viernes, 27 de mayo de 2022

 “THE GLOBALIST HOPE”

Mientras en Washington la administración de Joe Biden se tambalea por las consecuencias humanitarias que traerá revitalizar el papel de la OTAN contra Rusia y Londres prepara la salida de Johnson, los globalistas ven con esperanzas al sur del continente ante el fracaso del populismo argentino ¿Vuelve Macri?

 

 

Por Sir Charlattam

En medio del actual marasmo que sacude a la geopolítica que ya significa un cambio de paradigma, nadie se ha fijado donde están parados los globalistas y en que se ven afectados sus planes ante las actuales circunstancias. Tal vez sea necesario recordar quienes son los que conforman este sector tan elitista y cuáles son sus objetivos y entonces usted comenzara a comprender muchas cosas que a simple vista no tienen mucho sentido.

Los globalistas forman parte de una elite financiera y política, centrada en el occidente anglosajón (EEUU, Reino Unido y la UE), que pretende destruir los estados nación y sumirlos bajo una administración centralizada y global usando como principal herramienta, la imposición de la vía digital que además de controlar -en todos los aspectos de su vida- a cada individuo, dejara inoperantes a las instituciones políticas, económicas, financieras y hasta religiosas de los estados soberanos. En definitiva, lo que se busca es despersonalizar al ser humano bajo una falsa igualdad que se lograría disociando valores, identidades y géneros en su existencia. Ni George Orwell pudo vaticinar semejante intensión. Con semejante esquema claramente la democracia pasará definitivamente a ser una decoración semántica.

Entre los más influyentes miembros de este club están el actual presidente Joe Biden quien nos es más que la cara visible de los globalistas norteamericanos dentro del partido Demócrata que se alinean detrás del Clan Clinton (que incluye a Barak Obama) y de potentados financistas de Wall Street quienes al fin y al cabo son los emergentes visibles del denominado Establishment. Los más destacados y visibles benefactores de esta corriente oscurantista son personas físicas y jurídicas como son las Fundaciones Ford y Rockefeller, Open Society de Soros, International Planned Parenthood Federation y las organizaciones LGTB que apuntan a disolver a la familia tradicional -y con ello un control de natalidad mediante matrimonios igualitarios- son una criatura de Hillary Clinton y su gente.

El ascenso de un out sider a la política como Donald Trump en 2016 fue un obstáculo para el progreso de estos planes y ello no fue una casualidad ya que Trump representaba (y aún sigue representando) la silenciosa mayoría trabajadora y de clase media que había sido postergada por las políticas este sector que durante las últimas dos décadas han volcado miles de millones de dólares a buscar la hegemonía global a base intervencionismos y fabricación de enemigos de supuesta entidad global. Pero también halló el apoyo de los sectores conservadores y puritanos más recalcitrantes. El accionar de Trump contra el globalismo fue tan abrasivo que los medios corporativos unieron fuerzas para tratar de desacreditarlo. De ahí que se comenzó a difundir una imagen populista y proteccionista de Trump, como epítetos destinados a degradar su imagen pública.

Las actuales circunstancias signadas por la continua instigación de alimentar la guerra en Ucrania y las consecuencias humanitarias que ello están generando, prevé para los próximos meses un desastre económico-humanitario de alcance global materializado por una probable hambruna, que recaerá más dramáticamente sobre áreas poblacionales más comprometidas producida por la intransigencia y el doble juego de los anglosajones que buscando dañar a Rusia causaran una catástrofe humanitaria sobre el continente africano, algo que no es casual.

Pero el globalismo para ser tal requiere de adeptos en todo el globo y es por ello que sus mentores además de movilizar sus ONG´s requieren de apoyo político local.

Fuera de aquel bloque hay aspirantes a formar parte de este selecto club. Tanto en Latinoamérica como en los otros continentes, hay candidatos con influencias financieras y políticas que se inscriben en este plan globalista. En la Argentina el más destacado de estos exponentes es el empresario Mauricio Macri quien salido del mundo de los negocios y las empresas familiares, construyo una exitosa carrera política gobernando la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tras liderar el espacio de CAMBIEMOS (que agrupo a radicales, independientes y al anglófilo PRO) logro llegar a la presidencia en 2015 poniendo en agenda llevar al país por ese sendero.

Además de las circunstancias adversas de una compleja situación político-económica que se venía arrastrando desde años se sumó la carencia de estructura del país para absorber los cambios sistémicos que requiere el globalismo. Uno de ellos y tal vez el más destacado sea la falta de una infraestructura tecnológica que priva de conexión de internet a una buena parte del interior del país que impide un desarrollo igualitario (federal).

Pero como hemos dicho, el globalismo apunta a la destrucción de las soberanías y a desmontar los estados, no de forma abrupta y violenta pero si dejando que las corporaciones privadas y los intereses transnacionales ocupen de a poco los sectores estratégicos de su estructura. La Argentina de forma inconsciente ha sido muy funcional a estos planes y al mismo tiempo ello fue creando las condiciones políticas para que florezca esta semilla importada del Reino Unido y los Países Bajos que de prosperar terminara por crear una gigantesca granja y prestadora de servicios administrada por Zoom desde alguna pequeña oficina en Washington.

En la Argentina a pesar de la catastrófica gestión de Mauricio Macri, la oposición “seudo-peronista” que hoy gobierna ha demostrado ser aún peor (si es que se podía llegar a semejante nivel) que se refleja en una caída estrepitosa de la imagen del presidente Alberto Fernández y de todo su gabinete. Aún así, la lucha intestina por el poder es feroz. Pese a que existe una supuesta oposición, la misma no presenta la misma tenacidad que la que el Kirchnerismo liderado por la vice Fernández le ha hace a su presidente. La explicación de esto último es simple: Son parte del mismo sistema y siguen por diversos carriles la agenda globalista.

Todavía hay ilusos que creen que la vice Cristina Fernández es una especie de alternativa política, una “cruzada” contra el globalismo que la ponen en la misma línea de Rusia y China. Semejante creencia no solo es un error sino que también demuestra que no conocen la historia política de cómo se maneja a la Argentina. Ella (CFK) como sus subalternos tienen tantos matices como lo requiera la ocasión. No ha sido una casualidad que tras el giro en el aire del gobierno argentino sobre la cuestión de Ucrania, tanto en Rusia como en Ucrania exista mucho escepticismo sobre la real posición argentina en el asunto. Incluso aquellos más moderados se hacen una simple pregunta ¿Traidores o amateurs?

Tal vez lo más difícil de entender sea por qué la Argentina no aprovecha el momento para exportar su trigo cuando hay retenidos 25 millones de toneladas de cereales en los puertos ucranianos que se pudrirán en sus silos.

Como sea, los fracasos de estos gobiernos insulsos y carentes de ideas que han desgastado los símbolos que decían representar están abriendo una senda (que se va ensanchando cada día) para el regreso del tan repudiado Mauricio Macri quien además de haber dado el golpe de gracia para hundir a la economía del país, ha demostrado su absoluta y descarada lealtad al Reino Unido (tras el incidente del ARA San Juan), su norteamericanismo y su genuflexa obsecuencia con Israel, relaciones funcionales para la instauración del globalismo

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