SEGURIDAD Y DEFENSA
“EL ARMA INVISIBLE”
Puede EEUU aun considerarse la primera potencia militar con lo que ha demostrado Rusia en el campo bélico actual?
Por
Dany Smith
La vida del
hombre, desde que pisa la tierra está innegablemente ligada a las situaciones
bélicas y a los enfrentamientos permanentes que llevan a una constante
elucubración de ingenios y medidas para tratar de estar por encima de sus
rivales que amenazan a sus intereses. Desde la caída de la URSS en 1991, EEUU y
la OTAN han tratado de extender los dominios de su alianza a toda el Asia
tratando de engullirse a los entonces países satélites de la era soviética.
Actualmente
tras la asunción de Donald Trump, contrariamente a lo que había prometido, la
Alianza ha visto revitalizado su papel de conquista para lograr de una buena
vez la hegemonía político militar que los jerarcas de Bruselas soñaron desde su
creación. Pese a los aspectos económicos que Trump saca a relucir a cada
momento cuando se habla de las contribuciones que hace los EEUU para esta
organización, las últimas decisiones de política internacional de la Casa
Blanca no dejan lugar a dudas de que no hay precio para los beneficios que
éstas traerán a la organización.
Pero
la OTAN no es una organización “democrática” y menos aún, un club de amigos; se
trata de una colusión de intereses geopolíticos con un poderoso brazo armado en
el cual EEUU y sus aliados europeos, tratan de sobrevivir tras perder sus
objetivos con la caída de la URSS y el desbande de la amenaza que suponía aquel
portentoso “ejército rojo”.
En
ese plan han trabajado en los más diversos proyectos tanto de ampliar su
jurisdicción usando su poder militar, como sus influencias políticas amañadas
con operaciones de inteligencia en las que no hay que olvidar a las estructuras
de ejércitos secretos bajo la denominación “Gladio”, uno de los escándalos
históricos más reveladores y muy ligado a lo que actualmente sucede con el
llamado “terrorismo internacional”.
La
OTAN y EEUU gozaron de impunidad operativa desde 1990 hasta mediados del 2003
cuando ya habiendo invadido Afganistán con excusas muy pocos creíbles (y en
base a un atentado en 2001 muy poco claro), avanzaron en contra de una
abrumadora mayoría de la opinión pública mundial contra la soberanía de Iraq.
Una
amplia franja de la población mundial y que no puede centralizarse por países
en forma individual, se preguntaban ante estos avasallamientos imperialistas
¿quién podrá detener todo esto? Era algo desesperante ver como a la par de las
carnicerías y la troperias impunes que las fuerzas estadounidenses, británicas
y de países colaboradores causaban contra poblaciones civiles, usando como
frontón una despreciable propaganda islamofoba que justificara semejantes
aberraciones.
Sin justificaciones
y de ser necesario, inventándolas, Washington decretaba unilateralmente
embargos despiadados, exclusiones aéreas y realizaba sin posibilidad de
contrarestarlas, ataques y masacres como el mundo ha sido testigo.
Desde
cinco años a esta parte las cosas han venido cambiando en grado superlativo y
en gran parte se ha dado por la aparición de una potencialidad de Rusia que los
mismos estrategas norteamericanos y sus colegas de la OTAN no esperaban ver, al
menos no en un plazo tan cercano.
Es
muy cierto por otra parte, que el desarrollo militar de Rusia representa un
excelente ambiente para los negocios de las industrias armamentísticas sin
importar la procedencia o nacionalidad de las mismas. EEUU no puede vivir sin
un rival y ello se ha visto en estos últimos largos 25 años desde que se tomo
la libertad de comenzar la guerra del Golfo Pérsico que sigue ardiendo en otras
formas, los bombardeos de la OTAN a la ex Yugoslavia y todas las demás
calamidades que es sin lugar a dudas, producto de las administraciones
norteamericanas han convertido al mundo en un lugar mucho más impredecible.
Rusia
ha dado muestras de variadas formas de avance en su tecnología aeroespacial y
militar en general que ha venido preocupando en silencio al Pentágono y a sus
aliados de la OTAN. Pero como ha sido la
acostumbrada política informativa de occidente, si hay alguna debilidad o
información que sea inconveniente para los intereses de EEUU, ello será
enterrado en el olvido y de ser posible, eliminado de los records informativos.
Washington
no se resignará a caer a un segundo lugar o mucho peor, ser humillado en otro
conflicto asimétrico; no puede darse ese lujo con una Rusia que se alza con
novedosos y poderosos sistemas de armas de nueva generación que ni siquiera
causan un zumbido. Una de estas, son las de carácter electromagnético que
pueden inutilizar en un pestañar a las fragatas más modernas e incluso a un
portaaviones nuclear del tamaño del “USS-George H. Bush”.
El
incidente del “USS-Donald Cook” en aguas del Mar Negro allá por el 2014, fue la
prueba cabal de que Rusia tenía la capacidad de inutilizar con un solo avión de
combate a un buque de cuarta generación dotado con lo último del sistema de
combate electrónico Aegis y que dotado de cuatro poderosos radares de mediano
alcance, detuvieron su funcionamiento apenas paso aquel SU-24 por encima del
buque.
Fue
demasiado para los tripulantes de aquel buque, quienes al ver como se fundían
sus circuitos eléctricos, quedaron inermes y a la deriva hasta que los vinieron
a rescatar y remolcar a un puerto aliado.
Otros
incidentes similares fueron registrados en cercanías de Crimea, el Mediterráneo,
el Báltico y también en el Mar Negro pero, esta vez los norteamericanos se
encargaron de que nada saliera a la luz. Demasiado bochorno para el Pentágono
como para que se multiplicaran otros casos inexplicables como el del “Donald
Cook”.
Hoy
se sabe que lo que Rusia posee es un sistema denominado “Russian Electronic
Warfare” basado en el principio del electromagnetismo y algo más. Aunque este es un principio conocido para los
físicos y los expertos estadounidenses, no parece que ellos hayan podido
reproducir con eficacia un arma de similares características.
Se
sabe si, que EEUU tiene sistemas de armas laser para el derribo de misiles, armas de ondas
infrarojas, de ultrasonido e incluso de pulso electromagnético o plasma
(utilizadas en Iraq 2003) que pueden fundir un tanque de combate en unos
segundos.
Pero todos estos ingenios
siempre orientados en sentido ofensivo, fiel a su naturaleza.
La
última muestra de estas capacidades se vio en el ataque con misiles Tomahawk
contra la base siria de Shayrat donde se dispararon 59 vectores pero, solamente
llegaron 20. Obviamente la versión oficial no habla de ello. Según otras
fuentes, los 39 que nunca llegaron cayeron inermes a mitad de camino
desperdigándose por los campos y los olivares de la zona. Una barrera invisible o más bien una red
electromagnética de defensa pasiva afecto a las cabezas de los misiles y
simplemente los dejo inoperantes e incluso –se supone en algunos casos- fueron
desarmados. Los generales y personeros en Washington exclamaron por lo bajo “We
have a big problem”