martes, 30 de septiembre de 2025

 

TRES MINUTOS PARA EL DESASTRE

¿Qué es lo que la administración Trump-Vance trama para intentar cambiar la situación de Ucrania?

 

Por Dany Smith

Las circunstancias que se presentan hoy en el terreno de Ucrania, permiten inferir que la situación de Kiev es insostenible. Considerando esto vemos que las charadas mediáticas, las declamaciones de funcionarios de la UE (incluido Mark Rutte) y los ataques terroristas indiscriminados contra el interior de Rusia se vuelven cada vez más osados y cruentos poniendo en perspectiva que el tiempo se agota para Volodomyr Zelensky y su cúpula neonazi.

Esto ha impulsado que Kiev ponga en marcha cuantas estrategias sucias sean posible de implementar y con ello, recibir la cooperación directa de las agencias de inteligencia de sus patrocinadores atlantistas (en especial de Reino Unido) quienes les facilitan los recursos y los medios para ponerlos en marcha. A estas alturas ya no quedan dudas sobre la anuencia -y la participación- de la administración Trump-Vance para que estas agresiones escalen descaradamente y que tras los comentarios de Trump en ese sentido, fueron contestadas en su momento por Dimitri Medvedev.

Los últimos supuestos incidentes en el Mar Báltico que involucraron drones y aviones rusos que habrían violado el espacio aéreo de Suecia parecen ser una escalada en provocación ante el fracaso de colar a la opinión pública la incursión de un grupo de drones de dudoso origen sobre los cielos de Polonia como gazapo para activar el artículo 4º del Convenio de la OTAN.

Estamos viendo como los gobiernos de la periferia, caso de Polonia, Hungría, los países bálticos y Suecia se han prestado a jugar fuerte y riesgosamente en estos planes sucios de Bruselas quienes buscando generar el incidente de necesaria intensidad, involucran inconscientemente a sus países para los juegos de guerra que están siendo instigados desde Bruselas.

Trump no es ajeno a todo esto. Incluso más, no sería de extrañar que sus delirantes discursos tendientes a buscar un alto al fuego en Ucrania no hayan sido más que una gigantesca cortina de humo con la cual ganar tiempo y reimpulsar las acciones contra Rusia. La arenga en días pasados del Secretario de Defensa Pete Hegseth a los generales reunidos en la base Quantico, en Virginia, es una señal de que Washington planea algo grande y muy pronto.

No por casualidad este 80º aniversario del inicio de las sesiones de Naciones Unidas se dio en el marco de una seria crisis existencial que va más allá de lo presupuestario. La crisis moral y política del organismo ya es inocultable no solo por la deleznable inocuidad por el genocidio que viene cometiendo Israel en Palestina sino también, por la guerra en Ucrania. Es la situación en Ucrania una problemática irresuelta que en parte, se da por su impotencia y su inocultable -e inaceptable- dependencia política que como organismo tiene con las administraciones estadounidenses y que con la de Trump ha pasado al grado de descaro total.

¿Cómo puede entenderse que los ataques terroristas de Kiev sobre población civil en Rusia no tengan la debida amonestación del organismo? Incluso podríamos preguntar ¿Qué ha sucedido con la preocupación por el terrorismo que EEUU había usado desde comienzos del siglo para invadir a otros países?

Las respuestas a estas preguntas son obvias pero su planteo ante la opinión pública, representan una muy incómoda posición política para los políticos estadounidenses y para todos sus socios europeos -en especial para los británicos- que le siguieron en esta inconsecuencia. Las evidencias sobre la fabricación de estas guerras bajo acusaciones falsificadas impulsando y sustentando grupos armados para generar ese terrorismo -como el del grupo de Al Bagdadi en Iraq y Al Jolani en Siria- que justificara sus intervenciones hoy están a la vista.

Moscú conoce muy bien esto. Incluso hay fuentes confiables que confirman que lo supo en tiempo real cuando se produjeron esos extraños ataques terroristas del 11/S que en algunas de sus secuencias -el inexistente avión sobre el Pentágono-, aún no han sido explicados con una mediana razonabilidad. Pese a ello Naciones Unidas permitió que EEUU y sus socios (Gran Bretaña) invadieran y despedazaran a Iraq y no dijo nada cuando se comprobó la falsedad de las acusaciones que desde la administración de George Bush y de su colega británico Anthony Blair blandieron para ello.

Si Iraq hubiera sido un país con un poder considerable (y en ello cuenta la capacidad nuclear) y un apoyo geopolítico determinante como el que ha recibido y sigue recibiendo el estado de Israel ¿Habríamos visto semejante acción en su contra? Esten bien seguros de que no se habrían atrevido, al menos no de forma directa para buscar desestabilizarlo. Igualmente no debemos olvidar que a fin de debilitarlo, Iraq fue -con la cobertura de Naciones Unidas- asediado y bloqueado por trece años matando a más de 500.000 niños por falta de comida y medicinas.

Esta es la actual situación de la Federación de Rusia que en realidad, desde 1991 viene soportando los sabotajes, el terrorismo y las jugarretas de los políticos y gobiernos anglosajones que tienen por fin último, disgregar la federación y tomar el control de la “Heartland” logrando con ello el sueño de la hegemonía global.

El problema para la OTAN es que la Federación de Rusia no ha cedido y el gobierno de Putin es más determinante y sólido de lo que esperaban. Además, las campañas informativas y la intoxicación rusofobica que se ha radiado durante estos tres años no han dado los resultados esperados como lo hicieron en las décadas pasadas contra Iraq, Siria, Irán e incluso (mediante un relato islamófobo) todo el mundo islámico.

Trump, Starmer y el resto de sus compinches atlantistas pueden llegar a cometer un craso error si continúan con lo que ya se presume planeado.  

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