EN DEBATE
“INCOHERENCIA INFINITA”
A diez meses de la desaparición del submarino “ARA San Juan” siguen saliendo a la luz más claros oscuros de un hecho políticamente inexplicable
Por Javier B. Dal
Entrando en el
decimo mes de que fue declarado desaparecido el submarina argentino “ARA San
Juan” y tras más que una sospechosa dilación en adjudicar una empresa privada
para su búsqueda recién apenas una semana atrás el gobierno de Cambiemos anunció
que se había elegido a (nada menos) la empresa “Ocean Infinity” de origen
norteamericano para las operaciones de búsqueda. Una vez más el gabinete de
Mauricio Macri acusa su ya más que revelada subordinación política a Washington
y Londres.
Para que se entienda como debe tomarse el caso del incidente del
submarino argentino y que no se mal interprete este cuestionamiento, hay que
dejar de llamar al suceso en cuestión como una “tragedia” ya que las mismas
suceden por cuestiones azarosas y devenidas de un imprevisto. En el hecho del
sumergible argentino nada de ello se da y con muchos indicios que señalan un
ataque deliberado en un área caliente como lo es el atlántico sur, seguir
argumentando la tesis de un trágico accidente es cuando menos una tomadura de
pelo.
Entre medio de esta caustica cuestión para el gobierno se hallan
los familiares de los tripulantes quienes han debido sortear con paciencia y
mucho tesón los desplantes del presidente y sus argumentos baladíes. Sumado a
esto, la inoperancia de un ministro de defensa que poca idea tiene de cuál es
la función de las Fuerzas Armadas, ponen en duda la real intensión de resolver
la cuestión. Sin dudas de que desde este punto de vista, se trata de una
tragedia colectiva que pasa a ser una tragedia personal para cada familia, pero
no deja de ser desde el ángulo estatal y con una mirada geopolítica critica,
una agresión externa contra la soberanía de la república Argentina. Es por ello
y por las complicaciones que causa a un gobierno subalterno a los intereses
anglosajones, que hizo cuanto pudo para tapar lo inconfesable, se hace
imprescindible encubrir la verdad a toda costa.
En lo que refiere a las investigaciones judiciales que lleva
adelante la jueza federal de Caleta Olivia Marta Yañez, se puede decir que no
han ido a ninguna parte y solo ha revelado una fuerte pugna interna entre los
jefes de la Armada que tratan de cubrirse unos a otros pero sin mostrar un solo
indicio en lo referente a las grabaciones y mensajes navales que informaron en
un primer momento el ataque de un submarino hostil contra el “ARA San Juan”.
Siguiendo con ello, los oficiales han tratado de desviar esta hipótesis
achacando la desaparición a posibles fallas estructurales por falta de
mantenimiento (algo que es real), especialmente acentuadas en la gestión K bajo
el ministerio de defensa de Nilda Garre y Agustín Rossi. En este sentido, para
el gobierno de Cambiemos es mucho más fácil endilgarle la responsabilidad al
gobierno anterior que a Londres que por ese entonces, tenía a su flota muy
activa en el Atlántico sur.
Es claro que el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, ni el
mismo poder ejecutivo por vía de un comunicado directo con “Downing Street 10”
han movido un dedo por consultar por los canales oficiales cuáles serían las
implicancias de su fuerza naval (Task Force) operando con unidades de la Armada
de Chile en las aguas jurisdiccionales
en torno a Malvinas, en momentos que se instalaba el sistema de misiles de
origen israelí (Sky Sabre). Lo mismo para el gobierno de Santiago de Chile, que
tenía en operaciones a unidades navales y antisubmarinas (Fuerza naval C-295) en
libre tránsito por el Cabo de Hornos, Canal de Beagle y Magallanes ¿Qué
diligencias ha impulsado el gobierno de Mauricio Macri para estos menesteres?
La respuesta es, ninguna.
Y mientras los medios y periodistas –grandes colaboradores de
esta tapadera- hacen incapie en este asunto como “una tragedia” y utilizan
a los familiares como relleno de noticias cuando es necesario, lejos están
por publicar las investigaciones que se
llevan adelante por otra causa judicial que tras haberse iniciado en Córdoba por
el veterano de Malvinas Jorge Oliver fue remitida por una cuestión de
jurisdicción a la justicia federal de Comodoro Rivadavia en la cual se trata el
asunto como una desaparición forzada de los 44 tripulantes del “ARA San Juan” y
hundimiento del “ARA San Juan”.
El hecho ha sido presentado con una serie de indicios y pruebas a
producir por el juzgado interviniente que podrían reconstruir en forma
fidedigna, qué fue lo que realmente ocurrió aquel 15 de noviembre de 2017.
En la misma se ofrecen varios elementos de prueba como coordenadas
y hasta datos oceanográficos sobre la situación y lugar donde se hallaría el
submarino al momento de su ataque, datos que había estado siendo obviados por
la Armada y por supuesto, por los rescatistas estadounidenses y británicos. Tras
haber recaído en el mismo juzgado de la jueza Yañez, Oliver pudo constatar que
la causa no había sido movida y sus constantes pedidos de activación caen en
oídos sordos, algo de lo cual no sorprende.
Oliver también había señalado que según sus informaciones provistas
por la agregaduría naval de Armada rusa, se estaba buscando lejos del posible
epicentro donde se hallaría el submarino. En ese sentido el gobierno argentino
retuvo durante días en las dársenas de “Puerto Nuevo” al buque de exploración ruso
“Yantar” para que desistiera de buscar en donde ellos sugerían que había que
hacerlo. Ello desato tensiones entre las autoridades del buque de exploración y
las autoridades argentinas. Como la situación era tan evidente y entorpecía las
labores de búsqueda la misión rusa se retiró por efecto de las presiones de
Buenos Aires.
Pero los entorpecimientos de Buenos Aires estaban fomentados desde
el gobierno de Londres, altamente preocupados por las labores del equipo de búsqueda ruso. A pesar de la
experiencia y el equipamiento que presentaban los expertos del “Yantar”, los
británicos pusieron todo tipo de reparos para que pudieran operar. Sus medios
de prensa desde la derecha a la izquierda pusieron en duda las intensiones de
Moscú. De ese modo alegaron desde posibles daños al ecosistema de los mares
australes, al desarrollo de actividad de espionaje electrónico y hasta incluso la posible causación de daños
en los cables submarinos de fibra óptica, fueron algunos de los argumentos plantados por el Foreign Office a través de los
medios.
Esta influencia denoto y dejo en claro, que Gran Bretaña no quería (y
no quiere al menos por un tiempo) ayudar a encontrar el sumergible dado que, de
hacerlo, quedarían directamente implicados. De ese modo han sido la mano detrás
del telón influyendo en cada decisión administrativa del gobierno argentino
para que no se salga del carril. En ese fin, han estado pendientes de retrasar
cualquier búsqueda que se organizase y por supuesto, sugerir la empresa
extranjera que asegure el Status Quo conveniente.
De ese modo y tras dilaciones interminables en procesos de
adjudicación a empresas privadas para buscar un buque de guerra (algo inédito
en el mundo), han estado por seleccionar a una empresa estadounidense llamada
“Ocean Infinity”, promocionada como la
que busco al desaparecido avión “MH370” de “Malasyian Airlines” pero que jamás halló.
Entonces ¿Qué ventajas superlativas presenta ésta empresa con respecto al
equipo de búsqueda ruso “Yantar”? En
realidad ninguna e incluso la marina rusa ha sido mucho más eficaz y competente
para las tareas de rescate y búsqueda a grandes profundidades que los equipos
de la OTAN. Es por ello que hay en todo esto, un tufo a puro marketing y lo
peor de todo, impuesto por los enemigos históricos de la Argentina. Solo resta
que los argentinos se pregunten ¿Hasta cuándo seguirán sumidos en la
incoherencia?
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