sábado, 27 de mayo de 2023

 

EL INTERMINABLE CICLO DEL FRACASO

¿Por qué las próximas elecciones hace previsible un cambio de ideología en el próximo gobierno, aunque ello no representara un cambio de rumbo para el país? El síndrome de Uróboro

Por Charles H. Slim

Un cambio cíclico se está produciendo en Argentina y muestra de ello lo vimos con el acto partidario de la vicepresidente Cristina Fernández realizado aprovechando un día patrio como es el 25 de mayo. Ese acto fue sin dudas una despedida, aunque algunos lo interpreten como un reimpulso de su carrera política que bajo una mirada realista, ya está muerta.

Lo que queda del Frente de Todos ya no contempla a CFK y mucho menos al insulso y policromático presidente Alberto Fernández quien (si logra completar su mandato) después de diciembre pasará al ostracismo sin esperanzas de volver.

El devenir de la situación político-económica del país estará signado por los gobiernos venideros y sus políticas, incluyendo por supuesto a éste último. Las elecciones que en apenas unos meses se llevaran a cabo traerán sorpresas telúricas que, aunque hoy imposibles de prever con precisión los resultados exactos, si advierten un cambio ideológico pero que no pondrán en peligro el sistema (partidocrático-negocial) ni desagradaran al llamado “círculo rojo” compuesto por los empresarios más prominentes y los medios más influyentes.

Muchas veces he dicho que “el pueblo” argentino no es una nación con diferentes identidades sino más bien, es un ente compuesto por individualidades volátiles que cambian de lealtad con mucha facilidad reflejándolo de forma colectiva en un carácter ciclotímico y hasta en cierta medida, esquizofrénico. Teniendo en mira ese diagnóstico puede predecirse con una curiosa precisión, cuál será la tendencia ideológica del próximo gobierno.

Sacando las especulaciones y las tendencias que fabrican las encuestadoras (que dicho sea de paso nunca aciertan), se puede intuir que la orientación política del próximo gobierno se ubicará a la “derecha” -aunque hoy estas categorías no existan- del espectro político local entendiéndose esto, como un decidido y hasta sugerente acercamiento a Washington y a sus aliados más recalcitrantes.

La palabra clave en este nuevo período será “liberalismo” y dentro de ese término se alinearán todos los adherentes de los partidos que los representan. Así los partidos “Avanza libertad” de José Luís Espert y “La libertad avanza” liderada por Javier Milei serán factores definitorios para desbancar al candidato del oficialismo y es por ello que se unirán al vencedor de la oposición que conforman el PRO, el radicalismo y ese peronismo residual que supieron saltarse antes del barco. Como no puede ser de otro modo, también se encolumnarán los economistas oportunistas que no querrán perder su oportunidad de colgarse del tren. Inexorablemente también se adunarán por conveniencia los sectores y referentes del peronismo del interior que a pesar de haber formado parte y hasta beneficiado de la “Era Kirchnerista” buscarán su lugar al calor del poder.

Las tendencias que se pueden advertir en las calles más allá de los resultados de encuestadoras de dudosa imparcialidad y de las opiniones de un periodismo operador, apuntan a un triunfo de “Juntos por el Cambio” indistintamente de quien sea el candidato más votado en las elecciones primarias abiertas, simultaneas y obligatorias (PASO). En cuanto a esto último, las tensiones y rencillas que existen dentro de este espacio están vislumbrando un firme posicionamiento de Patricia Bullrich quien representa a los duros de esta corriente precedida por un pasado montonero y su reciclamiento militarista de tendencia neoconservadora y sionista.

Precisamente podría ser Bullrich la próxima candidata de la derecha anglófila local y consecuentemente ganadora en las elecciones presidenciales ante una diluida propuesta del “peronismo K” que no tendría más candidatos a elegir en las PASO entre un ignoto Wado De pedro, un arribista político profesional como Sergio Massa y un ninguneado embajador Daniel Scioli. Si esto sucede, estaremos ante un escenario político similar al de Mauricio Macri en 2015 aunque claramente potenciado por una presidencia abiertamente pro-estadounidense con todo lo que ello implique.

Dentro de estas implicancias y viendo que Washington tiene las influencias necesarias para que el FMI le proporcione los dólares que la Argentina necesita y en el marco de una guerra que esta tomando dimensiones globales habría que ver que es lo que el nuevo gobierno estaría dispuesto a hacer por el “Tío Sam” lo que éste le pida en especial, para cooperar con sus esfuerzos para seguir con la guerra contra Rusia. Sobre esto último el gobierno no debe perder de vista la experiencia de enviar una fuerza naval al Golfo Pérsico en 1990 que bajo promesas (incumplidos) de una supuesta membrecía de “aliado-extra OTAN” se vio involucrado en una terrible guerra.

Pero esto obliga a que los argentinos se pregunten ¿Esto servirá para resolver las causas que han llevado al país a donde hoy se halla? E incluso ¿Estarán de acuerdo todos estos exponentes en la identificación de dichas causas? Para ser realistas, no se puede esperar ningún cambio superlativo a corto plazo aun cuando el nuevo gobierno tendrá las bendiciones de los polos anglosajones y por supuesto, de Israel.

A esto hay que considerar el complejo marco geopolítico actual que está insumiendo de EEUU y sus aliados europeos grandes cantidades de recursos materiales y financieros tratando de debilitar a Rusia y a China. Sumado a que si la guerra no se detiene o incluso escalara a otras zonas, las chances de que el gobierno argentino reciba la atención sustancial para reflotar su economía se reducen sensiblemente.

Habrá que ver si más allá de la obsecuencia y de las simpatías ideológicas que exudan los potenciales triunfadores, el nuevo gobierno reactiva su comercio exterior algo de para lo cual, además de necesitar reconstruir su logística (algo que podría llevar años) deberá plantarse firme ante los condicionamientos que Washington le pondrá para señalar a quién si y a quienes no la Argentina podrá vender sus productos.

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