“EL
FIN DEL CAPITALISMO”
Es una cuestión de tiempo para que el sistema
financiero inmoral y corrupto colapse ¿Significara el final del capitalismo
financiero?
Por
Charles H. Slim
Actualmente,
todo el globo se ve sacudido por una Pandemia (de un virus nada natural) que por los cambios
obligados en los hábitos y relaciones interpersonales ha destruido el sistema productivo y sin dudas
la forma de gobierno occidental. Los centros de poder en particular Washington
y Londres están sometidos a este temblor que desde comienzos del año sacude sus
estructuras que de no adaptarse a los cambios podrían colapsar en cualquier
momento.
En
esta dinámica entra los EEUU (desde 2001 con derechos civiles restringidos por
un estado con poderes especiales) que de cara a las próximas elecciones y con
proyecciones de un posible regreso de los demócratas a la Casa Blanca, muchos
auguran que pese a los cambios prometidos, nada cambiara. En lo que hace a la
economía, la situación lejos de remontar empeora y ello está arrastrando a la
mermada popularidad de Donald Trump quien si dudas ha sido la expresión más
visible de un capitalismo financiero.
Igualmente
señalemos que la crisis también afecta a las potencias orientales como Rusia donde
puertas adentro, ha comenzado a fracturarse aún más las ya tensas relaciones
entre los sectores “liberales” (de la opulencia financiera) y los “patriotas”
(quienes conforman el común de la población y los estamentos medios del estado)
poniendo en duda el liderazgo de Putin.
Las
idas y venidas en lo que fue el periodo de la globalización neoliberal (que
finalizó por 2016), EEUU y sus socios trataron de reconvertir sus economías
tomando iniciativas “pragmáticas” que terminaron afectando de forma crítica a las
poblaciones de algunos países, para extenderse luego a ciertos bloques
regionales y hoy por hoy al resto del mundo.
La
pugna comercial por control de los mercados existente con la China Popular, ha
llevado –pese a sus secretas sociedades y
acuerdos- a que se genere una polaridad que sin dudas puede catalogarse de
un estado de guerra virtual que podría evolucionar en un enfrentamiento bélico
por el dominio del indo-pacifico.
La
dominación militar que intento EEUU (al amparo de su anunciado Nuevo Orden
Mundial) fracasó y su rechazó llevó a que las personas de todas partes del
mundo se avocaran a bregar por cortar con la silenciosa dominación económica.
De ese modo, los gobiernos que se habían venido ciñendo a las directivas que
provenían de Washington y que afectaban a sus economías, comenzaron a verse en
jaque por las masivas protestas de sus ciudadanos quienes conscientes de la
extorsión existente, hartos de las
desigualdades a favor de las empresas y de los intereses estadounidenses que
sus gobiernos toleraban, marcarían el comienzo de una nueva era.
En
este sentido, la instauración de este confinamiento eterno además del
descontento y el hastío generalizado, profundizó la crisis de gobernabilidad y
ahondo la desconfianza de los ciudadanos hacia la clase política que convertida
en gobierno, terminan haciendo todo lo contrario a lo que en el periodo
preelectoral se comprometieron hacer.
En
Argentina esto es una historia repetida y actualmente, el país se halla en la
cornisa del abismo en manos de un presidente tan incoherente como carente de
objetivos estratégicos para el desarrollo de su país. Tratando de contentar a
los sectores financieramente poderosos –muchos
de ellos con raíces en el exterior- y al mismo tiempo contener a la base
popular (en la que se cuenta la clase media que le confío su voto) que se hunde
ante la incertidumbre económica y financiera, lo muestra como un esquizofrénico
a punto de colapsar. En realidad lo que
Alberto Fernández no quiere revelar es que su país (endeudado y condicionado) no
puede desarrollarse con potenciales propios y solo debe aceptar el papel
impuesto de ser un mero reservorio o zona franca de los intereses financieros
globales. Sumado a ello y con mucho disimulo debe soportar las presiones de su
vice presidente CFK que por todos los medios (incluyendo los ilegales e inconstitucionales)
trata de escapar a los procesamientos judiciales en su contra.
Al
mismo tiempo su gobierno se ve involucrado en las usurpaciones de terrenos
públicos y privados que pretendería reformular el sentido de la propiedad
privada. Ello ha causado indignación en una amplia franja de argentinos que
desencadenó un fenómeno pocas veces visto, salvo para causas nacionales como
“Malvinas”, como ha sido la de generar manifestaciones populares masivas que tras
ganar las calles y sin identificación partidaria, reclama a su gobierno nacional
que respete los derechos consagrados en la Constitución.
Dentro
de EEUU vimos el estallido de indignación popular ante el brutal asesinato del
ciudadano negro George Floyd (convertido en un símbolo del habitual abuso
policial estadounidense) que dio nacimiento a un movimiento político espontaneo
denominado “Black Matter” que al mismo tiempo, reimpulsó y sacó a la luz a los
movimientos racistas y fascistas locales que curiosamente simpatizan con las
políticas de Trump. Ello visualizó la hipocresía de la administración federal
(que usa las palabras libertad y democracia pero no las ejercita) y la fractura
interna existente en la sociedad norteamericana que sin exageraciones (y a la
luz de los antecedentes), se halla al borde de una guerra civil. Las próximas
elecciones en noviembre que engañosamente se presentan como una alternancia
entre el proteccionismo de Trump o la supuesta apertura de Biden no resolverán
esto ya que se trata de situaciones (el racismo y la violencia) estructurales
del “estado profundo” de la Unión.
En
Europa las prolongadas y desiguales relaciones con Washington han cosechado un creciente
activismo político apartidario que ha venido reclamando a sus gobiernos (que dicen
una cosa pero hacen otra) cortar con aquella situación inequitativa y que con
la actual administración en la Casa Blanca ha empeorado con el proteccionismo
económico impuesto por Trump.
La
aparición de los “Chalecos Amarillos” en Francia fue un ejemplo de todo ello. Y
a pesar de que comenzó por la unión de los trabajadores (al margen de los
sindicatos) aglutinados a base de consignas patrióticas, con el paso del tiempo
fue siendo infiltrada y terminó siendo controlada por sectores del troskismo y
anarquistas que le quito el fuerte componente de legitimidad con el que nació.
Igualmente Macron sigue siendo duramente escrutado por los franceses quienes se
mantienen en un estado pre revolucionario.
El
desarrollo productivo de los EEUU nunca pensó en mejorar las condiciones de
vida de sus propios habitantes, tampoco la de otros países y mucho menos,
perder capital en sus emprendimientos para instaurar un “siglo estadounidense”.
Actualmente el desmoronamiento de su economía se revela en la creciente
desocupación que va a la par, de la descarada especulación financiera que opera
desde “Wall Street”.
A
nivel macro la globalización neoliberal de finales de los ochentas sirvió para
que muchas empresas y trasnacionales norteamericanas cerraran sus fábricas en
EEUU y se radicaran en regiones con mayores expectativas de ganancias netas sin
tener que afrontar los costos de mano de obra y hasta las molestias sindicales como sucedía
en casa.
Así
encontraron en China esa mano de obra barata y disponible las 24 horas dándole
a las empresas ganancias colosales que con el paso del tiempo pasaron de ser
capitales productivos a capitales financieros. Aquello dio paso a la
especulación dejando como una de las pocas consecuencias positivas, la
penetración de sus productos en el mercado Euroasiatico compitiendo rudamente
con los japoneses.
Lo
cierto fue que, todo tiene un fin y aquella estrategia de diversificar la
industria en lugares que eran factibles para abaratar costos tuvo su final. Para
comienzos del milenio en EEUU la especulación y el fraude financiero escalaban
hasta el cielo con los escándalos de la llamada “burbuja financiera” que además
de engañar a los consumidores, llenaron de dinero a especuladores y banqueros
de la más diversa estofa. Recuerden sino aquel escandalo de “ENRON”, una
importante empresa de energía eléctrica que por los manejos fraudulentos de sus
CEO y sus ejecutivos termino en 2001 en la bancarota. A esto se le sumaría la
propuesta de George W. Bush de financiamiento privado para el acceso a la
vivienda que tras fabricarse una gran “burbuja inmobiliaria”, terminó estallando en septiembre de 2008
causando una crisis financiera similar a la de 1929.
La
Reserva Federal, los bancos y los principales usureros de “Wall Street” (que se
benefician con el dinero de aquel) son parte de toda esta estafa cuya principal
contribución es la de “crear montos” virtuales de dinero que, si bien aparecen
en la pantalla de una cuenta informatizada, no están físicamente disponibles.
En resumen de cuentas, el sistema capitalista estadounidense ha devenido en una
verdadera e institucionalizada (y muy sofisticada) estafa Ponzi.
Las
seguridades que el sistema capitalista construía y ofrecía a sus ciudadanos y
que con tanto esfuerzo los medios masivos se encargan de recordar como parte de
una política de interés general, ya no convencen. La seguridad social, la
sanitaria y la jurídica como se ha visto, no están al alcance de todos y las
diferencias de clases agravadas por la discriminación racial, es una realidad
muy molesta para los intelectuales internacionalistas pro-estadounidenses. El
“sueño americano” hace tiempo que dejo
de existir y en las ctuales
circunstancias solo se trata de un discurso falaz y ajeno a la realidad sobre
el cual se sostenía el sistema.
Como
fue la farsa de la lucha contra el terror que llevo a desastrosas guerras, el
sistema financiero solo ha dado el dinero a los bancos para que estos lo
terminen entregando a dos o tres corporaciones que financiaran sus propios
negocios. De esta manera, tanto la
guerra (como un gran emprendimiento y generador de capital) como las inversiones financieras han sido parte
de la charada americana disfrazada de progreso. El trasfondo ha sido la obtención
de ganancias astronómicas mediante el zaqueo y el apoderamiento de recursos
como el petróleo. A pesar de ello, el excedente de estos saqueos no financian a
las clases trabajadoras y más desposeídas ni incentivan a las micro empresas
norteamericanas, entonces ¿Puede seguir existiendo éste capitalismo
parasitario?