martes, 15 de agosto de 2023

UN EJE LIBERTARIO

¿Es el resultado de las elecciones del domingo pasado un preludio de un cambio político más profundo en la Argentina, o el regreso a otras épocas?

 

Por Javier B. Dal

El atípico y fuera de lugar clima de primavera que acompaño en CABA en el último domingo de elecciones, parecía estar a tono con una sociedad confusa, atribulada pero por sobre todo hastiada de los engaños y las promesas de una elite política que sin distinciones de partidos, han canibalizado el estado y destruido el tejido de una unión nacional que ya no existe.

Es un momento critico para el país ya que si no recupera una visión de destino es seguro que desaparecerá.

El triunfo del candidato libertario Javier Milei no fue una sorpresa y tampoco el altísimo ausentismo. Ambas cosas han sido una señal alta y clara de que un gran cambio es reclamado. Lo que si sorprendió es la derrota preclara de una clase política gastada y sin más poder de persuasión. Pero la señal más clara de este hartazgo ha sido sin dudas el alto grado de inasistencia a las urnas que sentencia una dura realidad para los políticos profesionales y todo el “aparato” con el cual se encumbran. Esto a su vez abre la puerta a una nueva época para la política argentina que obligara a la reformulación de la forma en que los políticos actúan cuando llegan al poder.

Otros que deberán reformular su actuación son los medios y sus conspicuos charlatanes, continuos participes (obsecuentes en algunos casos) de la agenda del poder de turno y encargados de proteger un Status Quo que lo ha destruido todo y que bajo el cansino argumento de la “democracia no se toca”, todo vale y las obligaciones se difuminan en la neblina de la demagogia y la mediocridad.

Esa inconsecuencia que llego al colmo en los últimos veinte años, se refleja en una inseguridad desatada, en la corrupción institucionalizada y en una economía productiva inexistente.

Ahora, esos mismos que se reían del despeinado y alterado personaje de traje que llevaba su carpeta a todos los programas de TV con reacciones de un histérico, de repente han comenzado a verlo con mucha condescendencia y hasta simpatía.

Más allá del por qué Milei ha sido ungido como el gran triunfador, esto habla del estado de la sociedad y de un punto de no retorno.

Las consecuencias de este muestrario no se hicieron esperar. Al día siguiente las corridas y la incertidumbre en los círculos financieros en Wall Street llevó a la pronta devaluación que prelude el camino a la hiperinflación. Así el precio de los alimentos que ya estaban escalando de forma insoportable subieron más y con ellos el resto de bienes y servicios licuando cualquier aumento. También ajustaron las empresas de combustibles y los repuestos de automotor encareciendo a su vez todos los precios del transporte. El dólar también se disparo y hoy ya esta rumbo a los 700 pesos la unidad.

La situación del gobierno en este marco de caos macro económico se presenta insoportable y ello tendrá impacto en sus pocas esperanzas por mantener el poder. Precisamente, las dos opciones (Massa vs Grabois) que dirimieron para competir por las presidenciales sufrieron un duro golpe y eso puede profundizarse con un mayor deterioro de la situación económica con lo cual se puede intuir una jornada de pesadilla para las elecciones presidenciales en octubre.

Pero si damos por sentado que la formula oficialista de Massa tiene muy pocas chances de una victoria, ¿Significa que Milei ya capitalizo al electorado? Y para el caso de que eso no sea así, ¿Acaso el oficialismo recurrirá a una estrategia de polarizar al sector de Milei?

Sean cuales quiera las tácticas que usen los “patriotas” del oficialismo para intentar sacar un resultado digno, las expectativas no son muy halagüeñas. La suerte está echada y eso se condice con un cambio cíclico no solo en el país sino incluso en el hemisferio e incluso a nivel global. Por otro lado, a los financistas ortodoxos de Wall Street y de la City londinense la figura de Milei causa espanto y no ven en sus propuestas garantías de mejoramiento de la situación argentina.

El cambio de gobierno es un hecho y con ello el cambio de orientación ideológica con la posible consolidación de Javier Milei y todo lo que él representa. La presidencia de Alberto Fernández es una mera ilusión y atendiendo a la creciente crisis económica que ya ha comenzado a profundizarse no sería extraño que abandone antes el cargo. Una presidencia bajo el ideario “libertario” sería un duro golpe al sistema partidocratico pero al mismo tiempo, un reacomodamiento de sectores con ambiciosos intereses particularmente externos.

Milei sería una especie de Bolsonaro o si queremos ser mas pretensiosos, el Donald Trump de la Argentina y eso traería por añadidura, el acercamiento a sectores internos comprometidos con la geopolítica de ciertos actores externos quienes casualmente estuvieron en sintonía con aquellos. Su ya expuesta posición geopolítica pro-angloestadounidense e israelí marca cuál será la hoja de ruta en este campo. El principal acercamiento será con Washington y en especial con los neoconservadores quienes -entre otras cuestiones- son los que están alentando la continuidad de la guerra en Ucrania. El segundo es con Israel, un objetivo que comparte, aunque por diferentes corrientes y objetivos con Patricia Bullrich y su espacio político de “Juntos por el Cambio”. Ambos militan la posición pro-israelí y abiertamente sionista que se traduce en estrechar lazos en el ámbito de las relaciones en el campo de la seguridad y la inteligencia para implementarlas dentro de la Argentina con todos los peligros que eso traería para la ciudadanía.

Bullrich ya tiene una base de contactos israelíes cosechada durante el periodo como ministra de seguridad de Macri.  Con ello, el compromiso de no discutir sobre las violaciones a los derechos humanos que comete el estado contra la población árabe palestina ni mucho menos, criticar su política expansionista en el Medio Oriente.

En realidad nada que no haya hecho Carlos Menem en los noventas, Néstor Kirchner en los comienzos de su gestión y por supuesto, lo propiciado por la gestión de Mauricio Macri, solo que bajo nuevas y peligrosas circunstancias geopolíticas.

Bajo una administración de estas características, sea con Milei o Bullrich a la cabeza, o incluso en una alianza de gobierno entre ambas posiciones significará un cambio de posicionamientos a nivel internacional que dejará nuevamente descolocado al país y a mitad de camino de posibles planes como es el ser parte del BRICS.

Por lo pronto ya hay señales de que Milei es quien mejores perspectivas tiene de llegar a La Casa Rosada y es por ello (y más allá de la desconfianza y de la incertidumbre que despierta en algunos) ha comenzado a ser requerido por algunos de los actores financieros internacionales como el FMI, quien ya le pidió una reunión para conocer seguramente si llega a la presidencia, cuales serían sus políticas de estado para cumplimentar con el programa de pago de la deuda.

Para finalizar hay algo que debe quedar claro y es que, Milei no quemará el Banco Central ni usará ningún serrucho para podar el deficitario y obsceno presupuesto burocrático del sector público. Lo último que deben creer es que es un loco.   

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