EN LA MIRA
“FALSA LIBERACIÓN”
Cuáles son los verdaderos objetivos de los grupos que EEUU apoya en Siria e Iraq. Actualmente los pobladores sirios e iraquíes siguen siendo masivamente desplazados de sus territorios por las milicias kurdas y de mercenarios apoyados por Washington. Entonces ¿liberación o colonización?
Por
Charles H. Slim
La crisis y la
terrible guerra que azota a Siria e Iraq no parece tener un fin inmediato y
ello por el simple motivo de que los que se presentan como los “libertadores”
de las poblaciones que han estado ocupadas por grupos como el “Estado Islámico”
(entre muchos otros), a su retirada, vienen siendo el blanco de una venganza
impiadosa, de desplazamientos forzados y de saqueos de sus territorios por
parte de quienes la prensa occidental pinta comúnmente como “víctimas”
relegando maliciosamente a la realidad de los pobladores árabes de la región.
Se
trata de los grupos kurdos como el YPG que luego de haber venido luchando junto
con las fuerzas árabes sirias para expulsar a los grupos como “Al Nusra” y
“Daesh” del suelo sirios, terminaron alineándose a los intereses de EEUU y Tel Aviv, quienes
desde décadas habían venido trabajando bajo cubierta –junto a otros clanes
kurdos- para sabotear a los gobiernos árabes de la región. Para los árabes
e incluso para los persas esto no es una novedad. Los políticos y los jefes
tribales kurdos son parte de una
realidad e idiosincrasia propias que ha variado en cada época y en cada etapa
de la historia política de la región pero siempre manteniendo un objetivo:
Crear el Kurdistán.
Durante
décadas los kurdos han venido reclamando su propio estado, una entidad con base
física especialmente ubicado entre Turquía, Siria, Iraq y parte de Irán. Pero
estas reclamaciones fueron llevadas a la violencia armada por grupos aislados y
hasta minúsculos (apoyados por Tel Aviv) que solo representaban un pequeño
porcentaje de la población kurda, dispersa e integrada armónicamente con los países
que los cobijan.
Fue
durante la época de la guerra fría que grupos como el Partido de los
Trabajadores del Kurdistán PKK compuesto por kurdos turcos de orientación
marxista liderado por Abdulla Ocalan y acérrimo enemigo del estado turco, (el
cual a su vez es aliado de EEUU y la OTAN), comenzó en 1984 una guerra que
tiene lugar hasta nuestros días. Al mismo tiempo y esas mismas épocas, los
kurdos iraquíes que ocupaban una pequeña región en el norte de Iraq, fueron
tejiendo relaciones y estableciendo con unos peculiares aliados, los israelíes
quienes usarían a los kurdos para desestabilizar los nacionalismos árabes.
Cuando
occidente y más precisamente los medios masivos han discurrido sobre “el
problema kurdo” o se han referido como los “pobres kurdos”, se han ocupado de
historias parciales y aunque ellas han sido verdaderas no representan una
tragedia tan grande como la que han venido soportando los árabes de la región;
mucho menos se han detenido a discursar sobre las cuestiones intrinsecas que
albergan tales rivalidades.
Tanto
en 1991 como en 2003, el papel de los clanes kurdos iraquíes fue tan crucial
como sangriento. En ambas oportunidades, los jefes tribales como Masud Barzani
quien lideraba el PDK y Jalal Talabani del UDK, explotaron la oportunidad para
derribar al gobierno de Bagdad en búsqueda de expandir sus dominios
territoriales con especial interés en capturar los ricos campos petroleros de
Kirkuk que eran parte del interés económico del otrora estado iraquí.
Para
esto nefastos personajes, ayudar a los estadounidenses y británicos fue
fundamental en la carrera (entre otras cuestiones) por materializar el ideario
de un estado kurdo dentro de sus propias concepciones (entre las cuales esta,
el no reconocer a los kurdos sirios, turcos y persas).
Pero
hay que ser justos y no meter en la misma bolsa
a todos los kurdos. Los artífices de las políticas de conveniencia y
cooperación con intereses foráneos a costa de los árabes y de sus propios
hermanos han sido elucubradas por algunos de estos jefes tribales tan o más
corruptos, que los beduinos “Wahabi” que reinan en la península arábiga,
protagonistas de toda la catástrofe que vienen sustentando contra Siria.
Entonces ¿A dónde apuntan estas relaciones?
Claramente
que va rumbado a los negocios, los negocios sucios en los cuales las mafias y
las agencias de inteligencia se entremezclan en una intoxicante trama de
contrabando de petróleo, armas, personas, drogas hasta las más horribles cosas
que alguna vez alguien podría haberse imaginado. En esto no hay distinciones entre árabes,
kurdos, persas o turcos; menos aún entre cristianos (kurdos yazidies),
musulmanes sunitas (kurdos), chiitas, quienes interactúan con protestantes
anglosajones y claro, judíos israelíes.
Todo
esto no se ha borrado de la memoria colectiva árabe, mucho menos de la iraquí
la cual pago con mucha sangre por las desavenencias y compulsas negociales entre
tipos como Barzani, Suleimani, Hussein y Talabani. En la actitud y acciones de
esos kurdos no hubo un puro ideario libertario y menos aún, un improvisado plan
por concretar una autonomía regional que Bagdad le había concedido cuando apoyo
a Barzani (pese al episodio del ataque con Gas Sarín en 1988) en su lucha
contra los partidarios de UDK. Y usted se preguntara ¿Cómo que Saddam Hussein apoyo
a Barzani contra sus propios hermanos kurdos? Así fue y a pesar de que la pila
de muertos podría tapar un paisaje completo, no se puede cubrir la verdad.
Pero
la ambición siempre pide más, y más aún en hombres sin escrúpulos que firman
con la mano lo que luego borran con el codo. Igualmente, Saddam Hussein sabía
cómo tratar con este tipo de sujetos y por ello fue implacable con sus
aspiraciones a costa de los intereses del estado nacional iraquí lo que le
valió al mismo tiempo, el acendrado odio de los kurdos liderados por Barzani y
la admiración de los árabes iraquíes sin distinciones (sunitas, chiitas,
cristianos). Fue por ello que Barzani y sus lugartenientes no dudaron en
venderse a estadounidenses e israelíes.
Cuando
los anglosajones invadieron el país, Barzani fue uno de los primeros en poner a
sus Peshmerga a las órdenes de las tropas estadounidenses quienes además
de entregar a sus propios vecinos, colaboraron en las redadas y operaciones que
asesinaron a varios miles de pobladores en el marco de la llamada campaña de
“desbaatización” implementada por las operaciones de “contrainsurgencia”
diseñadas por el general David Petreaus y agencias de inteligencia como la CIA
y sus oportunistas colegas israelíes que hicieron de las suyas “extraoficialmente”.
En ese marco siniestro, miles de iraquíes fueron encarcelados, torturados,
asesinados y desaparecidos mientras los kurdos festejaban esta desgracia.
Demasiado
odio y frustraciones acumuladas para una amplia franja de pobladores del centro
norte de Iraq. Fue así que al mismo tiempo que se oficializaban los
levantamientos en 2013, el “Daesh” comenzaba a asomar su nariz en algunas
revueltas de Al Anbar, provincia donde los colaboracionistas había oprimido a
la población hasta el escarnio. Sin
dudas, los estadounidenses aprovecharon esta situación para introducir al
“Daesh” recargado y de esa manera, establecer una base de operaciones contra
Damasco desde territorio iraquí y a su vez, patear del poder al títere Nouri Al
Maliki que, además de molestar a los intereses políticos de Barzani, venía
fastidiando a Washington.
Tal
como lo sospecharon muchos, el “Daesh” y su proyecto de “Califato” no era más
que un embuste que funcionaría con una población desesperada y que recibiría
sin preguntas, la liberación del yugo de los criminales de Bagdad. Incluso esta
agrupación no hubiera podido capturar la mitad de Iraq sin la inestimable ayuda
de los grupos opositores como el “Ejército Islámico de Iraq” y “El Ejército
Nakshaiabandi” entre otros. Hoy el “Daesh” ya no existe en estos lugares, y los
pobladores que estuvieron bajo su jurisdicción actualmente se hallan en las
garras de dos terribles opresores, las fuerzas chiitas de Bagdad y las milicias
kurdas (ambos ayudados por y al servicio
de EEUU), que presentados por la prensa
occidental como “libertadores”, están cobrándose por las acciones de aquella
ficción implantada por la inteligencia estadounidense e israelí.
Por
lo pronto, Ankara aplaude esto y ve con mucho interés que el problema kurdo se
resuelva a costa de la soberanía siria y para ello, empuja y alienta este
proceso.
Poco
a poco, las banderas negras del “Daesh” y de “Al Nusra” que flameaban en las
cercanías de Raqqa están siendo reemplazadas por las amarillas del “YPG”
anunciando una nueva pesadilla para los árabes de región en la que los
norteamericanos son sus principales orquestadores.
Es
por ello que los árabes de la región tanto de Siria como del centro norte de Iraq
y en especial los pobladores de Mosul, poco pueden festejar la llegada de
fuerzas oportunistas que han vendido su propia identidad por unas cuantas
monedas de oro y que trataran de arrebatar a la soberanía siria una importante
franja de territorios con su capital en Raqqa.