domingo, 27 de marzo de 2022

 

“BIDEN Y SUS CIRCUNSTANCIAS”

¿Qué tan responsable es Biden y su administración la actual situación de Ucrania? El peligro de querer repetir viejas políticas traería consecuencias aún más severas

 

Por Charles H. Slim 

           

A simple vista el lanzamiento de la Operación Especial rusa sobre Ucrania no podía ser lo mejor que le podía pasar a EEUU. Más allá de que Biden venía vaticinando con fechas tentativas de que Rusia quería invadir a su vecino, el lanzamiento del ataque del 24 de febrero no estaba dentro de aquellas predicciones. Igualmente para Biden esto significaba (y ahora más que nunca) la oportunidad de levantar su pésima imagen dentro de la población de su propio país (50% de los estadounidenses reprueban su gestión).

El mandatario norteamericano fue pillado por sorpresa y no le quedo más opción que ordenar la pronta evacuación de su embajada en Kiev y trasladar todo su personal consular a Lviv. Es falso que la CIA sabía que esto iba a pasar el 24 de febrero. La divulgación de una posible invasión era parte de un bulo, una campaña psicológica que pretendía condicionar a Moscú ante la opinión pública internacional (precisamente para frenarlos) pero no significaba que supieran sobre los planes rusos.

La movida de Vladimir Putin fue sorpresiva e inesperada (incluso para sus propios seguidores), por más que hoy los medios occidentales hablen de algo previsible e inevitable, en Washington no esperaban que ello sucediera. Ante esto, el viejo Biden tratando de borrar su pésima salida de Afganistán y los fracasos en Kazajistán, apuesta a jugar más rudo (y demostrar que tiene liderazgo), poniendo en marcha una batería de sanciones económicas mucho más extensas contra Rusia sin darse cuenta de cuáles serían las consecuencias para propios y ajenos. La prohibición de acceder a las fuentes informativas rusas (RT, Sputnik etc), de importar productos, el petróleo y el gas rusos ha disparado los precios de los combustibles y de los alimentos produciendo el desabastecimiento en la Unión Europea.

Pero la idea es que estas sanciones causen la desesperación en la población rusa y esta a su vez se lance contra su presidente para incluso justificar un magnicidio. Nada nuevo en la estrategia de Washington. A pesar de esto, el gobierno de Putin sigue en pie y lejos de quedarse inmovilizado no ha tardado en adoptar medidas para contrarestar este sabotaje económico-financiero que se vio posibilitado por estar conectado a occidente mediante el SWIFT. Eso ya ha quedado atrás y hoy por hoy Rusia está en plena implementación de un nuevo programa para su economía en la cual ya no tiene lugar el dólar y acerca aún más a la consolidación de un sistema comercial con China.

En ese sentido, Biden y su círculo de neoconservadores buscan condicionar a Xi Jinping para que se aleje de Rusia, algo que Pekín ha demostrado no estar de acuerdo. Y es que saben que la catástrofe económica que está golpeando al comercio mundial no la ha provocado Rusia ni Vladimir Putin (como difunde los Mass Media) sino precisamente, las medidas de terror económico de Joe Biden que también están golpeando a los mismos estadounidenses.

Hay que recordar que Joe Biden es parte de la vieja política (indistintamente de demócratas y republicanos) y como tal, usa los mismos juegos y trucos sucios para salir adelante. Dentro de este esquema, la censura previa, la manipulación informativa y la persecución han sido una política que Biden continúa implementando como lo han hecho sus predecesores. Lamentablemente los “outsiders” como Donald Trump y los denominados “Jóvenes Líderes Globales” (financiados por el Foro Económico Mundial) no han demostrado haber abandonado esas viejas recetas demostrando que no son más que fusibles del Establishment.

En tanto en el terreno ucraniano, las tropas rusas (pese a la censura y la intoxicación informativa de medios occidentales) consolidan posiciones. Ciertamente hay bajas considerables entre la tropa rasa rusa pero la situación de los ucranianos es tan desastrosa que no tienen noción de sus propias bajas. El avance ruso es lento pero firme. Con esto, se ha logrado poner al descubierto varias cosas muy sucias que involucran a Washington y personalmente al mismo Biden. El hallazgo de instalaciones y laboratorios de guerra bacteriológica financiados por EEUU ha sido una desagradable sorpresa para La Casa Blanca y ha puesto en entre dicho –una vez más- a la democracia americana y en una muy embarazosa posición al hijo del presidente Biden quien ya venía siendo expuesto por actos ilícitos como el tráfico de influencias y otros negocios turbios en Ucrania.

El involucramiento de Hunter Biden en los negocios y el manejo de estos fondos para financiar estos programas de peligrosísimos elementos bacteriológicos han dejado de ser una mera “teoría de la conspiración” como supieron achacar los medios corporativos que siguen los lineamientos del poder cuando han querido tapar los negocios oscuros de la familia Biden.

Al parecer, una buena tarea de la inteligencia rusa dio sus frutos. Si bien no hay precisiones de cómo se hallaron estas instalaciones secretas y sus archivos intactos, no habría que descartar que se halla tratado de una colaboración interna a estos programas.  Documentos hallados intactos vinculan al gobierno ucraniano con el Fondo de Inversión Rosemont Seneca, dirigido por Hunter Biden con estos programas militares a cargo del Pentágono ¿Qué propósitos tienen estos laboratorios justamente en las puertas de Rusia?, ¿Qué sabía Naciones Unidas de todo esto?, ¿Acaso entre las armas pestilentes que se estaban desarrollando en estos laboratorios estaba el Sars-CoV (COVID) que Washington quiso culpar de su aparición a un murciélago de un mercado en Wuhan? Y por supuesto ¿Por qué el silencio de los medios occidentales?

La baladí reacción de Biden ante esta exposición ha sido la de advertir a Rusia diciendo “que no se atreva a realizar un ataque químico”, lo que a las claras es un desesperado intento por desviar las miradas de aquellos descubrimientos que a muy pocos puede engañar. Igualmente, en el terreno los grupos “proxies” neonazis a los que apoya y otros de sus agencias de inteligencia podrían generar un incidente tal como lo hicieron sus socios en 2013 en Siria para acusar al gobierno de Al Assad de haber usado gas Sarín que en realidad, fue traído -con la complicidad de Turquía- desde Georgia donde el Departamento de Estado administra y controla laboratorios de guerra Química en las afueras de Tiblisi.

A esta arenga engañosa Rusia le ha dejado en claro que no permitirá que recreen lo que hicieron en Siria (durante la administración de Obama) caso contrario tendrán una respuesta nuclear. Claramente esto para Biden -sabiendo que Putin no blofea- es demasiado pesado de digerir y es por ello que necesita a la UE como apoyo y escudo ante esa posibilidad.

A Biden y a los neoconservadores no les interesa que la guerra se detenga por el contrario, salvo que vean caer a Vladimir Putin. Ello no significa que pretenda involucrar a sus tropas en el campo de batalla. Para suplir esto ha ordenado que se envíen más armas, equipos y apoyo técnico a Ucrania tal como hicieron para abastecer clandestinamente al ISIS en Iraq. Incluso mientras más muertos civiles hallan mejor para los planes de ingresar junto a la OTAN y consolidar su posición geopolítica. Si eso ocurre, todo lo descubierto, los laboratorios, los ensayos prohibidos con soldados ucranianos y sus armas bacteriológicas serán tapados con la complaciente colaboración de los medios occidentales.

Una de las tapaderas que se ven involucradas en estos programas de armas de destrucción masiva (ADM) es la nada extraña presencia de actores como USAID, de la filantrópica Fundación George Soros y los Centros de Control de Enfermedades de los EEUU con lo cual, queda muy claro que no estaban allí para fabricar aspirinas y jarabes para los niños.

Quedará a cargo de Naciones Unidas y los Comités encargados del Control de este tipo de armamento (como órganos de aplicación de la Convención sobre Armas Biológicas) que investiguen esta escandalosa situación y por supuesto, establecer las responsabilidades que tiene EEUU y puntualmente su gobierno en todo el asunto. Aunque todo ello por el momento sea ilusorio, es un consuelo que la población europea haya sido puesta al tanto de lo que EEUU estaba haciendo bajo sus narices. Con esto en vista, Biden no podrá orquestar jugarretas sucias que puedan llegar a comprometer no solo a los europeos sino a todo el mundo.

 

 

 

 

 

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