“CIRCULO
SANGRIENTO”
El
duro golpe asestado por el eje de la resistencia islámica contra EEUU e Israel
en el Kurdistán iraquí ¿Podría traer una extensión de la guerra clandestina
entre agencias de inteligencia?
Por Ali Al Najafi
Una comitiva que lo aguardaba con entusiasmo en la
terminal, esperaba que se abriera la puertilla para recibirlo. La misma estaba
compuesta por el Comandante de las Milicias Populares de Iraq (Hashab Al Shaa´bi) Abu Mahdi Al Muhandis y otros importantes
miembros escoltados por un pequeño grupo de hombres armados. Sin saberlo,
estaban siendo monitoreados desde el aire por Drones y por informantes tanto en
Bagdad como en Teherán, los cuales iban trasmitiendo a un comando encubierto
como se desarrollaba la travesía e informando con precisión la hora de arribo
del objetivo.
Los perpetradores sin dudas contaban con todas las
ventajas posibles. Además de la ausencia de una vigilancia aérea iraquí y de
una inteligencia propia, contaron con la venia del ministro Mustafa Al Khadimi
de quien se sabe de su estrecha relación con la CIA en los esfuerzos por
derrocar a Saddam Hussein y tras la invasión, “desbaatizar” a Iraq.
Arribado Soleimani y tras ser recibido por sus
camaradas iraquíes abordan los vehículos para salir de la terminal y allí
cuando se disponían a enfilar al centro de Bagdad, su vehículo y el contiguo vuelan por los aires causando la muerte
instantánea de Soleimani, Muhandis y unos seis hombres más causando heridos y daños
en los otros vehículos que lo escoltaban. El acto había sido perpetrado por Drones
armados con misiles guiados en una operación combinada entre la CIA y el Mossad
israelí que en teoría habría sido autorizada por el presidente Donald Trump.
Los argumentos para justificar esta acción se centraron
en supuestos planes impulsados por Soleimani para atacar blancos
estadounidenses en toda la región. Pero ¿Dónde estaban las pruebas de estas
acusaciones? Nunca fueron expuestas al público ni por el vocero de la Casa
Blanca, ni por el Secretario de Estado ni claro, por el Pentágono. Asimismo, La
Casa Blanca se justificaba haciendo responsable a Teherán por los ataques con
cohetes contra las instalaciones norteamericanas en Iraq y en especial contra
la “Zona Verde” que no hacía mucho había sido asaltada por una multitudinaria
manifestación liderada por el clérigo chiita Moqtadar Al Sadr que pedía el fin
del gobierno corrupto y la salida de los estadounidenses del país, esto último es
un reclamo que se ha generalizado incluso entre los partidarios del Dawa.
En aquel momento Irán hizo valer su represalia contra
objetivos estadounidenses pero los iraquíes de las milicias chiitas “Hashab Al
Shaa´bi” y de la legendaria agrupación “Kataib Hesbollah” no. El gobierno
colaboracionista no cuenta en este panorama simplemente por su alineamiento con
Washington.
Muchos dan diversas tesis sobre el por qué de este
ataque y a quiénes realmente beneficiaba estas muertes. Trump fue uno de los
más (exageradamente) entusiastas aliados de los planes de Israel y en esa línea
es posible que haya autorizado esta operación por una influencia directa de Benjamín
Netanyahu a través de su yerno, Jared Kushner. Pero también es posible que pese
a haber sido informado del ataque, no halla sido el autor intelectual, entonces
¿Quiénes fueron sus verdaderos autores intelectuales? y ¿Cuál fue la finalidad?
La respuesta para ambas preguntas se resume en una sola: Deshacer cualquier
intento por regresar al acuerdo nuclear firmado por Obama que tanto desagradaba
a Tel Aviv y que Donald Trump abandono de forma unilateral. Y es que, al
creciente descontento doméstico contra la figura de Trump, las críticas y las presiones
de los demócratas en el Congreso para regresar a la mesa de negociaciones con
Teherán, quitaba el sueño a la elite sionista.
Ciertamente que no hay nada nuevo sobre la injerencia
de Israel en este tipo de atentados. Su accionar se enmarca en un claro ejemplo
del “Terrorismo de estado” que ha hecho extensivo en otras latitudes mediante
sus equipos de asesinos del Mossad. En Iraq durante la ocupación y hasta hace
poco y bajo el argumento de la “defensa preventiva”, ha incursionado causando cientos
de muertos y miles de heridos. Lo mismo ha realizado en Siria incluso matando a
soldados rusos. Pese a ello y con la complicidad de EEUU, Tel Aviv siempre se
ha escurrido de los reproches de Naciones Unidas y del alcance de la ley
internacional quedando sus crímenes impunes.
Esto además de desesperanzador es muy peligroso para
la paz regional y mundial. Es por ello que desde la Cancillería iraní y más
allá de las reservas a ejercer una represalia militar, se había expresado el
compromiso legal de llevar este tipo de actos ante las instancias
internacionales, aun conociendo todos los obstáculos políticos y diplomáticos
que ello conlleva. Si no se aplica la ley en igualdad de condiciones viene el
descrédito y la desconfianza hacía los funcionarios de aquellos.
Pero en el caso de Israel e Irán hay existe una guerra
subterránea que se viene desarrollando desde hace décadas y que en los últimos
tiempos ha escalado de forma descontrolada y preocupante. Hasta el asesinato de
Soleimani Teherán se reservó el derecho a una respuesta oficial, que ejecuto
con dureza sobre los enclaves norteamericanos en Iraq.
Pero Israel quien además de participar en aquella
faena criminal, en noviembre 2020 llevo adelante el asesinato del científico
nuclear Mohsen Fakhrizadeh y ataques cibernéticos contra sus instalaciones de
Natanz, hizo que Teherán adoptara un giro pro activo en su política defensiva ante
estos ataques. La aplicación de esta política se habría llevado a cabo tal como
surge de la publicación de unos informes que evidenciarían que la inteligencia iraní
habría cumplido con su promesa de retaliación golpeando de forma puntual y
precisa sobre los autores materiales de aquel magnicidio.
Se sabe bien que en el Kurdistán iraquí las agencias
de inteligencia estadounidenses e israelíes tienen bases y cobertura desde
donde llevan adelante acciones como la ejecutada contra Soleimani en Iraq y las
instalaciones nucleares de Irán. Obviamente cada una de estas acciones fueron
llevadas adelante con el conocimiento y la colaboración (directa e indirecta) del
Clan Barzani (viejos socios del Mossad) algo que es conocido tanto por los
árabes sirios, iraquíes como los persas iraníes (para dejar en claro que no se
trata de una cuestión religiosa).
Ambos hechos fueron enfáticamente negados tanto por
las autoridades kurdas, como los estadounidenses y sus homólogos israelíes
dando cada uno de ellos una historia para argumentar las muertes de sus
oficiales. Pero pese a los esfuerzos por dar una explicación oficial, es muy
sugestivo que ambos altos oficiales habían muerto (aunque por diversas causas) de
forma contemporánea.
Al parecer Teherán ha cambiado su política de
retaliación contra las acciones de Israel devolviendo los golpes y ello puede
terminar siendo muy costoso no solo para las aspiraciones israelíes sino
también para sus socios árabes de las monarquías del golfo quienes se verán
utilizados por Tel Aviv como el parachoques y un escudo en el fuego cruzado de
esta confrontación.