miércoles, 17 de septiembre de 2025

 

DE LAS MASAS

AL INDIVIDUO

¿Cómo sería la vida política con un individuo realmente consciente de formar parte de todo lo que le rodea?

 

Por Charles H. Slim

En lo que va de la historia política, la participación de las personas del común ha ido variando atendiendo a los sistemas de gobierno contemporáneos. El hombre ha ido pasando por diferentes estadios de participación en la vida política que van desde el simple súbdito en las monarquías absolutas hasta el simple ciudadano que seducido por el colectivismo se veía arrastrado por las masas difuminándose su individualidad. Ortega y Gasset en sus obras describió al “hombre masa” como ese que diluye su personalidad en la masa renunciando a su individualidad. Un ejemplo histórico de esto fueron los procesos revolucionarios de los siglos XIX y XX con los fenómenos ideológicos del fascismo y el comunismo y que desde el individualismo metodológico se explicaría como fenómenos sociales a partir de acciones y motivaciones de individuos en sociedad.

Eso ha cambiado y hoy podemos advertir que ese fenómeno de absorción del individuo en las masas no solo ya no existe sino que, es el individuo el que ha tomado consciencia de su propia individualidad ante los intentos de ser arrastrado por una masa boba y amorfa. Para algunos eso es una muestra de egoísmo e insensibilidad o incluso, apatía, para quienes apoyamos el poder del individuo como eje a partir del cual se desarrolla el cosmos en la vida política suscita una incógnita sobre los alcances que ello tendrá en los procesos políticos y geopolíticos.

Este individuo no hay que confundirlo con el “libertario” o estas variantes ideológicas en boga que no son más que una máscara remozada para cubrir las mismas convencionalidades político-partidarias.

En este nuevo paradigma la personalidad del sujeto comienza a poner en duda no solamente al estado, sino también comienza a desplazar al sistema discursivo de la política tradicional imbuido de místicas y relatos fantasmagóricos por medio de los cuales, buscan captar mediante la emocionalidad precisamente a la masa que les oye. Es algo más que un individualismo político ya que él es a la vez todos indistintamente de credos y etnias.

El individuo como tal desplaza a los líderes políticos, religiosos y a los charlatanes de toda clase e incluso, les cuestiona por la vía de la razón y de la credibilidad dejándoles en evidencia ante esa masa que por credulidad, conformismo o simple interés les sigue el juego.

Este nuevo individuo que no significa que sea un mero individualista, que se queda en la faceta meramente moral de su actuar aislándose del mundo que le rodea, tiene empatía y supera las superficialidades que separan a los individuos haciendo real que las diferencias no han sido para separar sino para que se reconozcan unos a otros. Es un sujeto con plena consciencia de pertenecer a toda la unidad humana de la realidad que le rodea. No necesita administradores ni líderes que le “protejan” o “reconozcan derechos” ni mucho menos, que le compulsen a reconocerlos en los demás. Porque no es egoísta está lejos de la corrupción y en particular de la política partidaria. Por el contrario, su actuar como individuo va más allá impregnando e influyendo en su círculo que va ampliándose a medida que ese individuo, es consecuente no con sus dichos sino con su propia forma de conducirse ante los demás.  

Este individuo no teme porque no busca la imposición ni pasar por encima de sus semejantes. Aunque parezca un conformista y hasta un apático, no lo es y por el contrario, sus características lo vuelve altamente comprometido con la realidad. No le mueven intereses desmedidos y egoístas ya que es consciente de que ello redunda en su contra. Obviamente esto lo vuelve poco atractivo y hasta peligroso para el poder establecido y para quienes se sirven de él ya que no es manipulable y es impermeable a los ideologismos.

Pero también hay un lado negativo en este nuevo enfoque y que no escapa a la condición humana. Así como hay un individuo consciente de pertenencia a una unidad en la relación con la realidad humana y todos los aspectos que ella implica, hay otro que también en esa individualidad ataca al sistema imperante y usa la violencia como una forma de expresión de su carácter sin darse cuenta que realmente se está agrediendo a sí mismo.

El sentido que le da a su forma de conducirse y las acciones que ejecuta no deberían chocar con las del resto de los individuos de la sociedad en que se desarrolla siempre y cuando sean armónicas y orientadas por el respeto mutuo. Ciertamente como dice Max Weber, no es un sujeto pasivo del poder pero, a diferencia de lo que también dice, no debe imponer su voluntad para establecer relaciones sociales sino, asimilarse e integrarse en una fusión que no dejará lugar a las diferencias y antagonismos.

Hoy vemos como este individuo utiliza las redes sociales y el internet como vehículo no ya para tragar la información y los puntos de vista que producen y procesan entes fríos e indiferentes como son las empresas de medios y los noticieros, sino para interactuar y hasta contra restar visiones claramente adulteradas que buscan arrear a la opinión pública por los senderos brumosos del poder político-económico establecido.

En este nuevo individuo el carácter reposado y su compromiso por el cambio surgen de sí mismo estableciendo lazos sin necesidad de las chuecas muletas del poder.  

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