DE CULPOSOS, CULPABLES Y CULPADORES
¿Quién podrá señalar a otro y mucho menos condenar tras la revelación
de una total falta de escrúpulos y amoralidad para llevar una guerra adelante?
Por
Javier B. Dal
La culpa no solo es una emoción tóxica de la conducta humana, es una de las tácticas más refinadas de algunos actores de la política y especialmente, la geopolítica. Esto viene a cuento de como va evolucionando la situación en Medio Oriente y particularmente en la más que evidente desproporcionalidad que Israel emplea para “eliminar” a sus enemigos que se puede graficar como usar una escopeta de perdigones para matar a una hormiga.
Obviamente
que Tel Aviv cuenta con los recursos y el poder militar concedido por EEUU y la
OTAN para lograrlo, pero eso no sirve para explicar lo que ya hemos visto en
toda la Franja de Gaza y que ahora se renueva en el Líbano y especialmente en
Beirut ¿Es la población civil un blanco licito?
Durante
décadas Israel y sus partidarios en occidente (que no significa que sean
judíos) han hecho del victimismo una regla de la guerra psicológica señalando a
otros como terroristas e incluso, acusándoles de acciones brutales y
antisemitas que tienen como único y jurado propósito el de “exterminar al
pueblo judío”. Pero en el fondo saben que eso es mentira e incluso una parte de
la comunidad judía en el mundo no entra en esa dialéctica creada por un estado
que consideran corrupto.
Netanyahu
quien es la perfecta encarnación de dicho estado hoy, ha cruzado todas las
líneas rojas que para cualquier otro gobernante hubiera supuesto una condena y
el llamamiento a una intervención internacional. Pero Netanyahu y sus secuaces
han podido asesinar médicos, enfermeras, obviamente a mujeres y niños
palestinos, periodistas y hasta se ha dado el lujo de masacrar a trabajadores
humanitarios de ONGs independientes como de la misma UNWRA de Naciones Unidas sin
que Washington haya levantado un dedo para criticar semejantes crimenes.
Incluso
cuando Tel Aviv trato lastimosamente de disfrazar estos crímenes tratando de
colgárselos a “Hamas” o a la “Yihad Islámica”, al verse descubiertos en sus
mentiras lejos de disculparse (si ello devolviera a la vida a los asesinados),
siguió por el camino de las justificaciones más canallescas.
El
bombardeo sobre el distrito de Dahiyeh en el sur de Beirut no solamente causó
la muerte del líder de Hesbolá Hassan Nasrallah y de su secretario sino de un
centenar de vecinos y familias libanesas que vivían en el lugar y nada que ver
tenían que ver con el movimiento ¿Un ataque quirúrgico? Para nada. Las FDI
lanzaron unas 90 bombas antibunker de fabricación estadounidense sobre un emplazamiento
urbano, algo prohibido por las convenciones internacionales, menos claro para
Israel. Solamente por el uso de esta clase de bombas sobre una ciudad revela la
comisión de un crimen de guerra que se suma a la extensa lista de crímenes de
lesa humanidad del estado sionista.
Pero estos
bombardeos no solo apuntan a matar indiscriminadamente sino también, como una
potente arma de guerra psicológica que crea el pánico entre la población. Así
qudo muy claro con la detonación de los bipers. Es por ello que ya hay casi un
millón de libaneses desplazados huyendo a Siria, siendo la cifra más grande de
la historia del Líbano.
Obviamente
que estos daños colaterales no importan a los medios adeptos en occidente que
no hay que cansarse de decirlo, tienen el culo vendido. Para estos sectores el
repudio que recibió Netanyahu en la Asamblea de Naciones Unidas desde donde
autorizó el bombardeo sobre el distrito Dahiyeh, es una actitud condenable y
antisemita. Pero una vez más, vuelven a ser falaces. Tal vez valga ilustrarles
y recordarles que los árabes (palestinos y libaneses) son tan semitas o tal vez
más que los judíos asquenazi llegados de Europa, que como Netanyahu y su club
del terror apenas respetan a sus paisanos.
La guerra
es la guerra, pero sus causas diferencian a unas de otras. Aquí los árabes
enrolados en la resistencia islámica están del lado del pueblo palestino y su
lucha por sacudirse a la ocupación sionista que desde 1948 ha sembrado la
discordia y el odio en la región. Lo
ocurrido el 7 de octubre del 2023 se inscribió dentro de las consecuencias de
aquello y ello es verificable con solo acudir a los archivos de Naciones Unidas.
Tanto
Hesbolá como los demás grupos de la resistencia estaban al corriente de los
riesgos que conlleva esta lucha y es por eso que el asesinato político de
Nasrallah (uno más de Israel) si bien es un golpe duro, es también un precio
aceptable y parte de la mística del sacrificio chií en la lucha contra la
injusticia que inspira el martirio del Iman Hussein. Pero ¿Israel acepta pagar este
mismo precio?
Con las
tácticas que ha mostrado Israel, deja en claro que no importa la vida de nadie.
Con la campaña de las FDI en Gaza quedo claro que ni la vida de los rehenes
importa a Netanyahu y a una buena parte de los israelíes. Si han bombardeado
colegios, iglesias, mezquitas y hospitales matando a niños, mujeres y a sus
propios rehenes israelíes ¿Por qué Netanyahu y sus socios van a preocuparse por
los árabes libaneses? Para todos estos, además de los negocios esta en juego su
sueño mesiánico de “Eretz Israel” de extender su dominio a costa de los
territorios de los países árabes vecinos.
Más allá de
estos brutales golpes y lo que esta causando en la región, el único beneficiado
(o al menos él lo cree así) es este señor, Benjamín Netanyahu un criminal con
prontuario bajo proceso y que si funcionara la justicia internacional, hace
tiempo que debería haber sido arrestado.
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