EN LA MIRA
“TRUMP Y SUS CIRCUNSTANCIAS”
Cómo lograra Trump salir del atolladero en el que se encuentra producto de sus extravagancias y sus desaciertos políticos que enfurece al Stablishment político y financiero
Por Charles h. Slim
Estamos presenciando
el segundo año de gobierno del presidente Donald Trump y pese a ello, EEUU no
ha logrado sobreponerse a su espiral descendente en lo que hace a sus
ambiciones geoestratégicas vinculadas con su economía basada en la guerra y la
industria armamentística. Ante esto el presidente ha continuado con sus
políticas aislacionistas para restablecer la puridad estadounidense mediante
medidas racistas y discriminatorias contra los inmigrantes. Como diría
cualquier inconformista estadounidense “eso no es suficiente”.
Y es que en lo que va de estos largos 17 años de una trepidante
política de excepción nacida de aquellos ataques del 11 de Septiembre de 2001,
no solo no hubo la seguridad tan clamada por la Casa Blanca, sino que tampoco
ha habido paz ni beneficios para el común de los ciudadanos de a pie de la
Unión. Obviamente dejamos de lado a los empresarios y a las pocas familias que
controlan las megas corporaciones y las trasnacionales vinculadas a la
industria armamentística que además de ser los beneficiados por las sucesivas
guerras abiertas por EEUU, promiscuamente se entrelazan con los sectores
financieros más recalcitrantes de Wall Street y la City Londinense.
Trump en este sentido solo ha realizo una sola innovación y ella se
refiere a un mero aspecto ganancial, intentando generar fuentes de trabajo para
los estadounidenses limitando la inmigración y repatriando capitales y empresas
nativas en el exterior. Similar lógica ha aplicado al campo de la defensa y las
Fuerzas Armadas, que se hallan desperdigadas en cientos de bases militares alrededor
del globo aunque, solo ha sido un reacomodamiento de dichas fuerzas muchas de
las cuales han sido reubicadas en Palestina tras el provocativo e ilegitimo
reconocimiento por parte de Trump de Jerusalén como capital de Israel.
Con sus políticas megalómanas de apariencias y ampulosidades
inútiles, ha hecho crecer hasta las nubes el presupuesto militar o como dicen
Washington “para la defensa” y para peor, como han señalado varios analistas,
en forma escandalosa. Tratando de recrear su eslogan de campaña “Volvamos Grande a América” y desbancar a los oponentes
alineados a Clinton quienes son partidarios de la guerra global, ha recortado
las actividades militares en los sectores más calientes del planeta pero ha
invertido al mismo tiempo en el mejoramiento tecnológico de sus FFAA que no ha
estado exento de duras críticas provenientes de ex generales y expertos en
defensa.
Contrariamente a lo que venían implementando los sectores neocon,
Trump toma distancia de la OTAN y reniega constantemente de los gastos que
implican para los EEUU tener que mantener una estructura militar que en
realidad (según él) deberían pagar los europeos. Al mismo tiempo y en referencia a las
relaciones con la UE, la Casa Blanca ha creado una fuerte crisis financiera que
está haciendo tambalear el sistema entre ambas partes, afectando muy
particularmente el sistema de comunicaciones financieras interbancarias
SWIFT. Igualmente y más allá de los
discursos y de este tipo de desplantes del presidente estadounidense hacia sus
colegas europeos, el Pentágono sigue teniendo una participación preponderante
en los asuntos de la organización que hoy por hoy se halla en alerta roja ante
las asombrosas novedades tecnológicas del otro lado de los Urales.
En ese sentido los anuncios de Vladimir Putin a comienzos del año
en referencia a los sistemas de misiles intercontinentales de alcance ilimitado
“AVANGARD” (Vanguardia) y sus anunciados sistemas de armas laser de pulso
electromagnético tanto para uso antiaéreo como terrestre y naval, puso los
pelos de punta al senado y a los asesores del Departamento de Estado y de la
Defensa al caer en cuentas de que Rusia no había estado durmiendo todos estos
años y ahora, pese al billonario presupuesto norteamericano volcado durante
décadas para montar los escudos antimisiles, estaban expuestos y vulnerables
sin importar donde estuviesen.
Presionado por ese “Estado profundo” que gobierna tras bambalinas,
Trump debió impulsar una nueva batería de sanciones contra Rusia intentando
debilitar su economía, algo que no ha funcionado y prueba de ello se ve
reflejado en los importantes avances geopolíticos y militares de Moscú.
Como parte esencial en esta falla y notoria falta de previsión de
las capacidades militares de Rusia estaba y sigue estando la CIA, la NSA y DIA
(para nombras las más importantes agencias de inteligencia estadounidenses)
quienes –hay que decirlo- han tenido una muy mala convivencia con el
actual ocupante de la Casa Blanca. No olviden ustedes que cuando Trump toma el
poder, comenzó a implementar sus recortes en las operaciones secretas de la CIA
en Siria, Iraq, Yemen, Afganistán y Pakistán aunque es bueno señalar que, ello
no redundo en que dichas agencias abandonaran su participación en operaciones
puntuales en esos lugares.
Cuando Trump denuncio públicamente la criminalidad de sus propios
predecesores (Bush y Obama), la inutilidad de la invasión a Iraq en 2003, la
falsedad de ISIS y a sus reales promotores señalando sin dudarlo a Hillary
Clinton y a Barack Obama, en los cuarteles de la “Agencia” volaron por los
aires sillas y archivos como una demostración por parte del director John
Brennan de su rabia con semejantes alegaciones. En esos momentos, Brennan trato
de hacerle las cosas imposibles a Trump hasta que éste último lo ceso del cargo
aunque, vale la pena decirlo, dentro de la “Agencia” sigue existiendo un negro doble
fondo que comulga con la forma de pensar del ex director.
Y siguiendo con las agencias federales no hay que olvidar el
intento desafortunado del FBI dirigido por aquel entonces por James Comey,
quien claramente siguiendo instrucciones de Hillary Clinton y sus secuaces,
trato de instalar como una verdad comprobada la versión del la supuesta
intervención de hackers rusos que ingresaron al centro de datos del Comando
Electoral Demócrata para adulterar los resultados de los comicios y que los
medios obsecuentes al Status Quo y subordinados al COMCAST instalaron en forma
novelada como el “Russia Gate”.
Pese a los esfuerzos no lograron que esa versión en la que se trata
de pintar a Trump como un traidor pro ruso y a Hillary una candidata estafada,
convenciera a la gran mayoría del público hastiado del corrupto Stablishment
político al que pertenecen Clinton y sus acólitos. Pese a la hipnotizante
repetición que ejercen los medios estadounidenses de ésta versión Hollywoodense
de los supuestos hechos que rodean la novela del “Russia-Gate”, pocos creen que
ella sea verdad.
Pero Trump tenía su punto débil y ese era su vida privada. Su largo
historial de pasadas aventuras con prostitutas caras y dispendiosa vida a costa
de sus buenos ingresos no lo hacían muy popular y apenas comenzó a molestar en
los altos círculos del poder neocon que (aliados con el poderoso Lobbie
Sionista) controla a la vida política y de los medios de la Unión,
milagrosamente aparecieron de su pasado lejano algunas de aquellas aventuras
reclamando por sus “affairs” decorándolos con detalles escabrosos de su
intimidad. Como ello era un bochorno para la campaña presidencial y causaría un
escándalo en los círculos conservadores de Washington, hubo que hacer algo y de
ello se encargo uno de los abogados de Trump llamado Michael Cohen. La
propuesta era clara ¿Cuánto por sus silencios? Si esto se ventilaba en forma
continua ante los medios, habría manchado de grado sumo la imagen de Trump y
logrado el propósito de los puritanos (hipócritas) del neoconservadurismo
estadounidense que sustentaban a Clinton.
Hoy por hoy toda esta situación ha empeorado. Tras la testificación
de culpabilidad de su abogado Michael Cohen por haber pagado sobornos para que
se callen a dos reconocidas actrices “pornstar” con las cuales Trump había
estado en el pasado y la condena por fraude fiscal y bancario a su ex asesor de
campaña Paul Manafort, ha dado lugar a que se reactive la campaña agresiva
contra el presidente estadounidense que cada día que pasa, ve más endeble la
estabilidad de su administración.