EN DEBATE
“MAGNICIDIO FALLIDO”
Quiénes han estado detrás del fracasado ataque contra el gobierno legitimo de Venezuela y cuales pueden ser sus consecuencias
Por Pepe Beru
El fallido
intento por asesinar a Maduro y a todo su estado mayo que se hallaba en el
palco el 4 de agosto último, ha revelado que
nada de lo que ha venido aconteciendo en la región es casual y todo se
mueve al compás de una agenda muy clara que pretende desbancar los últimos
polos de independencia política que quedan en el continente y que fastidian a
Washington.
El gobierno bolivariano de Venezuela es sin dudas el paradigma de
ello. Más allá de las contradicciones de Maduro y su muy cuestionada gestión, la
revolución impulsada por Hugo César Chávez que se plasmo en la Constitución de
1999 fue el inicio de una nueva geopolítica muy audaz y adelantada para su
momento, demasiado para las clases políticas corruptas y anquilosadas de la
región, incluyendo a la Cuba Castrista.
Para quienes leen entrelineas no quedan dudas de que este fallido
ataque tiene la firma de los que han estado engañando al mundo con su denominada
“guerra contra el terrorismo” y que los medios secundan tratando de justificar cada día con menos
éxito. Tras el fracaso por causar una masacre contra el liderazgo político y
militar de Venezuela, esos mismos medios han salido inmediatamente a tratar de
sembrar las dudas sobre la autenticidad del hecho alegando a oraciones tales
como “sospechoso atentado” o incluso aseverando que la intentona fue “fraguada
por el régimen”.
Tal vez esto hubiera funcionado en los setentas o incluso hasta
mediados de los noventas, cuando la opinión pública no tenía más alternativa
que informarse por la televisión y las radios sin tener a la mano la
disponibilidad de las herramientas tan sofisticadas y masivas como son las
redes sociales y los medios alternativos en el internet. Si esto se hubiera producido en la década de
los ochentas, los medios oficiales que a su vez son subalternos de los
conglomerados anglosajones que digitan las líneas informativas a nivel global,
hubieran empequeñecido este episodio hasta el grado de transformarlo en una
caricatura.
Tratar de asesinar a un primer mandatario es algo muy grave sea del
país que sea. Pero las reacciones de las empresas de noticias occidentales han
dejado en evidencia que marchan al compás de la agenda que marca Washington y
que es desandada puntillosamente por sus colaboradores regionales como lo son
actualmente los gobiernos de Colombia, Argentina y Brasil para nombrar solo a
los principales. Evaluando esto ¿Puede
usted imaginarse si un intento semejante se hubiese llevado a cabo contra un
mandatario de los países antes nombrados? Sin lugar a dudas el espectro informativo
de toda la región y el mundo serían bombardeados con titulares escandalosos y
poniendo al “terrorismo” como el protagonista central intentando manipular a la
opinión pública con sus lacrimógenas
campañas de victimización. En este sentido podemos ver como este sector
ha tratado de banalizar el intento de magnicidio con suspicaces análisis o
directamente, ignorando el tema.
Las investigaciones del hecho dio lugar a que se llevaran adelante
varias pesquisas y detenciones sobre personalidades de la oposición vinculados
estrechamente a su vez con personajes radicados fuera de Venezuela y con
especiales contactos con Washington y Bogotá. Uno de los más nombrados y
acusados por el propio presidente Nicolás Maduro es el ex presidente de
Colombia Juan Manuel Santos, artífice de la ampliación de bases militares estadounidenses
en la región y de la firma de los acuerdos de cooperación con la OTAN. Aunque
los medios alineados con el relato estadounidense dejan de lado estos
pormenores y se centran en señalar supuestas contradicciones en los relatos de
los asistentes en el momento del ataque, lo cierto es que son elementos muy
significativos al momento de considerar quienes pudieron impulsar y ejecutar esta
fallida operación.
Como era de esperar, el inmediato operar de las fuerzas de
seguridad venezolanas deteniendo a varios sospechados del complot desato una ola
de críticas en los sectores pro-estadounidenses en el exterior (espacialmente
en Miami y Buenos Aires) denominando este proceder como el accionar ciego y
brutalmente represivo. Pero solo es una táctica semántica y artificiosa que
intenta por un lado desviar los hechos que rodearon al ataque y a su vez desacreditar
al (aunque mal les pese) gobierno legítimo de Caracas ¿Y qué hechos son los que
se quiere tapar? Comencemos por los artefactos utilizados para el ataque.
Según han señalado las autoridades venezolanas los Drones usados
eran modelo DJI-MATRICE 600 utilizados para tomar fotografías y diseñados con
fines industriales. Obviamente ello no es obstáculo de que los mismos hayan
podido ser adaptados a la circunstancias para poder operar con mayor sigilo y
burlar la seguridad del evento. No es una novedad ver como son usados para
fines militares, Drones que tienen propósitos de exploración y reconocimiento civil.
En 2014 pudimos notar con asombro como esta tecnología era usufructuada por
grupos mercenarios en el Medio Oriente. Uno de los precursores en estas ingeniosas
adaptaciones es sin dudas el “ISIS” en Iraq donde hizo estragos entre las
fuerzas gubernamentales iraquíes lanzando granadas desde Drones espía de diseño
y fabricación estadounidense (Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=cz2jrmnm7ds ).
Entonces muchos se preguntaron ¿Cómo unos simples pistoleros
reclutados en las tribus nómadas de Al Anbar y del este de siria sabían
manipular estos sofisticados aparatos? Y mucho más difícil de explicar ¿Quiénes
les otorgaron el acceso a estos costosos Drones que solo se fabricaban en
occidente y quiénes los reformaron para
que operaran como vectores de ataque? Y en lo que hace al tipo de explosivo que
se utilizó para atentar contra Maduro, arroja más indicios sobre el origen de
los autores. El explosivo plástico C-4
es de uso militar, de origen estadounidense y de acceso restringido, entonces
¿Quiénes pudieron haberlo adquirido sin despertar sospechas de la inteligencia
estadounidense? Estas respuestas son tan comprometedoras que los medios y los
periodistas anglosajones –y por supuesto los subalternos sudamericanos- ni
siquiera tocan el tema cuando osan argumentar sobre la situación en aquella
región.
Incluso Rusia ha sido blanco de ataques con esta modalidad, cuando
a comienzos de año una flotilla de Drones bizarros ensamblados con elementos
asequibles en una ferretería pero equipados con modem de control remoto de
última generación, lanzaron pequeñas bombas (pero dañinas) sobre la base aérea
de Jeinmim, Siria. Es por
ello que cuando los medios y los periodistas tratan de ridiculizar el hecho con
el término “supuesto” intentando desacreditar la viabilidad de los Drones como
armas para perpetrar un magnicidio, ponen aún más al centro de la escena el
involucramiento de manos expertas en la concreción de este tipo de acciones que
solo buscan establecer el caos aprovechando las circunstancias imperantes.
Solo para que no queden dudas de quienes operan con estas
modalidades y con este tipo de intensiones, solo véase lo que ocurrió ese mismo
4 de agosto pero en Siria cuando un científico sirio de nombre Aziz Asber fue
asesinado junto a su guardaespaldas por el uso de un Drone dirigido por la
inteligencia israelí.
El automóvil en el que se trasladaban voló por los aires
por el accionar de un sofisticado ingenio armado con explosivos.
Este tipo de asuntos tan sucios van más allá de tipos como Bush,
Obamas o de un quisquilloso como Trump que ocupan transitoriamente la Casa
Blanca, ya que no son ellos quienes ordenan estas intrigas y solo recién cuando
ellas se han concretado tal vez, solo tal vez, conozcan algunos por menores que
no pongan en riesgo a la llamada “seguridad nacional”.
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