martes, 1 de octubre de 2024

 

DE CULPOSOS, CULPABLES Y CULPADORES

¿Quién podrá señalar a otro y mucho menos condenar tras la revelación de una total falta de escrúpulos y amoralidad para llevar una guerra adelante?

 

Por Javier B. Dal

La culpa no solo es una emoción tóxica de la conducta humana, es una de las tácticas más refinadas de algunos actores de la política y especialmente, la geopolítica. Esto viene a cuento de como va evolucionando la situación en Medio Oriente y particularmente en la más que evidente desproporcionalidad que Israel emplea para “eliminar” a sus enemigos que se puede graficar como usar una escopeta de perdigones para matar a una hormiga.

Obviamente que Tel Aviv cuenta con los recursos y el poder militar concedido por EEUU y la OTAN para lograrlo, pero eso no sirve para explicar lo que ya hemos visto en toda la Franja de Gaza y que ahora se renueva en el Líbano y especialmente en Beirut ¿Es la población civil un blanco licito?

Durante décadas Israel y sus partidarios en occidente (que no significa que sean judíos) han hecho del victimismo una regla de la guerra psicológica señalando a otros como terroristas e incluso, acusándoles de acciones brutales y antisemitas que tienen como único y jurado propósito el de “exterminar al pueblo judío”. Pero en el fondo saben que eso es mentira e incluso una parte de la comunidad judía en el mundo no entra en esa dialéctica creada por un estado que consideran corrupto.

Netanyahu quien es la perfecta encarnación de dicho estado hoy, ha cruzado todas las líneas rojas que para cualquier otro gobernante hubiera supuesto una condena y el llamamiento a una intervención internacional. Pero Netanyahu y sus secuaces han podido asesinar médicos, enfermeras, obviamente a mujeres y niños palestinos, periodistas y hasta se ha dado el lujo de masacrar a trabajadores humanitarios de ONGs independientes como de la misma UNWRA de Naciones Unidas sin que Washington haya levantado un dedo para criticar semejantes crimenes.

Incluso cuando Tel Aviv trato lastimosamente de disfrazar estos crímenes tratando de colgárselos a “Hamas” o a la “Yihad Islámica”, al verse descubiertos en sus mentiras lejos de disculparse (si ello devolviera a la vida a los asesinados), siguió por el camino de las justificaciones más canallescas.

El bombardeo sobre el distrito de Dahiyeh en el sur de Beirut no solamente causó la muerte del líder de Hesbolá Hassan Nasrallah y de su secretario sino de un centenar de vecinos y familias libanesas que vivían en el lugar y nada que ver tenían que ver con el movimiento ¿Un ataque quirúrgico? Para nada. Las FDI lanzaron unas 90 bombas antibunker de fabricación estadounidense sobre un emplazamiento urbano, algo prohibido por las convenciones internacionales, menos claro para Israel. Solamente por el uso de esta clase de bombas sobre una ciudad revela la comisión de un crimen de guerra que se suma a la extensa lista de crímenes de lesa humanidad del estado sionista.

Pero estos bombardeos no solo apuntan a matar indiscriminadamente sino también, como una potente arma de guerra psicológica que crea el pánico entre la población. Así qudo muy claro con la detonación de los bipers. Es por ello que ya hay casi un millón de libaneses desplazados huyendo a Siria, siendo la cifra más grande de la historia del Líbano.

Obviamente que estos daños colaterales no importan a los medios adeptos en occidente que no hay que cansarse de decirlo, tienen el culo vendido. Para estos sectores el repudio que recibió Netanyahu en la Asamblea de Naciones Unidas desde donde autorizó el bombardeo sobre el distrito Dahiyeh, es una actitud condenable y antisemita. Pero una vez más, vuelven a ser falaces. Tal vez valga ilustrarles y recordarles que los árabes (palestinos y libaneses) son tan semitas o tal vez más que los judíos asquenazi llegados de Europa, que como Netanyahu y su club del terror apenas respetan a sus paisanos.

La guerra es la guerra, pero sus causas diferencian a unas de otras. Aquí los árabes enrolados en la resistencia islámica están del lado del pueblo palestino y su lucha por sacudirse a la ocupación sionista que desde 1948 ha sembrado la discordia y el odio en la región.  Lo ocurrido el 7 de octubre del 2023 se inscribió dentro de las consecuencias de aquello y ello es verificable con solo acudir a los archivos de Naciones Unidas.

Tanto Hesbolá como los demás grupos de la resistencia estaban al corriente de los riesgos que conlleva esta lucha y es por eso que el asesinato político de Nasrallah (uno más de Israel) si bien es un golpe duro, es también un precio aceptable y parte de la mística del sacrificio chií en la lucha contra la injusticia que inspira el martirio del Iman Hussein. Pero ¿Israel acepta pagar este mismo precio?

Con las tácticas que ha mostrado Israel, deja en claro que no importa la vida de nadie. Con la campaña de las FDI en Gaza quedo claro que ni la vida de los rehenes importa a Netanyahu y a una buena parte de los israelíes. Si han bombardeado colegios, iglesias, mezquitas y hospitales matando a niños, mujeres y a sus propios rehenes israelíes ¿Por qué Netanyahu y sus socios van a preocuparse por los árabes libaneses? Para todos estos, además de los negocios esta en juego su sueño mesiánico de “Eretz Israel” de extender su dominio a costa de los territorios de los países árabes vecinos.  

Más allá de estos brutales golpes y lo que esta causando en la región, el único beneficiado (o al menos él lo cree así) es este señor, Benjamín Netanyahu un criminal con prontuario bajo proceso y que si funcionara la justicia internacional, hace tiempo que debería haber sido arrestado.        

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario