miércoles, 29 de mayo de 2024

 

POR EL CAMINO DEL DESENGAÑO

El único camino por el cual sería posible llegar a una paz justa

 

Por Yossi Tevi

No sería el único que se ha desengañado de la moralidad y la justificación de lo que, en nombre de la supervivencia del estado y poniendo el holocausto por delante, se ha estado haciendo en los territorios ocupados y en lo que ya vemos hoy en la franja de Gaza. Todos los derechos humanos de los árabes palestinos literalmente se han pisoteado como lo hacen y lo han hecho por décadas las orugas de los bulldozers para derribar sus aldeas y casas, como las de los tanques “Merkava” que demuelen indiscriminadamente hogares, hospitales, mezquitas y campamentos en Gaza ¿Hay moralidad en todo eso?

Siempre ha sido un engaño el relato de que Palestina es un territorio sin pueblo, como suelen repetir los mantras de la propaganda sionista. También es un engaño hablar de la “democracia de oriente”. Que los principales líderes que maquinaron y participaron en la conquista de Palestina hayan sido judíos europeos y por ende, con costumbres y usanzas europeas no les hace democráticos ni mucho menos ¿Sabían ustedes que Josep Stalin entregó en su momento armas a los grupos sionistas?

Además, Israel no surgió de un acto democrático y mucho menos con el consentimiento de los dueños de la tierra. Nuestros padres y tíos se valieron de artilugios para comprar tierras y cuando eso comenzó no funcionó, se usaron armas, explosivos para generar el terrorismo y el chantaje como herramientas para pasar por encima a los pobladores árabes para construir lo que hoy la elite sionista trata de preservar. Entre aquellos que formaron parte de “Irgún” y las “Palmach” conocerán muy bien las palabras de Ben Gurión cuando advirtió de la reacción de los árabes reconociendo con sus propias palabras “que les estábamos robando sus tierras”.

Aunque no lo van a oír ni leer en los medios occidentales controlados por la influencia político-financiera de los sionistas estadounidenses, muchos israelíes y entre ellos altos oficiales de las fuerzas de seguridad en charlas privadas han expresado su sorpresa al preguntarse ¿Por qué los palestinos no se rinden de una buena vez? La respuesta a esta pregunta se halla en cada palestino[1].

La costumbre de hacer las cosas bajo cubierta e incluso contra los intereses de nuestros socios ha cobrado su precio. El lema de hacer la guerra por vía del engaño que ha sido “la doctrina” más sagrada en las filas de las FDI y del Mossad para llevar adelante las confrontaciones que ya ha sobrepasado todos los límites con los medios utilizados no para garantizar la seguridad común sino para concretar los fines y ambiciones personales de camarillas corruptas y criminales como la que hoy lidera “Bibi” Netanyahu y Cía.

Los sucesos de 7 de octubre pasado han ayudado para que las máscaras se caigan y dejen a la vista la cara más horrible de la bestialidad inhumana no solamente contra los civiles palestinos sino también por el desprecio a la vida de los rehenes israelíes que en su mayoría han sido asesinados por el propio fuego de las FDI. La noticia del requerimiento internacional de arresto de Benjamín Netanyahu y su ministro de defensa Yoav Gallant puede ser interpretado como una buena señal contra todo aquello, pero ciertamente no es suficiente.

La continuación de los bombardeos indiscriminados sobre Rafah y la comisión de nuevas masacres contra los civiles lo evidencia.

Sabemos que detrás de “Bibi” hay una estructura de poder que lo sustenta que incluso tiene ramificación fuera de Israel especialmente con apoyo dentro de la estructura gubernamental de los EEUU y del establecimiento británico. Ello es lo que le ha proporcionado impunidad para amenazar funcionarios y para escapar de la justicia y volver una y otra vez a la política, aunque en las actuales circunstancias estas connivencias se vuelven políticamente insostenibles ¿Por qué un funcionario de inteligencia israelí[2] puede amenazar a funcionarios de la CPI sin consecuencias legales?

Aún hay muchas preguntas sin responder sobre lo que se desato el 7 de octubre que involucran directamente a su gobierno y como ya venimos advirtiendo no hay el mínimo interés en que sean respondidas. Incluso las impostaciones ante la prensa sobre supuestas investigaciones internas referidas a las irregularidades y situaciones inexplicables de aquella mañana, solo tienen finalidades distractivas de lo que realmente ocurrió. Aquí ni el sesgado victimismo persecutorio al que suelen acudir sus partidarios en occidente -sobre antisemitismo-, ni los mejores e ingeniosos argumentos filológicos o epistemológicos al servicio de Tel Aviv pueden explicar con meridiana coherencia situaciones muy sospechosas que involucran a Netanyahu y sus lugartenientes. 

Israel no escapa a la lógica de los estados policiales-represores. No solo suprime al disidente y elimina al enemigo, sabe fabricar relatos para justificar y legitimar estas políticas. Su existencia se basa en el control, seguimiento y eliminación de posibles amenazas tanto internas como externas. A diferencia de administraciones dictatoriales de pequeños países africanos o latinoamericanos, Israel cuenta con un eficaz y costoso aparato represivo que sabe esconder sus acciones.  Para ello ha desarrollado sofisticados medios y métodos que aún hoy muchos dirían que son de ciencia ficción. Gran parte de esas tácticas sucias han sido ensayadas y siguen siendo ensayadas sobre la humanidad de los palestinos, usados como cobayos para sus experimentos en seguridad. Lo cierto es que estos desarrollos han sido posibles gracias a los insondables recursos financieros con los cuales cuenta el estado y que en una buena parte son inyectados por los multimillonarios presupuestos anuales que se giran desde EEUU.

Dentro de esa lógica siniestra, Israel ha desarrollado una muy bien aceitada política de la conspiración con la cual generar la amenaza o incluso la agresión a medida de sus necesidades políticas. El ataque de Hamas del 7 de octubre entraría dentro de esa lógica retorcida en la que se mezclan prerrogativas o si se quiere necesidades políticas de la elite israelí con elementos de la inteligencia y contrainteligencia tanto israelí (con nexos en Washington), de la resistencia palestina como de algunos países árabes aliados de EEUU.

Si hay algo que Israel ha refinado a niveles quirúrgicos, es el arte de asesinar a quienes le estorban y para ello sus agencias de inteligencia como el Mossad, Shin Bet y Aman cuentan con una amplia gama de recursos y complicidades especialmente en occidente.

Pero, asesinar a un sujeto o incluso a toda su familia puede pasar desapercibido o incluso, endilgar un atentado terrorista a sus oponentes geopolíticos, ha tenido algún éxito en el pasado para pasar desapercibido. Pero no es posible que puedan al mismo tiempo eliminar a todos los que dentro y fuera de Israel saben de estas inmundicias, salvo que una calamidad mucho más extensa se desate. Tal vez sea por eso que a Netanyahu y al círculo de extremistas que lo sustenta le importe seguir con la guerra.

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