EN DEBATE
“TRES AÑOS SIN CHÁVEZ”
Cómo la oscura desaparición de Hugo César Chávez Frías sigue creando controversias sobre las reales causas de su cáncer y su inesperada muerte en Cuba
Por
Charles H. Slim
A tres años de la muerte del presidente y líder de Venezuela Hugo
César Chávez Frías, la causa y las circunstancias en que se produjo sigue sin
respuestas concretas y no se han precisado los factores que desencadenaron su
prematura muerte en aquel 3 de marzo del 2013 lejos de su patria. Para ver que
es lo que pudo haber sucedido, es ineludible pararnos en aquel momento y
analizar las circunstancias que rodeaban al líder bolivariano y a su país,
Venezuela. Es casi sobreabundante tener que remarcar que Chávez fue uno o quizá
el único líder de las Américas del sur y el Caribe, quien se plantó sin
cortapisas y con mucha firmeza ante los
atropellos de Washington y de sus aliados entre ellos, Israel.
No
hay que olvidar que entre otras cuestiones, Chávez condenaba en forma constante
y sin moderaciones, las políticas agresivas y unilaterales de Washington que
desataron entre otras, las guerras en Afganistán e Iraq y que luego se
extenderían a la farsa que los medios masivos –en manos de activos
financieros estadounidenses y europeos- bautizaron como “Primavera árabe”.
Con la misma fuerza y convicción –pese al poderoso lobbie mediático- declaraba
su repudio a las masacres que Israel continuamente acometía contra la población
árabe-palestina que además de indignar a los más prominentes sionistas
internacionales, llegó incluso a causar la ruptura de relaciones consulares
entre Caracas y Tel Aviv, política que fue emulada por Evo Morales en Bolivia. Ahora bien; en este marco los interesados
para que Chávez desapareciera
físicamente del escenario político eran claramente individualizables, pero ello
no significaba que fuesen los ejecutores materiales de estas mal sanas intensiones.
A
lo
largo de las décadas que pasaron en la mitad del siglo XX y de los incipientes
pero muy ajetreados quince años de éste nuevo siglo, las operaciones
clandestinas (Black Ops.) para obtener resultados políticos favorables a los
intereses anglosajones, son variados y de diferente envergadura. De esta manera métodos como golpes de estado,
revoluciones instigadas, asesinatos de primeras figuras hasta las
intervenciones unilaterales tan acostumbradas en el nuevo siglo, dejan en
evidencia como los centros de poder han ido refinando sus tácticas para
concretar sus proyectos geoestratégicos de largo alcance.
ONG de la CIA |
Recordemos
que la mentalidad que inviste los proyectos geoestratégicos que se elaboran en los
llamados “Think Tanks” en Washington y en Europa, están fundados sobre la base de
necesidades que deberán ser cubiertas a costa de algún país o regiones enteras
y si en ellos no existieran crisis “ellos se encargaran de crearlas”.
La
Venezuela de Chávez no estuvo exenta de estos intentos. En abril del 2002,
falla un intento de golpe contra su gobierno que apoyado por varios canales de
noticias del país que estaban en manos de empresarios con nexos con capitales y
negocios en EEUU, buscaron entre otras cosas, eliminar físicamente al líder
bolivariano. Con el apoyo estratégico y de inteligencia de la marina
estadounidense que desde Maiquetía y con el ingreso de un submarino nuclear en
aguas venezolanas, coordinaron la fallida operación para deshacerse físicamente
de Hugo César Chávez. Tras desbaratarse
la intentona y quedar en evidencia la participación de varios sectores
castrenses locales entrelazados con empresarios nacionales ligados a las
nóminas de la CIA como era el caso de Gustavo Cisneros, surgió un Chávez mucho
más fuerte y decidido que se pudo ver con el correr de los años.
Pero el odio a Chávez no pasaba solo por sus
afinidades con causas que irritan a los sectores necon y sionistas
estadounidenses especialmente; la gran inquina contra el líder de una
revolución tan particular que como si de
un reloj de arena se tratase, había dado vuelta la situación política
de un estado en situación calamitosa, débil y sumido a los dictámenes de
Washington al servicio de y para una clase política acomodaticia que solo se
preocupaba de sus bolsillos. Por ello,
la acostumbrada corrupción a los más
altos niveles y que eran obviados por un estado ausente y sin la menor
posibilidad de ejercer sus controles, muchos negociados y situaciones que
habían venido siendo como una canilla de la que los ricos se surtían, terminó
siendo cerrada por éste “inoportuno caballero”. Incluso durante el gobierno del
PP de Aznar en España, se esperaba con
muy buenos augurios la remoción definitiva de Chávez lo que tras verse
frustrados en aquella empresa y por miedo a ser asociados al conato,
abandonaron a su suerte a Pedro Carmona que ocuparía el lugar en la presidencia
pos Chávez y al general Raúl Salazar que era agregado militar en Madrid. Cuando todo eso se vino abajo –y como
acostumbran hacer estos sectores- les dieron la espalda y trataron de
desembarazarse de la situación.
Los golpistas del 11 de abril del 2002 |
De
esta manera, los conspiradores de aquella jornada cayeron en desgracia y solo
quienes tenían buenas ligas políticas, pudieron refugiarse en EEUU o en Europa.
Sin dudas que ellos tenían motivos suficientes para buscar la muerte de Chávez
pero, una cosa es el deseo y otra es la acción de materializar ese deseo.
Aunque asesinar a Chávez era una operación
políticamente peligrosa, los intentos no faltaron aunque, siempre fueron
encargados a “terceros” que no pudieran ser relacionados directamente con el
Departamento de estado norteamericano o la CIA. Como si hubiera tratado de un
continuo procedimiento de ensayo y error, los diferentes episodios que fueron
orquestados desde aquel 2002 en adelante, pasaron desde éste frustrado golpe de
estado tradicional, pasando por contratar a pistoleros colombianos, expertos en
bombas de origen árabe pero pagados por el Mossad hasta la implementación de
una forma de matar mucho más discreta, aunque lenta, ideal para alejar las
sospechas de sus reales autores intelectuales.
Serían
sus más cercanos y aún más, los de mayor confianza, los que sentenciarían a una
muerte lenta al líder bolivariano. Aunque parezca una práctica trillada lo
cierto es que los traidores por dinero hacen cualquier cosa; sino basta ver la
historia de la humanidad y encontraremos incontables actos de este tipo
donde -obviamente en circunstancias
muy diversas- con sigilo o sin él,
aquellos encargados de servir a su rey o líder, terminaban asesinándole
por una cuantas monedas de oro. Y si no, como puede olvidarse aquella historia
en la cual los griegos al frente de Alejandro Magno, logro sobornar a dos
guerreros persas que custodiaban al Rey Darío III quienes por medio de la
traición y obedeciendo al noble persa Bessos le asesinaron dentro de su
carruaje. Cuando aquel corrupto y
traidor Bessos mando a sus dos asesinos ante Alejandro para probar que el rey
Darío III había sido asesinado mostrándole como credencias sus propios puñales teñidos de la sangre de
aquel, el macedonio indignado por semejante perfidia y pese a que Darío III era
su adversario, ordenó asesinarles en el acto por haber traicionado a su rey.
Hoy
los traidores a los más altos niveles de la política no suelen usar métodos tan
cruentos ya que sus crímenes deben estar rodeados de la mayor discreción
posible, salvo que se busque endilgarle el crimen a otro –como sucedió con
el aparatoso asesinato de Rafiq Hariri-. En la mayoría de las veces estos
réprobos gusanos que se infiltran en las intimidades de grandes hombres de la
historia y que sirven a los propósitos de los que manejan sus actos desde las
sombras, son la continuación de aquellos grandes oprobiosos de la historia que
como Judas, han venido vendiendo su alma por una bolsa de dinero. Pero el uso de simples venenos que se agrega
a una bebida o a la comida, no suele ser más el método más usado por los “expertos” en asesinar “sin que se
note”. Desde hace varias décadas, las
agencias de inteligencia han refinado maléficamente sus métodos para asesinar
sin hacer escándalos. Usando venenos de
contacto que no dejan rastros, hasta
elaborados gérmenes en laboratorios de armas químicas o ingeniosos y
letales dispositivos punzantes radiactivos, agencias como la CIA, el Mossad e
incluso la ex KGB, se han cargado la vida de varios importantes personajes de
la inteligencia y la política mundial. En éste listado, dos son los más fuertes
sospechosos de haber tenido que ver con el origen de ese “tumor canceroso” que
el mismo Chávez anunció públicamente en 2011 (v. http://eleconomista.com.mx/internacional/2011/06/30/chavez-admite-que-le-detectaron-cancer )
Tal
como lo señala una interesante columna de la periodista Eva Golinger en el
medio ruso RT.com , uno de los intentos más ocultados por afectar a la salud de
Chávez se dio casualmente en su visita realizada a New York en 2006, más
precisamente cuando acudió a dar una charla en una universidad local, donde
tras una revisión de seguridad sobre el sector donde se había ubicado el
mandatario venezolano detectaron con un contador “Geiger” altas lecturas de radiación que provenían más
puntualmente de la silla donde se había sentado Chávez (v. https://actualidad.rt.com/opinion/eva_golinger/205421-claves-asesinato-hugo-chavez ).
Aunque
muchos medios trataron de ridiculizar la posibilidad de que se pudiera usar
agentes radiactivos para enfermar deliberadamente la salud de un sujeto, el
antecedente del fallido caso de Alexander Litvinenko desató el escándalo ante los medios y abrió
un abanico a las sospechas de quiénes en realidad habían sido los autores de la
inoculación del agente radiactivo “Polonio 120”, que se le conoce como el
“asesino silencioso”. Aunque
inmediatamente desde los medios anglosajones se acusó difusamente al MBD ruso
como forma de vengarse contra el ex camarada de la KGB que se había convertido
al Islam y trabajaba con los chechenos, las sospechas también apuntaban al MI-6
británico y sus colegas del Mossad israelí, quienes tenían en su historial
varios asesinatos con estos métodos silenciosos. Esta última agencia tenía muy
buenas razones para eliminar a Litvinenko ya que, según informes de
inteligencia occidentales, éste
pretendía establecer un lazo directo entre Hamas de palestina y los
combatientes chechenos que podría generar un eje de colaboración intolerable
para Tel Aviv.
Yasser Arafat unos meses antes de su muerte |
Justamente
y ligado a palestina, el caso de Yasser Arafat desató una serie de
cuestionamientos sobre las reales causas de la afección que terminó matándolo
en 2004, dos años antes del incidente Litvinenko. Desde la OLP y el Hamas e
incluso desde todos los gobiernos árabes y no árabes en la región, no hubo
dudas sobre su autoría y señalaron a Tel Aviv como el responsable detrás de
dicha muerte. A pesar de que los
rastros no podían complicar al Mossad, sus antecedentes –fracasado intento
de envenenar a Kaled Mashal- en 1997 en Aman- dejaban en claro que era la
única agencia que realizaba este tipo de envenenamientos con elementos tan
sofisticados.
Fue
así como tras descubrir aquella silla radiada en el palco donde se había
sentado Chávez, no dejó lugar a dudas de quienes estaban muy bien
familiarizados con tretas tan maquiabelicas como complejas. Incluso, habría sido muy factible que aquella
tuviera instalada una muy delgada aguja que tratada convenientemente para que
no fuese sentida por el ocupante de la silla,
facilitara el ingreso de una cantidad ínfima de veneno radiactivo, que
depositada en el torrente sanguíneo comenzaría una labor degenerativa lenta
pero progresiva, advertible recién al paso de meses o años, dando suficiente
tiempo para alejar las sospechas de sus ejecutores materiales y por supuesto de
sus autores intelectuales.
Sin
dudas, allí radicaría la causa de ese mal que apareció de repente y que como un
rayo, habría terminado con su vida en un hospital de la Habana Cuba. Y éste último comentario sobre la
potencialidad de dicha causa originadora de la muerte de Chávez, no es casual
ya que, según algunas fuentes, afirman que el mandatario por órdenes del mismo
Fidel Castro y su círculo de alcahuetes, fue asesinado en el hospital donde se
hallaba. Los motivos para terminar con la vida del líder bolivariano se
fincaría en que la popularidad de Chávez y su revolución bolivariana habían
opacado al proyecto mesiánico de la “Gran patria socialista” o la “Gran Cuba” .
Pese a las apariencias de una supuesta congoja de los personeros cubanos y del órgano
del Partido Comunista, una parte de los cuadros chavistas advirtieron esto y
comenzaron a tomar distancia de la influencia cubana que se pudo ver con serios
roces entre asesores militares con base en Venezuela.
En
definitiva, Hugo César Chávez pese a su
desaparición física ha dejado un legado para las generaciones futuras y
claramente, una tarea de liderazgo que claramente no está a la altura del
actual Maduro, tan maleable a las pretensiones de la Habana.