ello
parece una obsesión que podría costarle muy caro a los EEUU. Su administración,
pese a las críticas pre-electorales de sus predecesores, está invirtiendo
muchos recursos en Ucrania para que el gobierno de Volodímir Zelensky se vuelva
la extensión de la OTAN y con ello, Kiev aniquile a los independentistas
ruso-parlantes y recupere el control del Donbass. Si eso sucede, no cabe dudas
de que la OTAN instalara una base en esta región oriental del país poniendo sus
silos de misiles y aviones a minutos de Moscú.
Pero la dialéctica discursiva Washington y sus
vasallos es la de hablar de “una amenaza de invasión rusa” cuando son ellos
mismos quienes han trasladado tropas y equipos desde EEUU y Europa. En
definitiva, un absurdo tan evidente que se puede graficar con esa metáfora tan
utilizada en la que pretenden que no se vea el elefante en una sala.
Para ello se hacen algunos retoques a los hechos
históricos hablando de que “Rusia invadió Crimea en 2014” haciendo extensiva
esta hipótesis a la sublevación de las poblaciones de Donetsk y Lugansk tras el
golpe en Maidan. Ciertamente, las tropas rusas si se estacionaron en Crimea
pero no fue necesario disparar un solo tiro ya que la operación fue tan rápida
que las guarniciones ucranianas simplemente para cuando sus soldados terminaron
de ponerse sus uniformes no pudieron acceder a sus puestos. Otra falacia es la
referida a la situación del este. Ninguna unidad rusa cruzo al Donbass en 2014,
aun cuando el ejército ucraniano y grupos de mercenarios alquilados por los
oligarcas sionistas de Kiev intentaron a posterior y de forma infructuosa retomar
el control de la región. Simplemente porque muchas unidades blindadas y
acorazados del ejército regular decidieron pasarse al bando de los autonomistas
logrando un respetable poder de fuego. Pero todo eso no lo vera en una historia
de los medios anglosajones.
En esta empresa también acompañan (como no podía ser
de otra manera) Londres y su punta de lanza mediática que junto a la DW
alemana, elaboran informes sesgados y truculentos, claramente predecibles
tratando de conmover a una opinión pública muy poco receptiva a creer en sus
versiones.
A pesar de todo esto y de los discursos del respeto a
la ley internacional con los que Biden y sus funcionarios hacen gala en sus discursos
ante los medios (cuando aún se mantienen aberraciones como la que sucede en
Jerusalén y la situación en Palestina), por sus cabezas están meditando si es o
no un momento propicio para una guerra ¿Tolerarán lo estadounidenses otra
aventura mesiánica como las de sus predecesores o acaso están tan enfermos como
sus políticos?, ¿O el dinero vuelve a pesar más que los cadáveres que se
apilaran por estas criminalidades?
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