domingo, 26 de septiembre de 2021

 

“CIRCULO SANGRIENTO”

El duro golpe asestado por el eje de la resistencia islámica contra EEUU e Israel en el Kurdistán iraquí ¿Podría traer una extensión de la guerra clandestina entre agencias de inteligencia?


Por Ali Al Najafi

Fue ese viernes 3 de enero de 2020 cuando en horas de la madrugada arribó al Aeropuerto Internacional de Bagdad un avión desde Teherán que traía al general Qassem Soleimani jefe de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán quien tras liderar exitosamente la lucha terrestre contra ISIS se había convertido en un sujeto muy popular entre los sirios y mucho más entre los chiitas iraquíes, algo que molestaba por igual tanto a los colaboracionistas en Bagdad como a los burócratas en Washington. 

Una comitiva que lo aguardaba con entusiasmo en la terminal, esperaba que se abriera la puertilla para recibirlo. La misma estaba compuesta por el Comandante de las Milicias Populares de Iraq (Hashab Al Shaa´bi) Abu Mahdi Al Muhandis y otros importantes miembros escoltados por un pequeño grupo de hombres armados. Sin saberlo, estaban siendo monitoreados desde el aire por Drones y por informantes tanto en Bagdad como en Teherán, los cuales iban trasmitiendo a un comando encubierto como se desarrollaba la travesía e informando con precisión la hora de arribo del objetivo.

Los perpetradores sin dudas contaban con todas las ventajas posibles. Además de la ausencia de una vigilancia aérea iraquí y de una inteligencia propia, contaron con la venia del ministro Mustafa Al Khadimi de quien se sabe de su estrecha relación con la CIA en los esfuerzos por derrocar a Saddam Hussein y tras la invasión, “desbaatizar” a Iraq.

Arribado Soleimani y tras ser recibido por sus camaradas iraquíes abordan los vehículos para salir de la terminal y allí cuando se disponían a enfilar al centro de Bagdad, su vehículo y el contiguo  vuelan por los aires causando la muerte instantánea de Soleimani, Muhandis y unos seis hombres más causando heridos y daños en los otros vehículos que lo escoltaban. El acto había sido perpetrado por Drones armados con misiles guiados en una operación combinada entre la CIA y el Mossad israelí que en teoría habría sido autorizada por el presidente Donald Trump.

Los argumentos para justificar esta acción se centraron en supuestos planes impulsados por Soleimani para atacar blancos estadounidenses en toda la región. Pero ¿Dónde estaban las pruebas de estas acusaciones? Nunca fueron expuestas al público ni por el vocero de la Casa Blanca, ni por el Secretario de Estado ni claro, por el Pentágono. Asimismo, La Casa Blanca se justificaba haciendo responsable a Teherán por los ataques con cohetes contra las instalaciones norteamericanas en Iraq y en especial contra la “Zona Verde” que no hacía mucho había sido asaltada por una multitudinaria manifestación liderada por el clérigo chiita Moqtadar Al Sadr que pedía el fin del gobierno corrupto y la salida de los estadounidenses del país, esto último es un reclamo que se ha generalizado incluso entre los partidarios del Dawa.

En aquel momento Irán hizo valer su represalia contra objetivos estadounidenses pero los iraquíes de las milicias chiitas “Hashab Al Shaa´bi” y de la legendaria agrupación “Kataib Hesbollah” no. El gobierno colaboracionista no cuenta en este panorama simplemente por su alineamiento con Washington.

Muchos dan diversas tesis sobre el por qué de este ataque y a quiénes realmente beneficiaba estas muertes. Trump fue uno de los más (exageradamente) entusiastas aliados de los planes de Israel y en esa línea es posible que haya autorizado esta operación por una influencia directa de Benjamín Netanyahu a través de su yerno, Jared Kushner. Pero también es posible que pese a haber sido informado del ataque, no halla sido el autor intelectual, entonces ¿Quiénes fueron sus verdaderos autores intelectuales? y ¿Cuál fue la finalidad? La respuesta para ambas preguntas se resume en una sola: Deshacer cualquier intento por regresar al acuerdo nuclear firmado por Obama que tanto desagradaba a Tel Aviv y que Donald Trump abandono de forma unilateral. Y es que, al creciente descontento doméstico contra la figura de Trump, las críticas y las presiones de los demócratas en el Congreso para regresar a la mesa de negociaciones con Teherán, quitaba el sueño a la elite sionista.

Ciertamente que no hay nada nuevo sobre la injerencia de Israel en este tipo de atentados. Su accionar se enmarca en un claro ejemplo del “Terrorismo de estado” que ha hecho extensivo en otras latitudes mediante sus equipos de asesinos del Mossad. En Iraq durante la ocupación y hasta hace poco y bajo el argumento de la “defensa preventiva”, ha incursionado causando cientos de muertos y miles de heridos. Lo mismo ha realizado en Siria incluso matando a soldados rusos. Pese a ello y con la complicidad de EEUU, Tel Aviv siempre se ha escurrido de los reproches de Naciones Unidas y del alcance de la ley internacional quedando sus crímenes impunes.

Esto además de desesperanzador es muy peligroso para la paz regional y mundial. Es por ello que desde la Cancillería iraní y más allá de las reservas a ejercer una represalia militar, se había expresado el compromiso legal de llevar este tipo de actos ante las instancias internacionales, aun conociendo todos los obstáculos políticos y diplomáticos que ello conlleva. Si no se aplica la ley en igualdad de condiciones viene el descrédito y la desconfianza hacía los funcionarios de aquellos.

Pero en el caso de Israel e Irán hay existe una guerra subterránea que se viene desarrollando desde hace décadas y que en los últimos tiempos ha escalado de forma descontrolada y preocupante. Hasta el asesinato de Soleimani Teherán se reservó el derecho a una respuesta oficial, que ejecuto con dureza sobre los enclaves norteamericanos en Iraq.

Pero Israel quien además de participar en aquella faena criminal, en noviembre 2020 llevo adelante el asesinato del científico nuclear Mohsen Fakhrizadeh y ataques cibernéticos contra sus instalaciones de Natanz, hizo que Teherán adoptara un giro pro activo en su política defensiva ante estos ataques. La aplicación de esta política se habría llevado a cabo tal como surge de la publicación de unos informes que evidenciarían que la inteligencia iraní habría cumplido con su promesa de retaliación golpeando de forma puntual y precisa sobre los autores materiales de aquel magnicidio.

Se sabe bien que en el Kurdistán iraquí las agencias de inteligencia estadounidenses e israelíes tienen bases y cobertura desde donde llevan adelante acciones como la ejecutada contra Soleimani en Iraq y las instalaciones nucleares de Irán. Obviamente cada una de estas acciones fueron llevadas adelante con el conocimiento y la colaboración (directa e indirecta) del Clan Barzani (viejos socios del Mossad) algo que es conocido tanto por los árabes sirios, iraquíes como los persas iraníes (para dejar en claro que no se trata de una cuestión religiosa).

Allí fue como la inteligencia iraní y sobre la base de fuentes de contrainteligencia de la resistencia islámica iraquí pudieron determinar la identidad y la ubicación de dos altos oficiales responsables en el asesinato perpetrado el 2 de enero 2020. La información llevaba al Kurdistán iraquí en donde los enemigos del eje de la resistencia islámica operan con total libertad. De este modo y tras pesquisar donde se hallaban, pudieron identificarlos como el Teniente Coronel estadounidense James C. Willis y el Coronel israelí de la Brigada “Nahal” Sharon Asman que se hallaban en la ciudad de Irbil donde fueron ejecutados.

Ambos hechos fueron enfáticamente negados tanto por las autoridades kurdas, como los estadounidenses y sus homólogos israelíes dando cada uno de ellos una historia para argumentar las muertes de sus oficiales. Pero pese a los esfuerzos por dar una explicación oficial, es muy sugestivo que ambos altos oficiales habían muerto (aunque por diversas causas) de forma contemporánea.

Al parecer Teherán ha cambiado su política de retaliación contra las acciones de Israel devolviendo los golpes y ello puede terminar siendo muy costoso no solo para las aspiraciones israelíes sino también para sus socios árabes de las monarquías del golfo quienes se verán utilizados por Tel Aviv como el parachoques y un escudo en el fuego cruzado de esta confrontación.

 

 

 

 

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