“ESTRATEGIA MEJORADA”
La llamada “guerra
contra el terrorismo” no es más que una excusa para disfrazar tácticas y planes
estratégicos subversivos desplegados globalmente por las potencias ¿Quién podrá controlar esto?
Por Dany Smith
Tal como se comprobó en Iraq, la operatividad de
contratistas privados para trabajos sucios, el “ISIS” o también llamado “Estado
Islámico” demostró ser una creación, un monigote de las agencias de
inteligencia occidentales (incluido Israel) con la cooperación financiera y de
recursos humanos de algunas monarquías del Golfo, para contrarestar a la
resistencia iraquí tras la invasión de 2003 y luego para subvertir la
estabilidad de Libia, Siria y Yemen con los resultados que ya conocemos. Hoy a
la distancia pueden verse los objetivos que se buscaron en esa región y la
funcionalidad que actualmente tiene este engendro con el despliegue de la
táctica de los “lobos solitarios” en sus ataques esporádicos en Europa.
Fue por ello, que la repentina aparición de la
agrupación “Estado Islámico” reclamando un Califato en la provincia de
“Khorasan” en Afganistán y al mismo tiempo atacando al Talibán, despertó
sospechas entre los mismos afganos de que estaban lidiando con los mismos
enemigos de la OTAN pero mediante el desarrollo de una de sus tácticas
engañosas que se hartaron de usar en Iraq y Siria. Estas sospechas fueron concluyentes tras las
últimas victorias obtenidas por el
Taliban sobre esta franquicia descubriendo al capturar varios combatientes, su
origen caucásico –no árabes ni
musulmanes- muy bien aprovisionados con equipos y armas occidentales.
Como se puede ver este tipo de lucha sucia no se
limita al Medio Oriente o Afganistán.Hay una lucha cruenta y subterránea que
involucra a todas las potencias mundiales tratando de eliminarse mutuamente, para
cortar las influencias que cada una de ellas trata de ganar en toda Eurasia.
Nada nuevo en la estrategia de las guerras contemporáneas. Durante toda la “guerra fría” (en el siglo
XX) entre el bloque del mundo libre liderado por EEUU y el bloque de la Unión
Soviética nunca hubo un enfrentamiento directo y oficial entre ambas fuerzas convencionales,
dado que ello hubiera devenido inevitablemente en una catástrofe global. Esto
es algo que los mismos académicos militares enseñan de continuo.
Pero eso no significaba la paz ni mucho menos, el no
enfrentamiento.
Además de valerse de terceros países para dirimir conflictos de
dominio y control de regiones ambicionados por estos bloques, ambos desarrollaron
sus propios programas de creación y apoyo de estructuras subversivas tendientes
a conseguir los objetivos que no podían lograrse en una pelea abierta. Se trata
de lo que hoy se conoce como “guerras proxies” que no son más que luchas que
llevan a cabo grupos de mercenarios que, reclutados por subsidiarias de las
agencias de inteligencia, responden a la estrategia de una potencia que desde
las sombras los controla.
La subversión como táctica es tan vieja como la
misma guerra pero los cambios que se han ido dando en su instrumentación,
revelan un interés preponderante de los estados involucrados en que aquella se
vuelva más sofisticada y difícil de detectar. Cuando Israel por la década de
los sesentas no podía controlar la militacia nacionalista de la OLP liderada
por el carisma de Yasser Arafat, el (policía secreta) “Shin Bet” y el “Mossad”israelí
idearon fomentar la religiosidad y
la militancia entre los musulmanes
palestinos creyendo que los jóvenes abandonarían la idea de liberar Palestina
por una vida espiritual. Ello no solo fue un error sino que, tras haber ayudado
a que esa militancia floreciera, cuando pretendieron manipularla incentivando
el activismo religioso que dio nacimiento a la organización “Jihad Islámica”
(dándole armas, explosivos y fondos) para que rivalizara contra los laicos de
la OLP, aquellos pusieron como primera y sagrada meta, combatir a Israel hasta
el fin.
Los niveles de “subversión” pueden graduarse,
dependiendo del país o región objeto de estas tácticas. En la década de los
sesenta y setenta America Latina la subversión fue a dos bandas, estando
involucrados tanto la URSS como los EEUU tratando de controlar al continente. Cuba
y más tarde Nicaragua serían los representantes de la estrategia de la URSS en
el fomento de algunos focos insurrecionales marxistas, mientras que Washington
utilizaría las instituciones establecidas de los países para sentar, mediante
gobiernos militares, su política de “seguridad nacional” ante una amenaza intercontinental
comunista. Dentro de ese escenario,
guerrillas marxistas atacaban gobiernos militares colocados por Washington y la
CIA y agencias aliadas como el “Mossad” israelí, proveían de personal de asesoramiento
y armas a grupos de tareas que asesinaban y hacían desaparecer sospechosos de
simpatizar con los rebeldes.
Actualmente el desarrollo de esta estrategia ha
quedo al descubierto.
Obviamente ello incomoda a Washington y hay que tratar de
explicar lo inexplicable. Para los intelectuales angloestadounidenses, Rusia
uso la “subversión” para quedarse con Crimea, sustentar la autonomía del
Donbass en el este de Ucrania y controlar Georgia. Pero hay un detalle que los
académicos estadounidenses no reparan, y es que en estas acciones Rusia tiene
involucrado intereses históricos propios que le ligan a estos países.
Por el contrario, las acciones subversivas de EEUU y
sus aliados de la OTAN no solo están fomentadas fuera de sus fronteras y van
contra intereses ajenos sino que se han sustentado incluso, en el uso
indiscriminado del terrorismo. El programa GLADIO de asesinos y grupos secretos
para ejecutar “tareas especiales” dentro los países de la OTAN y del “Ejército
musulmán”-facilitado por la cooperación
de los Hermanos musulmanes- para operaciones
en el Mundo islámico (especialmente en Iraq) es algo muy difícil de explicar.
En realidad nunca se dejo de utilizar esta táctica y
mucho peor, se ha ido acrecentando su uso desde 2001, para lo cual hay que
preguntarse ¿Cuáles han sido sus objetivos
más prominentes en los últimos veinte años? Claramente –a los objetivos geopolíticos-, la obtención de fabulosas ganancias
dinerarias para la industria armamentística y las Corporaciones tentaculares
ligadas a la explotación del petróleo y el gas.