martes, 16 de julio de 2019




“EL PACTO”

Hasta dónde puede llegar el pragmatismo del gobierno argentino con tal de obtener beneficios económicos-financieros. Ignorar la realidad geopolítica no excusa para ciertos posicionamientos que están fundados en peligrosos intereses geopolíticos ajenos ¿Qué alcances tendrá en política exterior la discutida medida de Macri?

Por Charles H. Slim

Hace tan solo unos días, el candidato a la vice presidencia por el partido oficialista “Juntos por el Cambio” del presidente Mauricio Macri anunciaba con euforia una extraña medida gubernamental que tendrá sin lugar a dudas un impacto más allá de las fronteras del país y por supuesto de la región.  Miguel Ángel Pichetto anunciaba con grandes ínfulas que el “presidente firmaría un decreto para poner al Partido de Dios “Hesbolá” en la lista de organizaciones terroristas”, siguiendo con ello los lineamientos de la geopolítica de los EEUU,  Gran Bretaña e Israel.

Aunque la noticia no tuvo el tratamiento intensivo que debió tener, no pasó desapercibida para quienes saben que se está moviendo detrás de todo esto. 
No fue casual ni mucho menos una medida tendiente a buscar justicia ni menos  aún tratar de esclarecer aquel horroroso atentado contra el edificio de la AMIA que mato tanto a ciudadanos judíos como cristianos argentinos; esto último para terminar con aquellas vindicaciones maniqueas y artificiosas que durante años algunos periodistas argentinos comprometidos con la embajada de Israel en Buenos Aires y el sionismo militante local, han hecho de ese un acto exclusivo que solo victimizó a los judíos.

Pero las personas de a pie y las nuevas generaciones de argentinos no saben a ciencia cierta quién o que representa “Hesbolá”, mucho menos que significa esa palabra y es así que muchos dicen ¿Qué es Hesbolá? La respuesta inmediata e interesadamente mal intencionada surge de los medios describiéndola y acusándola de ser una organización terrorista cuando ello no es así. El Partido de Dios que en árabe se pronuncia “Hesb´allah” –y que se vulgarizó como Hesbolá- es una organización política de extracción chiita libanesa con su rama militar nacida en 1982, en momentos que el estado de Israel pretendía llevar a cabo sus intenciones expansionistas sobre el sur del Líbano.

Para Israel y los sionistas alrededor del globo, “Hesb´allah” ha sido la bestia negra, la piedra en el zapato que ha frustrado los planes de Tel Aviv por consagrar su mesiánico plan del adueñarse de los territorios árabes vecinos para constituir su “Eretz” o la “Gran Israel”.

En este sentido, el papel de la intelectualidad sionista ha jugado un lugar preponderante para desde el cine, la literatura y por supuesto los medios (en particular los angloparlantes) difuminar una continua campaña de mala imagen contra “Hesb´allah” en particular y los musulmanes chiitas en general. De esta manera, convirtieron a esta organización como otro de los chivos expiatorios para endilgarle cualquier hecho violento de los cuales sean blanco.

Ante los fracasos en primera instancia por endilgar los atentados a los “árabes sirios –e incluso a los iraquíes-, a los palestinos e incluso a fantasmales células nazis”, vino muy conveniente apuntar el dedo acusador  sobre Irán. Igualmente, lo acusadores no han logrado –más allá de los subterfugios y los armados- aportar pruebas serias sobre esta hipótesis basada sobre una clara islamofobia.

Por suerte, actualmente quienes quieran despejar sus dudas y contrastar estas posiciones parciales, pueden –pese a los esfuerzos por ocultar e incluso intoxicar la información- hallar abundante material informativo en las redes. Solo con una mirada completa de los hechos, se podrá arribar a conclusiones certeras.

Hoy a la distancia se puede ver que estos ataques no tuvieron nada que ver con odios religiosos o el acto de una pandilla de chiflados con turbantes como la propaganda occidental pinto durante décadas a los terroristas árabes e islámicos. Parte de la comunidad judía argentina intuyó por entonces eso y hoy están más seguros que nunca que todo esto tiene un horrible olor a podrido que proviene de los placares de varios de representantes políticos de su propia comunidad.

Con las palabras de Pichetto y la anunciada firma de ese decreto, muchos y con razón intuyen que se está orquestando otra charada para encubrir a los verdaderos ejecutores y así consolidar la impunidad definitiva por este hecho y que serán los operadores de la justicia quienes vuelvan -como el fiscal Natalio Nisman- a jugar un papel central en tratar de que el relato de Washington y Tel Aviv encaje a la perfección. Uno de los operadores más eficientes para ello ha venido siendo la ministra de seguridad Patricia Bullrich quien valiéndose del aparato estatal y sin tapujos ha sumergido a las fuerzas de seguridad en las oscuras aguas de las agencias de inteligencia de aquellos países.

Tampoco hay que olvidar cómo y mediante estos personajes, esos intereses han tratado de fabricar una realidad artificiosa que solidifique la llamada “pista iraní”. Un caso es el abogado y especialista en seguridad y antiterrorismo Marcelo D´ Alessio quien con muchos recursos, contactos (entre ellos con el embajador norteamericano Richard Prado)  y mucho dinero, mantenía una red de inteligencia paralela a los servicios del gobierno y que se alineaban a los intereses de la ministra Bullrich y elípticamente con los de Washington y Tel Aviv.

Actualmente D´Alessio tras haber caído en desgracia es presentado por los funcionarios del gobierno y los obsecuentes del medio como un “enfermo mental” o como se suele decir por estos lares “un loquito”, que los medios han borrado de sus portadas.  Estos son tipos que estos gobiernos emplean (en cada lugar que operan)  para ejecutar sus trabajos sucios y cuando ya no sirven, los desechan.

Pero con esto no basta. Precisamente y como parte de instalar en la agenda local los intereses de aquellos intereses foráneos, últimamente ha dejado en claro que se hace necesaria la implementación a cualquier costo de la controvertida figura procesal del “Juicio en Ausencia” (claramente sugerida desde los organismos estadounidenses e israelíes),que además de ser ajena a las costumbres institucionales, es una verdadera aberración jurídica que se da de bruces contra los fundamentos centrales de la Constitución nacional y los pactos de Derechos Humanos que la misma recepta en calidad de vigentes.

Igualmente, las gestiones continúan y ya no hay dudas de las presiones israelíes para ello. Tras la reunión que mantuvieron Pichetto y el presidente de la DAIA Jorge Knoblowitz arribaron a un aparente acuerdo en cómo posicionar a la Argentina con el tema de Irán y su pretendida (sin prueba alguna) responsabilidad en los atentados de la embajada y la AMIA. Según se puedo saber, el candidato a la vicepresidencia ante los reproches de Knolowitz tuvo que explicar que el “memorándum con Irán había sido un error”, como si estuviera deponiendo ante un tribunal o una “comisión especial”.

Y mientras esto se desarrollaba, en Washington el Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo anunciaba a sus colaboradores internos y al mismo presidente Donald Trump que debía ir a la Argentina a participar de los actos de conmemoración por el ataque del 18 de julio de 1994. Sin dudas que para La Casa Blanca y en particular para el Departamento de Estado es un acontecimiento políticamente relevante y conveniente, en momentos que su país ejerce una “máxima presión económica sobre Irán” su flota y las fuerzas que mantiene desplegadas en el Medio Oriente, planifican junto a Israel acciones contra Irán.

Sin lugar a dudas, malos augurios para la Argentina y una advertencia a no volver a caer en la misma y engañosa dinámica geopolítica en la que el menemismo metió al país en 1990 con la participación en aquella oprobiosa guerra del Golfo contra Iraq. En aquel entonces los resortes que impulsaban estas cuestiones eran mucho más difíciles de visualizar y ante los intentos por obtener informes oficiales de Washington o Tel Aviv solo había un “No comment”.

Al mismo tiempo, las relaciones de negocios entre un notable y poderoso empresario judío argentino y Londres vinculadas a la venta de armas para la base militar británica en Malvinas, fue rápidamente eclipsada de los medios. Se trata de Eduardo Elztain dueño de IRSA y conocido como “el dueño de la tierra” (por sus negocios inmobiliarios –entre los cuales están las tierras palestinas- que trató de adquirir en 2017 la Falkland Island Company) quien actualmente está en tratativas con una firma de armas israelí para la provisión de misiles a las Islas Malvinas, demostrando que hay una acusada presencia de intereses israelíes con fuertes intereses en el país, entonces ¿Qué alcance tienen las relaciones entre el gobierno de Macri y Tel Aviv?.


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