“SILENCIANDO LA REALIDAD”
Cuál puede ser la naturaleza de un estado que
vive a la zaga de una estructura criminal y que hace del crimen una normalidad
Por Charles
H. Slim
Cubrir la realidad de los hechos en Palestina era la pasión de Shireen Abu Akleh, una periodista norteamericana de origen palestino que fue asesinada con un certero disparo en la nuca en momentos que se disponía a entrar en el campo de refugiados de Jenín. Su autor, un francotirador israelí bien escondido en algún recoveco de las casas en la zona, concreto su ejecución con la intensión de hacerlo pasar por un acto de la Moqawama (resistencia palestina).
Este asesinato es tan
repudiable como los que el estado de Israel ha cometido y sigue cometiendo
contra cualquier niño, mujer u hombre palestino. No es algo nuevo. Los crímenes
que los israelíes tanto militares, policías como sus colonos cometen, se
extienden en una larga lista que documenta la impunidad con la que el estado
sionista pretende legitimar su establecimiento y la tan trillada victimización
apelando al antisemitismo. Desde Gaza a Belén y Cizjordania a Jerusalen, la
lista de muertos árabes-palestinos (semitas) a manos del estado ocupante no
para de contar eso sin mencionar las incontables arbitrariedades (profanaciones,
usurpaciones, detenciones, secuestros, torturas, violaciones, etcetc) que se
cometen contra los palestinos bajo la aplicación de “medidas administrativas”
dignas de las SS o de la extinta KGB soviética.
Estas cosas eran las
que la periodista Shireen Abu Akleh mostraba al mundo con sus reportes desde
como solía cerrar sus presentaciones “la Palestina ocupada”. Para Tel Aviv y el
circulo sionista, ella molestaba y mucho. Al igual que muchas de sus colegas de
la misma cadena “Al Jazeera” como de otras cadenas árabes Shireen soportó los
atropellos de los soldados de las FDI israelíes quienes no les importa abusar y
golpear a una mujer entre varios. Esto es un punto muy interesante que en
occidente nadie quiere hablar ya que, muchos de estos efectivos son judíos con
familias en países de occidente (Argentina entre ellos) donde se rasgan las
vestiduras sobre moralidad, el humanismo y el respeto los derechos de la mujer
y la violencia de genero.
También es cierto decir,
que no es una regla esto y existen muchas familias judías que no comulgan con lo
que hace Israel e incluso muchos jóvenes en edad de enlistarse en el ejército
se vienen negando a participar en estas políticas abominables e inhumanas.
El asesinato de Shireen
se inscribe en una política de estado destinada a silenciar los crímenes israelíes
y enviar un mensaje de terror a quienes pretendan continuar con esta labor.
Claramente, es una amenaza colectiva lanzada sobre el periodismo que no se
halla comprometido con los intereses sionistas que han comprado sus voces
especialmente en EEUU, parte de Latinoamérica y notablemente advertible en Argentina
donde se hace tanta alaraca de la democracia y la libertad de expresión.
Este crimen atroz paso
inadvertido en los medios de Buenos Aires, algo que no sorprende ya que es
sabido la influencia que tiene el sector sionista local y que es muy bien
receptada por sus empresarios del medio. Los atentados en Buenos Aires en la
década de los noventas ha sido la puerta de entrada para la militancia sionista
digitada desde la embajada. Hoy por hoy esto no asombra e incluso algunos de
estos exponentes con total desparpajo niegan las atrocidades de Israel. Tampoco
asombra esto ya que muchos de estos tienen doble ciudadanía (argentino-israelí)
e incluso tienen propiedades o parientes ocupando alguna propiedad en Jerusalen
o algún asentamiento que seguramente fue arrebatada a alguna familia palestina.
La invasión rusa sobre
Ucrania ha venido como anillo al dedo para tapar el crimen de Shireen. Los
adeptos a Israel no han reparado en hace enjundia sobre las atrocidades de esa
guerra. Incluso cuando se ponen a relatar o “informar” sobre los
acontecimientos que se desarrollan en Ucrania, teatralizan una sentida angustia
o de una impostada indignación por la crueldad y la muerte de civiles ucranianos
que son parte de un guion propagandístico bajado desde los medios
angloestadounidenses (CNN, NBC, BBC, The Guardian etcetc).
La hipocresía de la
corporación de los medios occidentales y de los periodistas argentinos capitalinos
ante el asesinato de un par como la periodista Shireen es la muestra de una
lamentable realidad que deja bien en claro que no hay compromiso ni con la
verdad ni con la realidad, salvo cuando le convenga a los poderes que les
sostienen.
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