domingo, 13 de agosto de 2023

 

EL CONTRAATAQUE

¿Por qué la contraofensiva ucraniana se estaría convirtiendo en un contraataque ruso?

 

Por Charles H. Slim

A inicios del mes de junio, los informes de inteligencia militar rusa daban cuenta de una acumulación de tropas ucranianas, equipos y blindados en tres puntos principales a varios kilómetros de la línea del frente. Allí y con una notable precisión se describía la composición de las unidades de infantería y blindados (entre los que se hallaban los tanques alemanes, británicos, suecos), cantidad y material que estaban pronto a desplegar.

El lanzamiento de la contraofensiva del 8 de junio pasado suponía una portentosa operación combinada que rompería las líneas de defensa trazada por las fuerzas rusas y que fueron ideadas por el General Surovikin a quien los estrategas militares británicos menospreciaron alegando que la “línea Surovikin” (de la cual se referían de forma burlona) no servía.  

La vigilia se rompería con un nutrido bombardeo de la artillería ucraniana como preludio de lo que desde occidente se presentaba casi como una “Blitzkrieg” patrocinada por la OTAN. Las tropas rusas esperaban el rugir de los tanques acercándose a sus posiciones seguidos por una nutrida infantería motorizada que cubriría el horizonte visual. A contrario de esto, desde las posiciones defensivas rusas en la primera línea pudieron ver que la estrategia se basaba en la incursión de pequeños grupos de entre 15 a 20 hombres con apoyo de no más de cuatro a seis blindados y algunos vehículos acorazados. Los mismos oficiales rusos se asombraron por lo descabellado del intento que no tenía chance.

La línea defensiva que los rusos llaman “Muro de fuego” no solo es una red de trincheras y bunkers bajo tierra sino, un anillo de obstáculos y trampas que se extiende por más de mil kilómetros que no podría sortearse sin pagar un duro precio, aún si Kiev contara con el apoyo aéreo.

No hubo velocidad, ni sorpresa, y mucho menos el despliegue de unidades blindadas suficientes para pasar por encima a los defensores rusos. Pero el principal componente faltante en esta pretendida contraofensiva fue, el apoyo aéreo. Kiev mando a sus hombres del ejército regular, a los batallones neonazis “Azov” y “C14” (entrenados en EEUU y Gran Bretaña) y a los mercenarios extranjeros que está sacrificando sin la menor contemplación a una verdadera picadora de carne. Las cifras sobre las bajas en este último sector son por demás abismales. Según las fuentes de inteligencia rusa, los mercenarios de varios países (entre ellos argentinos, brasileros y colombianos) que se contabilizaban en el terreno peleando para Kiev eran unos 11.000 y hoy en lo que va de la Operación Especial solo quedarían en actividad apenas 4000.

La falta de cobertura aérea para una operación así esta destinada al fracaso. Los militares del Pentágono lo saben, pero son conscientes de las implicancias que desataría proveer este elemento sin un control sobre un régimen extremista neonazi. Washington y sus socios han estado tratando de maniobrar políticamente sobre el asunto ya que, pese a que Biden se negó en público a proveer los aviones F-16 a Kiev en el Kremlin saben que la mayor parte de las veces, lo que dice La Casa Blanca y sus voceros no se condice con la realidad. Es por ello que Rusia prefiere ser proactivo y cerciorarse por sí mismo que esos aviones no vuelen.

Incluso hay informes de inteligencia no autorizados que hablan sobre operaciones especiales detrás de las líneas ucranianas que habrían destruido algunos envíos encubiertos de aviones F-16 que esperaban embalados en contenedores. A esto, también sumo la destrucción de varios sistemas “Patriot”. Eso explicaría el retraso en poner algo de apoyo aéreo en el occidente del país.

Entre tanto el régimen de Kiev ha estado tratando de embaucar a Moscú con supuestas intensiones de conversaciones mientras intentaba ejecutar nuevos ataques terroristas contra el puente de Crimea. Estos trucos son claramente alentados por Washington, un experto en golpear por la espalda. Son las tácticas de peleador callejero que usará cualquier recurso para tratar de derrotar a su oponente.

Esto evidencia desesperación y una urgencia del régimen ante señales alarmantes de una ofensiva rusa que ya se advierte en lugares como Sieverodonetsk, Sloviansk, Liman. Kupiansk y Zaporiya. Todas las tretas son aceptables para ganar tiempo y al menos intentar frenar la pérdida de nuevos territorios. Las tácticas de ataques aislados contra objetivos en Crimea y Bélgorod parecen ser las vías para intentar distraer a los rusos de las operaciones en el frente pero a la vez esto le esta costando muy caro a Kiev. Cada uno de estos ataques solo han provocado reacciones de Rusia que debilitan aún más su infraestructura y alejan las posibles salidas pacíficas.

Es por eso que no asombra el sordo silencio de la intelectualidad angloestadounidense y de los medios que le sirven de amplificador. Las cosas empezaron mal y siguen desmejorando. Lo único positivo para Washington y sus socios atlantistas es que -oficialmente- no les ha costado bajas regulares propias.

Según reportes de inteligencia, varios ataques con misiles hipersónicos contra objetivos bien identificados han cobrado la vida de altos jefes militares y de inteligencia ucranianos. Uno de estos golpes de decapitación se produjo en un hotel en Donetsk donde murieron varios comandantes ucranianos que se hallaban reunidos con asesores extranjeros aún no identificados. También han sido eliminados varios asesores estadounidenses y británicos que se encontraban en bunkers de Comando y Control (dotados con instalaciones de conexión Starlink) en la zona de combates al sur de Zaporiya desde donde se dirigían las operaciones. Aún en la OTAN se preguntan cómo pudieron saber que allí estaban reunidos estos altos personajes.

A pesar de estas pérdidas y del sufrimiento que cada día se acentúa sobre la población civil, Washington apuesta por seguir financiando la guerra demostrando que poco le importan las propuestas africanas y del sur global en general (vistas en la Cumbre en la UE-CELAC) para establecer conversaciones entre las partes tendientes a una salida pacífica. Sobre esto último, La Casa Blanca le solicitó al Congreso que apruebe un proyecto de ley para girar otros 40.000 millones de dólares para sostener los esfuerzos bélicos del régimen de Kiev y que como se ha estado viendo hasta el momento, terminaran financiando los vicios, las cuentas en exterior de Zelensky y su mafia ¿Será hora de hacer las valijas y huir hacia la UE? 

 

 

 

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