“INTRIGA EN TEHERÁN”
Qué efectos
tendrá el anuncio de la desarticulación de una extensa red de espías operando
dentro de la república Islámica de Irán pagada por la CIA ¿Trump en problemas?
Por
Charles H. Slim
Cuando en mayo de 2009 una bomba estallaba dentro de
una mezquita en la localidad Zahedan al sudeste de Teherán, los medios
occidentales enmarcaron el hecho como un episodio más en el relato de la
supuesta “guerra sectaria” entre musulmanes chiitas y sunitas que se estaba
desarrollando en el vecino Iraq. Para las autoridades iraníes de aquel entonces
los autores de este crimen habrían provenido de un grupo terrorista de corte
independentista de la región Sitán-Beluchestán, pero muchos sospechaban que
detrás de ello estaba la mano negra de las agencias de inteligencia
occidentales y particular las israelíes.
Lo mismo había sucedido un año antes contra una
mezquita en Shiraz donde un suicida detono una bomba matando a seis
concurrentes e hiriendo a más de sesenta personas. Sin dudas que alguien estaba
aprovechando la situación que existía en la región y las sospechas apuntaban
hacia actores muy bien conocidos en llevar adelante estos actos. En Iraq la situación
de la seguridad era (y aún sigue siéndolo) calamitosa y a la lucha de la
resistencia contra la ocupación, se estaba llevando a cabo una compleja y
brutal lucha contrainsurgente en la cual, además de las operaciones clandestinas
de la inteligencia militar estadounidense se veían involucradas varias agencias
de inteligencia civil como la CIA y el MI-6 británico pero con la participación
estelar del Mossad israelí.
En aquellos años la
CIA y el Mossad montaron sus propias operaciones y en algunos casos
pudieron haber cooperado para llevar adelante algunos objetivos en particular,
especialmente aquellos ejecutados mediante el reclutamiento y la
subcontratación de mano de obra local. En
ese entonces los asesinatos con pistolas con silenciador, las masacres
colectivas en residencias e pleno Bagdad y los secuestros de personas para ser
torturadas y aparecer en callejones asesinadas fueron parte de esas
injerencias.
La operatividad de estas células de asesinos ya
venía desde 2004 desplegándose en Bagdad
donde llevaron adelante incontables “operaciones negras” basadas especialmente en
secuestros, asesinatos y desapariciones que hasta el día de hoy continúan
impunes ya que el régimen títere que coloco la ocupación y sus posteriores
delegados jamás permitiría investigar estas atrocidades. Teherán sospechaba y con razón que esta caótica
situación (además de haber sido deliberadamente creada) sería aprovechada por
EEUU e Israel para infiltrar células de espionaje y ataque en su territorio con
nada buenas intenciones.
Cuando Bagdad fue puesta en manos de una facción
chiita tolerante a la presencia angloestadounidense, Teherán realizó un
acercamiento inmediato y por sus propios medios comenzó a tender puentes de
relaciones políticas con la finalidad de ganarse la confianza de los chiitas
iraquíes y lograr la cooperación política ante las amenazas solapadas que se
agazapaban en su territorio. Los iraníes estaban conscientes de que las
instituciones iraquíes como el ejército y la policía estaban bajo el control de
los militares de EEUU y la inteligencia literalmente absorbida por la CIA
aunque, existían sectores que se oponían a esta cooptación siendo estos aliados
de la ayuda iraní.
Mujaidines Al Kalq Logo |
Uno de los logros de la influencia iraní contra la
cooptación estadounidense en Iraq fue la desarticulación y erradicación de la
organización terrorista “Mujaidines Al Kalq” (MKO) que teniendo sus oficinas en
Bagdad había sido fomentada en la década de los ochenta por el Departamento de
Estado norteamericano en la era Reagan, que siguió siendo apoyada en la
clandestinidad por la CIA en las subsiguientes administraciones en
Washington (entre ellas la de Bill
Clinton) y apoyada por Saddam Hussein para desestabilizar a Irán.
La eliminación de esta organización significó un
duro golpe para Washington y por ello redujeron los beneficios al régimen
títere de Nouri Al Maliki y a su vez endurecieron las sanciones contra Teherán.
No hay que olvidar que por esos años, la presión
comercial, diplomática y económica que ejercía Washington –similar a la que actualmente se imprime contra Venezuela-, estaba
complicando la situación interna de Irán y ello sería aprovechado por sus
enemigos, especialmente Israel, quienes necesitan crear estas revueltas
internas para poder reclutar con mayor facilidad mano de obra local que ejecute
(por buenas remuneraciones) sus objetivos dirigidos desde la distancia.
Para Israel y su agencia de inteligencia “Mossad”
este tipo de tareas es una costumbre muy bien aceitada. Quienes se hallan al
frente de diseñar y ejecutar estas operaciones tienen una amplia experiencia
significando ello, largas listas de muertes y daños materiales causados por
atentados en su haber. Expertos en el negocio de la muerte –especialmente en hacerlos parecer accidentes[1]- y el terrorismo,
los israelíes aprovecharon las circunstancias creadas en rededor de la región y
en torno a Irán en particular, para poner en marcha un ambicioso proyecto
concebido por el núcleo sionista con Benjamín Netanyahu a la cabeza: Destruir
el programa nuclear iraní.
Los frutos de estos planes criminales comenzaron a
ser más brutales y explícitos. Tel Aviv creía que la situación en Iraq serviría
para cubrir sus rastros y como había venido sucediendo desde su inserción en 1948
en la región, sus acciones pasarían desapercibidas. Fue de esta forma que
varios científicos y académicos iraníes serían brutalmente asesinados o serían
desaparecidos, algo que le ocurrió años antes a muchos de sus colegas iraquíes.
Esa fue la suerte del científico de cincuenta años Massud Alí Mohamadi quien,
al salir a trabajar en la mañana sería asesinado en su barrio al norte Teherán
con la detonación a distancia de una bomba adosada a su motocicleta en
2010.
El modus operandi de estas agencias de inteligencia
se basan en lograr ingresar e instalar una base de operaciones en el país que
tienen como objetivo y desde allí coordinar el ataque con sus propios agentes o
reclutando criminales locales. Pero también, aprovechando las disidencias
políticas internas montan redes de espías y colaboradores que ubicados en
puestos estratégicos, informan en muchos casos a una terminal en Tel Aviv. El
principal incentivo que usan y en especial la agencia israelí es el
dinero.
La desarticulación de una red de 17 iraníes que
espiaban para la CIA, es un capítulo más de todo esto. En apariencias Teherán
logró darle un duro revés a la compleja telaraña que la CIA mantiene en el
continente asiático, pero no acaba con ella. Se trata de un golpe a la
intensificación de las operaciones de espionaje desde la asunción de Trump al
poder y la prueba de como EEUU viola la soberanía de un estado evidenciando la
violación de la ley internacional y la Carta de Naciones Unidas. Lo importante
de esto sería que, prevalezca la ley internacional y que de una buena vez por
todas, se haga valer a todos por igual aún, si es Washington quien la infringe.
[1] El
caso del profesor de la Universidad de Shiraz Ardeshir Hassanbpour quien
apareció misteriosamente asfixiado por una supuesta fuga de gas en su
domicilio.