sábado, 11 de agosto de 2018

EN DEBATE



“INCOHERENCIA INFINITA”

A diez meses de la desaparición del submarino “ARA San Juan” siguen saliendo a la luz más claros oscuros de un hecho políticamente inexplicable




Por Javier B. Dal
Entrando en el decimo mes de que fue declarado desaparecido el submarina argentino “ARA San Juan” y tras más que una sospechosa dilación en adjudicar una empresa privada para su búsqueda recién apenas una semana atrás el gobierno de Cambiemos anunció que se había elegido a (nada menos) la empresa “Ocean Infinity” de origen norteamericano para las operaciones de búsqueda. Una vez más el gabinete de Mauricio Macri acusa su ya más que revelada subordinación política a Washington y Londres.

Para que se entienda como debe tomarse el caso del incidente del submarino argentino y que no se mal interprete este cuestionamiento, hay que dejar de llamar al suceso en cuestión como una “tragedia” ya que las mismas suceden por cuestiones azarosas y devenidas de un imprevisto. En el hecho del sumergible argentino nada de ello se da y con muchos indicios que señalan un ataque deliberado en un área caliente como lo es el atlántico sur, seguir argumentando la tesis de un trágico accidente es cuando menos una tomadura de pelo.

Entre medio de esta caustica cuestión para el gobierno se hallan los familiares de los tripulantes quienes han debido sortear con paciencia y mucho tesón los desplantes del presidente y sus argumentos baladíes. Sumado a esto, la inoperancia de un ministro de defensa que poca idea tiene de cuál es la función de las Fuerzas Armadas, ponen en duda la real intensión de resolver la cuestión. Sin dudas de que desde este punto de vista, se trata de una tragedia colectiva que pasa a ser una tragedia personal para cada familia, pero no deja de ser desde el ángulo estatal y con una mirada geopolítica critica, una agresión externa contra la soberanía de la república Argentina. Es por ello y por las complicaciones que causa a un gobierno subalterno a los intereses anglosajones, que hizo cuanto pudo para tapar lo inconfesable, se hace imprescindible encubrir la verdad a toda costa.

En lo que refiere a las investigaciones judiciales que lleva adelante la jueza federal de Caleta Olivia Marta Yañez, se puede decir que no han ido a ninguna parte y solo ha revelado una fuerte pugna interna entre los jefes de la Armada que tratan de cubrirse unos a otros pero sin mostrar un solo indicio en lo referente a las grabaciones y mensajes navales que informaron en un primer momento el ataque de un submarino hostil contra el “ARA San Juan”. 
Siguiendo con ello, los oficiales han tratado de desviar esta hipótesis achacando la desaparición a posibles fallas estructurales por falta de mantenimiento (algo que es real), especialmente acentuadas en la gestión K bajo el ministerio de defensa de Nilda Garre y Agustín Rossi. En este sentido, para el gobierno de Cambiemos es mucho más fácil endilgarle la responsabilidad al gobierno anterior que a Londres que por ese entonces, tenía a su flota muy activa en el Atlántico sur.

Es claro que el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, ni el mismo poder ejecutivo por vía de un comunicado directo con “Downing Street 10” han movido un dedo por consultar por los canales oficiales cuáles serían las implicancias de su fuerza naval (Task Force) operando con unidades de la Armada de Chile  en las aguas jurisdiccionales en torno a Malvinas, en momentos que se instalaba el sistema de misiles de origen israelí (Sky Sabre). Lo mismo para el gobierno de Santiago de Chile, que tenía en operaciones a unidades navales y antisubmarinas (Fuerza naval C-295) en libre tránsito por el Cabo de Hornos, Canal de Beagle y Magallanes ¿Qué diligencias ha impulsado el gobierno de Mauricio Macri para estos menesteres? La respuesta es, ninguna.

Y mientras los medios y periodistas –grandes colaboradores de esta tapadera- hacen incapie en este asunto como “una tragedia” y utilizan a los familiares como relleno de noticias cuando es necesario, lejos están por  publicar las investigaciones que se llevan adelante por otra causa judicial que tras haberse iniciado en Córdoba por el veterano de Malvinas Jorge Oliver fue remitida por una cuestión de jurisdicción a la justicia federal de Comodoro Rivadavia en la cual se trata el asunto como una desaparición forzada de los 44 tripulantes del “ARA San Juan” y hundimiento del “ARA San Juan”. 
El hecho ha sido presentado con una serie de indicios y pruebas a producir por el juzgado interviniente que podrían reconstruir en forma fidedigna, qué fue lo que realmente ocurrió aquel 15 de noviembre de 2017.

En la misma se ofrecen varios elementos de prueba como coordenadas y hasta datos oceanográficos sobre la situación y lugar donde se hallaría el submarino al momento de su ataque, datos que había estado siendo obviados por la Armada y por supuesto, por los rescatistas estadounidenses y británicos. Tras haber recaído en el mismo juzgado de la jueza Yañez, Oliver pudo constatar que la causa no había sido movida y sus constantes pedidos de activación caen en oídos sordos, algo de lo cual no sorprende.

Oliver también había señalado que según sus informaciones provistas por la agregaduría naval de Armada rusa, se estaba buscando lejos del posible epicentro donde se hallaría el submarino. En ese sentido el gobierno argentino retuvo durante días en las dársenas de “Puerto Nuevo” al buque de exploración ruso “Yantar” para que desistiera de buscar en donde ellos sugerían que había que hacerlo. Ello desato tensiones entre las autoridades del buque de exploración y las autoridades argentinas. Como la situación era tan evidente y entorpecía las labores de búsqueda la misión rusa se retiró por efecto de las presiones de Buenos Aires.

Pero los entorpecimientos de Buenos Aires estaban fomentados desde el gobierno de Londres, altamente preocupados por las labores  del equipo de búsqueda ruso. A pesar de la experiencia y el equipamiento que presentaban los expertos del “Yantar”, los británicos pusieron todo tipo de reparos para que pudieran operar. Sus medios de prensa desde la derecha a la izquierda pusieron en duda las intensiones de Moscú. De ese modo alegaron desde posibles daños al ecosistema de los mares australes, al desarrollo de actividad de espionaje electrónico  y hasta incluso la posible causación de daños en los cables submarinos de fibra óptica, fueron algunos de los argumentos plantados  por el Foreign Office a través de los medios.

Esta influencia denoto y dejo en claro, que Gran Bretaña no quería (y no quiere al menos por un tiempo) ayudar a encontrar el sumergible dado que, de hacerlo, quedarían directamente implicados. De ese modo han sido la mano detrás del telón influyendo en cada decisión administrativa del gobierno argentino para que no se salga del carril. En ese fin, han estado pendientes de retrasar cualquier búsqueda que se organizase y por supuesto, sugerir la empresa extranjera que asegure el Status Quo conveniente.


De ese modo y tras dilaciones interminables en procesos de adjudicación a empresas privadas para buscar un buque de guerra (algo inédito en el mundo), han estado por seleccionar a una empresa estadounidense llamada “Ocean Infinity”, promocionada como  la que busco al desaparecido avión “MH370” de “Malasyian Airlines” pero que jamás halló. Entonces ¿Qué ventajas superlativas presenta ésta empresa con respecto al equipo de búsqueda ruso “Yantar”?  En realidad ninguna e incluso la marina rusa ha sido mucho más eficaz y competente para las tareas de rescate y búsqueda a grandes profundidades que los equipos de la OTAN. Es por ello que hay en todo esto, un tufo a puro marketing y lo peor de todo, impuesto por los enemigos históricos de la Argentina. Solo resta que los argentinos se pregunten ¿Hasta cuándo seguirán sumidos en la incoherencia?

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