EN LA MIRA
“PONER EN CAJA”
Moscú ha dejado en claro que no se toleraran más aventuras hegemonistas que pongan en peligro los intereses geoestrategicos de la Federación rusa y que claramente van contra la ley internacional ¿Es una advertencia con sustancia?
Por Charles H. Slim
Pese a que el Kremlin se ha manejado con una notable
tolerancia a las múltiples provocaciones que viene llevando adelante EEUU y la
OTAN, pareciera que ello ha llegado a un límite del cual el mismo Vladimir
Putin se ha encargado de marcar en su presentación en el inicio del año
gubernamental con su discurso sobre el estado de la nación, dejando en claro a
su homólogo estadounidense y a sus aliados de la Alianza atlántica, que la
soberanía de Rusia no está ni estará nunca en discusión.
Estas palabras no son casuales y se dan en momentos
de alta tensión político-económico y militar que se centra en rededor de
Venezuela.
Entonces usted se preguntara ¿Qué diablos tiene que ver lo ocurre en
Venezuela con los que ha dicho el mandatario ruso? Pues aunque los medios no lo
digan, todo. Y es que estamos ante una nueva operación diseñada por Washington
para establecer una nueva geopolítica del caos en el Caribe. Lo que se ha
estado vendiendo por los medios adictos a La Casa Blanca no es más que una
repetición adaptada a la versión latina de lo que fue la “Primavera árabe”, un
embuste planificado quince años antes
(durante la administración Clinton) por el Departamento de Estado norteamericano
y ejecutado recién por la administración de Obama en 2010.
En aquella oportunidad Rusia no se movió por el
simple hecho de que no estaba preparada para contraponerse a la voracidad de la
OTAN y de EEUU que mantenían desplegadas fuerzas con múltiples bases en la
región. Fue así como sin ningún tipo de oposición y con una renovada
complicidad de Naciones Unidas, los miembros estelares de la alianza (Francia y
Gran Bretaña) intervinieron y destruyeron a Libia.
Eso cambio en forma paulatina a medida que fue
modernizando y ampliando las capacidades defensivas de sus Fuerzas armadas lo
que fue dándole el respaldo político y diplomático en situaciones críticas como
fueron los intentos de la OTAN por penetrar a través de Ucrania, hacerse de
Crimea y la creación de una guerra asimétrica (implementando la táctica del
terrorismo) para destruir a la república árabe siria, situaciones conjuradas
gracias a la capacidad de respuesta –tanto
política como militar- a las amenazas y golpes que Washington y sus aliados
lanzaron contra las poblaciones de estos lugares. En
este sentido Vladimir Putin ha dejado en claro que continuaran con el
desarrollo de una política geoestratégica acorde a las necesidades de la
Federación rusa y a los desafíos globales que atentan contra los intereses
estratégicos.
La relación entre Rusia y Venezuela se estrechó con
Hugo César Chávez y de esta nació un profundo compromiso geoestratégico del
cual Moscú no abandonara tan fácilmente. Ello es coherente con los últimos movimientos
en la región donde al montaje cinematográfico que Washington anuncia como
“ayuda humanitaria”, se esconde el velado intento de urdir una revuelta
interior en Venezuela obligando a que reaccionen las Fuerzas armadas
bolivarianas dando pie a justificar una intervención militar estadounidense con
apoyo colombiano. Es la misma táctica usada en Iraq en 2003; hambrear a la
población para tratar de quebrar su moral y que se lancen contra su propio
gobierno, demasiada obvia para que pase desapercibida. Aquí está sucediendo lo
mismo, solo que cambian los personajes y el escenario. El “títere” de esta
tragedia se llama Juan Guaidó, un político arribista que tratara capitalizar la
situación mediante un discurso que además de oportunista, está plagado de
contrariedades y falsedades.
Con una legitimidad forzada, Guaidó trata de
presentarse como actuando dentro de los parámetros de la constitución de su
país pero, la simple lectura de los artículos 223 y 233 de la Carta magna no
condicen con esas pretensiones.
Sin dudas, el único respaldo que tiene para ello,
está en el aval de la Casa Blanca y sus extensiones en Bogotá, Colombia. Cuando
Guaidó argumento sobre las causas de la miseria de Venezuela, no pudo articular
palabra alguna cuando se le hizo referencia al boicot y al bloqueo financiero
(desde 2011) que viene sufriendo su país y es que ello es imposible de
justificar a la luz de millones de venezolanos que conocen de sus efectos. Durante
años Washington ha venido trabando embargo sobre el comercio venezolano,
saboteando desde Colombia su infraestructura fronteriza e incluso, utilizando a
grupos irregulares robándose cargamentos de alimentos y medicamentos para que
no lleguen jamás al resto del país. He allí el origen de la miseria de la
población y no en otro lado.
Por lo pronto pareciera que Putin está decidido a que
esta repetida maniobra sucia que busca usurpar el poder en Caracas, no prospere
y para ello envió un mensaje alto y claro a los principales responsables en la
capital estadounidense. Ante esto no tardaron los medios occidentales y sus
editoriales en tratar esta postura como un signo de debilidad en momentos que
la imagen de Putin se ve a la baja por una complicada situación económica y
medidas sociales impopulares. Tal como acostumbran dichas plateas de los medios
alineados a Washington y la UE, echan mano a reduccionismos engañosos y poco
aplicables a la realidad de la situación socio-política de la Federación rusa
como una forma de desviar el foco del asunto principal. Igualmente, ello no afecta al ánimo ni a la
opinión pública de la región que se halla expectante a una muy posible
provocación de las fuerzas estadounidenses que rodean a Venezuela.
Por el contrario quienes pondrán atención a estas
advertencias son los mismos personeros en Washington quienes saben “contar muy
bien” y no desconocen la capacidad que actualmente tiene Rusia para responder a
una provocación (tanto convencional como escalar) que comprometa sus intereses
soberanos. Es por ello, que Putin puede darse la libertad de mostrar la
realidad de los hechos y dejar en evidencia que lo que hoy están buscando los
estadounidenses en el Caribe, es solo un montaje para satisfacer su propio
interés y no para el bien de los venezolanos (o como dijo John Bolton “para
devolverles la libertad”) y sino, pregúntenle a los iraquíes, libios, afganos y
pakistaníes lo que significa “la democracia y la libertad de los
estadounidenses”.
Sin dudas que todo este libreto ha sido puesto a
rodar por la recalcitrante base neoconservadora que tras el ingreso de uno de
sus más notables exponentes como Abrhams Eliot, ha venido siendo parte esencial
de las bases políticas de la administración Trump y ello no puede más, que
conducir a los EEUU a nuevas aventuras siniestras que hundirán aún más a la
imagen exterior del país.