domingo, 21 de julio de 2019




EL MANDATO”

Con la aceptación de los lineamientos políticos de EEUU e Israel la Argentina entra en una nueva y peligrosa era geopolítica que no responde a los intereses del país sudamericano ¿Qué saben los argentinos de a pie de todo esto?

Por Charles H. Slim
Tras la conmemoración de los 25 años de impunidad por el ataque terrorista a la mutual AMIA en Buenos Aires, quedaron muchas preguntas en el aire y como siempre con muy pocas respuestas para la mayoría de ellas.  Como no se había visto desde las épocas del gobierno menemista, el activismo mediático y diplomático del sionismo fue descarado. Sin dudas que la participación del Secretario de Estado de los EEUU Mike Pompeo es una demostración de aquello y fue central en los planes de Tel Aviv por ahondar el compromiso y mantener a la Argentina alineada a sus planes geopoliticos.

El establecimiento de un discutido registro de sospechosos sobre actividades de terrorismo que no es otra cosa que una lista negra de los enemigos geopolíticos de Washington y Tel Aviv, significa el ingreso de Argentina a un conflicto que persigue objetivos solamente útiles para aquellos actores. En este sentido, a ninguno de los dos les interesa la búsqueda de justicia ni mucho menos hallar a los verdaderos responsables de esos ataques ya que, ello sería sin dudas contraproducente. En esto, Argentina o más bien digamos sus gobernantes están demostrando o una gran ignorancia en lo referente a la realidad internacional o decididamente un posicionamiento claro y definido hacia uno de los bandos.

El argumento que presenta el Departamento de Estado norteamericano es el mismo que de la mano de Donald Rumsfeld anunciaría George W. Bush en 2001 cuando se produjeron aquellos sospechosos atentados que fueron convenientemente endilgados a un grupo presuntamente de musulmanes sunitas como “Al Qaeda”,  que –y cabe recordarlo- había sido creado por la CIA en 1979. De este modo desde hace unos años (y a instancias de Tel Aviv), Washington ha reorientado sus acusaciones sobre los musulmanes chiitas y en particular sobre los chiitas libaneses adheridos al Parido de Dios “Hesballá”.

De esta manera, el discurso de Washington redunda una vez más en la denominada “Lucha contra el terror”, el mismo slogan que tras ser creado por la administración Bush-Cheney fue usado por Barak Obama para introducirse en Siria e Iraq en 2014 solo que en ese momento, para supuestamente luchar contra el extremismo sunita de otra fábula nacida de los laboratorios de la inteligencia occidental denominada “ISIS”.

No olvidemos que apenas unos meses después de aquel acto, Obama firmo con Teherán un “memorándum de entendimiento” a los fines de acercarse para coordinar acciones ante la descontrolada propagación del “ISIS” en Iraq y llegar a un acuerdo definitivo sobre el tratamiento del Programa de desarrollo nuclear. Esto último fue una patada al hígado para Netanyahu y del amplio espectro sionista global que se reflejaría inmediatamente con la no autorizada y escandalosa visita de “Bibi” en marzo de 2015 al Capitolio norteamericano (casi dos meses después de la muerte de Nisman) donde acuso a Irán (entre otras cosas) de haber bombardeado la embajada y a la mutual de la AMIA en Buenos Aires para con ello, clamar por una embestida militar inmediata contra el país islámico.

El recinto se levantó en aplausos enfervorizados, demostrando a los congresistas que no comparten estas injerencias de Tel Aviv quién digita las políticas exteriores de la Unión. En esos momentos (como actualmente) Netanyahu buscaba con estas amenazas la reelección en el cargo y que mejor arenga para recaudar votos y colaboración financiera que halagar a los oídos de los extremistas sionistas y sus simpatizantes –como  el presidente de la Cámara de Representantes John Bohemer- en el Congreso norteamericano.

Obama en aquel momento desautorizo aquella movida de Netanyahu y con ello las relaciones entre Washington y Tel Aviv se tensaron aún más, al punto de que varios misteriosos intentos de crear un incidente en el Golfo Pérsico fueron abortados en parte por los mismos estadounidenses y en parte, por la pericia de los iraníes. Y es que Obama con la anuencia del Partido Demócrata había pasado años negociando en secreto con sus pares iraníes para que el desarrollo nuclear no vaya más allá del uso civil. Pero es que Israel quiere destruir cualquier avance científico iraní en particular (e islámico en general) sin importarle que sea para uso civil o militar llegando a echar mano a infames tácticas como el sabotaje, terrorismo y el asesinato selectivo. Los incidentes montados contra los tanqueros en el Golfo Pérsico son parte de ello y hoy nadie lo ignora.

Cada uno de estos momentos de la historia, han representado grandes y sangrientos engaños que pese haber pasado en el tiempo, no significa que no vuelvan a ser reeditados. Nunca ha estado este conflicto más álgido como ahora. En este sentido Argentina o más bien el gobierno de Mauricio Macri se deja arrastrar a la misma dinámica que no es otra cosa que una extensión de aquellas situaciones con posibilidades de que se extiendan a toda la región.

El anuncio del supuesto derribo de un Drone iraní en momentos que en Mike Pompeo y su sequito se hallaban en Buenos Aires cuando se realizaban los actos por el ataque a la AMIA, no fue una casualidad. Si había que trasmitir un mensaje penetrante y convincente sobre la malignidad de la República Islámica de Irán, ese era el mejor momento. 
Igualmente, pese a la tan acostumbrada marcialidad y presumida veracidad con la que se conducen los medios occidentales y en particular los de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, no pudieron evitar tener que poner en dudas las aseveraciones del mismo Donald Trump quien había asegurado que uno de sus navíos en el Golfo Pérsico había derribado a un Drone iraní que se había aproximado a 900 metros.

El reporte de Teherán y de la misma Guardia de los Revolucionarios desmintieron inmediatamente esta versión y sin agitación en sus voceros aseguraron que “todos sus Drones remoto habían regresado a sus respectivas bases”; entonces, muchos en Washington y en la misma comunidad política estadounidense se preguntaron ¿De qué se trata todo esto Trump, acaso estás preparando otra intervención para secundar a Israel?

La respuesta es la misma que se aplica a las planificaciones que se han desplegado en Buenos Aires y que se resumiría como “una simple cortina de humo” para ocultar lo que realmente está ocurriendo. Mauricio Macri, gran parte de sus funcionarios y compañeros de partido, claramente comprometidos con los lineamientos políticos del Departamento de Estado norteamericano y obviamente a los de Tel Aviv, están dispuestos a hacer cualquier cosa por formar parte del “club” de estos dos actores sin importarles en apariencia, lo que pueda significar para las relaciones entre la Argentina con Irán.

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