“INCONGRUITY
POLICY”
Cuando alguien
dice una cosa, hace otra y piensa otra muy diferente claramente esta fuera de
la coherencia. Esto es lo que se ve con el gobierno y la clase política
estadounidense ¿A dónde pueden llegar si se mantienen en esa situación?
Por Charles H. Slim
Durante décadas estuvimos escuchando como las
diferentes administraciones en La Casa Blanca le daban sermones al mundo de cómo
debían hacer los demás países para respetar la libertad de expresión, los
procesos democráticos y los derechos humanos de sus ciudadanos. Al amparo de la
cobertura masiva de los medios, presidentes y secretarios de estado muy sueltos
de cuerpo y con gran énfasis condenaban las represiones policiales, las
persecuciones y las prácticas excesivas de otros gobiernos contra la población
civil sirviendo de excusas para la intervención bélica.
Contemporáneamente y por claros motivos
político-comerciales son asiduos blancos de estas monsergas la República
Popular China, Rusia, Irán y obviamente Venezuela donde según Washington (D.C.), se
violan los derechos humanos.
A la vista de los incautos todo muy loable y
esplendido para las entrevistas y declaraciones televisivas muy bien cuidadas o
para llenar salas de auditorios académicos para escuchar a muchos de sus ex
presidentes, contar sobre sus experiencias en el gobierno estadounidense. Hoy
se sabe que todo eso es un circo y nada más. Pero estas huecas cátedras de
moral republicana y derechos humanos siguen impartiéndose desde la actual
administración Trump. En esta tónica
tenemos los dichos del actual Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo
quien en un informe sobre prácticas contra los derechos humanos de 2019 dijo: “Nada es más fundamental para nuestra
identidad nacional que nuestra creencia en los derechos y la dignidad de todos y
cada uno de los seres humanos”.
Pero la realidad es muy diferente y como lo hemos
visto desde aquel 25 de mayo último, todo ese marketing de la supuesta
vanguardia mundial del respeto a los derechos humanos y toda la mitología
en rededor de la inigualable democracia estadounidense y sus supuestos
pro-hombres, se vino al suelo y como un espejo se hizo trizas sin poder
volverlo a recomponer como lo fue antes. El cruento asesinato de George Floyd
por policías de Minneapolis es el reflejo distorsionado de ese espejo del sueño
americano (Creado por la propaganda mediática) hecho añicos, que ahora refleja la
imagen deforme y tétrica de una desigual realidad social de los EEUU que
siempre estuvo allí.
EEUU como casi todos los países, el poder no está en
sus mandatarios. Lo que rige hoy día es una Plutocracia que no tiene
nacionalidad y que esta compuesta por familias y organizaciones oligárquicas
que forman una telaraña a nivel global que hace tiempo, manejan asuntos clave
(en particular el financiero) del poder mundial. Dentro de este esquema los
infortunados y los considerados inferiores no cuentan. Igualmente aquellos
sectores usan estrategias y ardides para pasar desapercibidos en la tormenta y
una de esas es mostrar una aparente simpatía con los reclamos o incluso,
colaborar con dinero a la asistencia de los sectores desposeídos.
Floy fue un caso más en el mar de la injusticia
estadounidense solo que, vino a propagarse en un momento sensible y complejo como
lo es sin dudas, la ruina económica y el aumento de la desigualdad social que
se ha dado al amparo de la diseminación del COVID-19 y toda la parafernalia
sanitaria que va detrás de ella. Son muchos los casos como los de George Floyd que
demuestran que las vidas de los afroamericanos poco importan, solo que están
hundidos en el olvido y el desinteres de un sistema (al que las Corporaciones
de Medios pertenecen) que además de gigantesco, es corrupto e impiadoso en el
cual, solo el dinero y las influencias políticas puede mover los engranajes
para que puedan impulsarse investigaciones medianamente serias ¿Qué diferencia
existe con cualquier otro país tercermundista?
En la pretendida “democracia americana”, pocos son
quienes se atreven a denunciar a la policía ¿Por qué? Porque igual a cualquiera
de otra parte del mundo, está filtrada por mafias y corrupción de toda índole.
Pero en EEUU, la corrupción es tan grande como su realidad socio-económica y el
encubrimiento corporativo tiene una larga lista en su haber. Policías brutales y
arbitrarios no podrían tener cabida en fuerzas policiales que respetasen la ley
y los derechos civiles sino fuese porque
sus superiores políticos, también son de la misma calidad. Simplemente se trata
de una cadena lógica que se ha lubricado durante décadas por la impunidad y un
trasfondo racista.
Muchos de los actuales efectivos en los cuerpos de
policía de varios estados de la Unión, son veteranos de Iraq y Afganistán y en
su gran mayoría traen consigo y muy arraigadas en sus torturadas mentes, la
experiencia de haber asesinado, herido y torturado a cientos o miles de civiles
en aquellos años de manicomio bajo la administración republicana de George W.
Bush. Para peor, la preparación reglamentaria de los efectivos sigue técnicas
militarizadas propias y las de sus colegas israelíes, expertos (entre otras) en
las técnicas de ahorcamiento y sofocación para reducir sospechosos.
¿Acaso cree usted que esto es una exageración? Si en
las filas de las fuerzas policiales que debieran proteger a los ciudadanos hay miles
de trastornados o incluso asesinos psicopáticos que disfrutaron sus labores en
aquellos lejanos parajes y además son adoctrinados con prácticas similares ¿Qué
clase de seguridad puede esperar usted que le brinden? Solo imaginese por un
momento a un patrullero que ha estado operando en Iraq donde además de disparar
antes y preguntar después, torturo a los infortunados iraquíes que cayeron en
sus manos o vio pasivamente como sus compañeros de unidad hicieron de una
carnicería o de la violación de las mujeres en una casa de familia, una fiesta
y todo porque los consideraban inferiores o inhumanos ¿Puede esperar que no lo
repita con alguien a quien también considere inferior por su color?
Estos antecedentes no son menores y tampoco son los
únicos en la historia estadounidense. Para tratar de maquillar trágicos
antecedentes como Corea y Vietnam la maquinaria propagandística de los medios
hizo un esfuerzo denodado por justificar guerras tan inútiles como
políticamente incorrectas. Pero el caso de Iraq ha sido tan obsceno e inhumano
que ni siquiera Hollywood ha logrado pintar una versión medianamente favorable a
esa situación.
Miles de familias iraquíes fueron diezmadas y
destruidas por una invasión ilegal y una brutal ocupación angloestadounidense
sin que hayan obtenido al día de hoy la justicia reparadora para cada uno de
sus casos. Lo mismo en Afganistán con
las ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo con Drones (tripulados por
empleados desde una sala a miles de kilómetros) dirigidas por la CIA y todos los casos de secuestros de ciudadanos “sospechados
de simpatizar con el terrorismo” para ser llevados y torturados en campos de
Concentración como “Guantánamo” o a cárceles secretas –sitios negros- de la CIA en diversos continentes.
A simple vista para las organizaciones humanitarias,
las leyes internacionales y los familiares de las victimas se tratan de
acciones criminales dignas de ser investigadas pero, ello no es nada fácil.
Cualquier intento por denunciar esas aberraciones ha
chocado con amenazas y la desidia que revela la arbitrariedad y la impunidad de
un gobierno que como el de Iraq, está controlado y al servicio de los
invasores. Incluso, muchos de esos crímenes que fueron cometidos por los
colaboracionistas locales (muchos de ellos ex funcionarios de inteligencia de
Saddam) lo hicieron por directivas de los militares y la inteligencia
angloestadounidense.
Sin dudas que si arriba esta mal, abajo estará igual.
Donald Trump (pese a ser un outsider de la política) no realizo ningún cambio a
esa situación y aunque muchos puedan creer que la modifico un poco, crean que
ello no ha sido así. Y sino ¿Qué puede decirse de haber designado como jefe de
la CIA a Gina Gaspel, apodada “La reina de la tortura”, una criminal de guerra y
lesa humanidad con extensos y graficos antecedentes de sus fechorías en el
exterior? O que decir de aquel jefe del
Pentágono que tuvo a comienzos de su gestión, el “Perro Loco” Mattis quien además
de ser un declarado islamofobo, fue un prominente criminal de guerra en Iraq
(implicado en la masacre de Hadihta donde ordeno el asesinato a sangre fría de
24 civiles iraquíes como represalia por un ataque de la resistencia). O que
decir las inyecciones de capital que deberían dirigirse a reactivar la economía
productiva y crear fuentes de trabajo, terminan en manos de los bancos y algunos
usureros de Wall Street.
De seguir las inconsecuencias discursivas de los políticos
y las maniobras a espaldas del pueblo no puede dar otro resultado que
desorientar aún más la dirección de una nación que ya hace mucho perdió el
rumbo.